Agarro su mano y nos vamos al cuarto. Al llegar a la esquina de la cama, la tomo por la cintura y la guio hasta el colchón. La inclino y apoyo su espalda sobre este, mientras subo a la vez encima de ella. Nos miramos en una sensación cálida por un segundo y antes de que termine hechizado, dirijo mi boca a su cuello para alejarme de los pensamientos de mi corazón. Deposito besos allí, en su aterciopelada piel. Me deleito con el tacto, es indescriptible.
Mis manos recorren su cuerpo y ella se deja. Es un juego de seducción que no pienso perder. Nos besamos, sin reglas, sin absolutamente nada, pero eso no significa que mis emociones estén controladas. No, son mucho peores. Hay mezcla de todo aquí. Tanto, que hasta confunde.
Ignoro todo lo demás y me dedico al placer. La ropa cae al suelo, se deshace ante mis manos. El preservativo pasa por mis dedos. No hay vuelta atrás, ya no hay lugar para el arrepentimiento. Este es el fin de las oportunidades y sé por qué lo pienso. Es así y así será. Me clava las uñas y nos fundimos en uno solo. El sudor impregna la cama y eso ya es lo único que importa.
He poseído a Lilith, esta noche ha sido mía y se esfumará tan rápido como vino a mí, el deseo de llegar a este momento.
~~~
Se escuchan los pájaros, ya es de mañana, el sol ataca mis ojos, a través de las cortinas, con la enorme ventana que lo refleja. Me abrazo al cuerpo desnudo con la chica que tuve un momento mágico en la noche y vuelvo a cerrar los ojos. Disfruto de abrazarla y no querer soltarla. Aunque no tarda mucho en despertar, así que los abro de nuevo.
―Buenos días, dormilona.
―Hola. ―Me sonríe y mi corazón se acelera. Intento besarla, pero se va de la cama antes de que pueda hacer alguna acción de mi parte―. ¡Bueno, es hora de levantarse! ―expresa nerviosa―. Nos queda hoy y mañana, hay que planear otro tipo de entretenimiento. Lo repetitivo no me va. ―Se ríe―. Me voy a la ducha ¡Nos vemos! ―Visualizo como se retira.
Segundo día, ya cumplí mi cometido. Cuando termine este, lo voy a lamentar, el tercero es el peor. Bueno, en realidad no, siempre lo he hecho ¿Por qué preocuparse? No tiene sentido lo que estoy pensando.
Me visto, voy a la cocina, preparo el desayuno y me quedo observándola hechizado cuando sale del baño. Su melena rubia se ve muy bien después de la ducha, le hace resaltar sus ojos color ámbar, podría observarlos todo el día. Me hacen suspirar.
―Deja de babear, machote. ―Se ríe y se acerca para sentarse a mi lado, comenzando a comer junto a mí.
Nuevamente pasamos una mañana y una tarde espléndida. Nos divertimos, la pasamos bien. Ha pasado tan rápido que ni nos dimos cuenta. En la noche nos tiramos al pasto y nos quedamos mirando las estrellas. Un momento muy bonito que se quedará en mi corazón.
Como un recuerdo.
~~~
La mañana llega, el último día. Ya estamos empacando, mientras nos reímos un rato, de todo el desorden que hicimos ayer.
―Bueno, ya que estamos en confianza. ―Me pongo serio―. ¿No vas a contarme del tal chico que te llevó hasta esta situación? ―Luego sonrío demostrando mi ego―. De la cual yo me aproveché. Soy un genio.
Rueda los ojos.
―No lo eres, y si te refieres a Héctor, solo olvídalo. Puedo controlarlo.
―Claro ―exclamo con sarcasmo―. Escondiéndote detrás de los arbustos. Ya, en serio. ―Frunzo el ceño―. Dime, es él, ¿verdad? Él te golpeó.
―No te importa. ―Se empieza a enojar―. Y arruinaste el momento nombrándolo. No es tu asunto.
―No, ciertamente no. ―Hago una mueca, irritado―. De todas formas ya iba a arruinarlo ―susurro para mí mismo.
―¿Qué quieres decir? ―Me mira, intentando entender.
―Nada, no importa. ―Guardo mi última prenda de ropa en el bolso―. Ya está por terminar nuestra tregua.
―Ah, te refieres a eso. ―Baja la vista, pensativa y luego la vuelve a subir, pero me sonríe―. ¿Y por qué acabarla? Podemos ser amigos.
―No, está bien así. ―Levanto la tira de mi bolso y la pongo en mi hombro, estando listo para irme.
Me mira decepcionada, indignada por mi respuesta y comienza a poner rápido sus cosas, ignorándome. Se nota muy enojada, creo que si le digo algo ahora me ganaría un par de insultos.
Caminamos por el sendero sin una palabra más, abro la boca para decir algo, pero ella se me adelanta primero. Se gira y me mira con desprecio.
―Conseguiste lo que querías, ¿no?
―Yo...
―¡Querías un revolcón y lo lograste! ―grita furiosa.
―Sí, eso hice ―expreso avergonzado de mis acciones.
¡Reacciona! Este era el plan desde el principio, deberías estar riendo ahora. Eres el chico malo de ese tipo de novelas que leen las chicas ahora. Un patán y esos no se sienten culpables, lo disfrutan.
Fuerzo una sonrisa.
―Era una tregua ¿Recuerdas? Un juego. No sé por qué estás enfadada, íbamos a olvidarnos de esto cuando terminara. ―Me centro en la idea principal para no sentirme tan mal.
―Lo que sucede en el paraíso, se queda en el paraíso y nada más ―repite lo que le dije el primer día, estando pensativa―. Sin reglas. ―Levanta la vista y me mira directo a los ojos―. Lo sé, pero creí que... ―Sus mejillas se sonrojan y tarda en continuar, pero creo que cambia la frase a último momento―. Nos estábamos divirtiendo.
―Lo sé, pero se acabó ―digo fríamente y comienzo a caminar para dirigirme hasta donde está estacionado el coche.
Definitivamente me siento el más grande idiota de este universo. Muy estúpido en realidad, demasiado. Solo queda una opción antes de que explote todo por los aires.
Necesito un consejo y ya sé dónde lo voy a conseguir.
___
¿Adivinan a quién le pide consejo Ryan?
Atte: Vivi.
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Dominando mi corazón (C.G #2)
Genç KurguSoy Ryan y... tengo tres problemas existenciales. 1ro No quiero enamorarme. 2do Ella es mejor que yo en todo, pero no lo quiero aceptar. 3ro ¡¿Qué son esas marcas de moretones en su cuerpo?! ¡¿Quién la golpeó?! ¡Lo voy a matar! Dime quién lo hizo y...