Pasaron dos meses y dos semanas después de la fiesta de Darlene y los planes para el viaje de Anthony no se pospusieron por más tiempo ya que dieron otra semana de consideración. Aún con los intentos fallidos de los miembros de la familia Andley y Green así como de Terry, la decisión no fue modificada.
Ese día era un 29 de Julio y las maletas del pequeño y su padre ya estaban listas, debido a que ese mismo día pero a las 4:00 pm tomarían el barco rumbo a Inglaterra.
Anthony al no tener más opción que obedecer a sus mayores e ir a un colegio en Londres, decidió despedirse de su madre por milésima ocasión en esa semana. Llevaba el cabello corto, ropa comoda pero elegante para abordar el barco, y por supuesto sus ojos rojos debido a que lloraba.
Como siempre entró en la habitación de su madre y como era costumbre se inundó en el característico olor a rosas silvestres de la alcoba donde la dama de cabellos rubios y rizados descansaba plácidamente.
El pequeño de diez años posó los labios en el rostro de la mujer, como una señal de saludo. Tomo la delicada mano blanca de ella haciendo como si por movimientos propios estuviera acariandolo mientras lloraba. Pensó muchas cosas; recordó cuando ella realmente estaba viva y jugaba al lado de él y de su hermana con apenas dos años.
También vinieron a su mente recuerdos no muy agradables como el accidente, y cuando supo que su papá nunca más regresaría a su lado y no sabían si su mamá lo haría. Pero logró afrontar la situación con las palabras que su verdadero padre Terrence le dirigía, y los juegos con él así como sus enseñanzas.
—Mami... Hoy partó a Inglaterra, no quiero irme pero es lo mejor para todos. Te quiero mucho mami y espero que llegues a despertar pronto sin importar que yo este lejos; de todos modos me daría mucho gusto que volvieras a abrir los ojos que tanto ama papá Terry y adoraba besar papá Elliot.
>>Te prometo que estudiare muchísimo, no pararé hasta alcanzar las mejores notas... Vendré en las vacaciones contigo. Papá me ha dicho todo lo que hacen, y sabes quisiera encontrar a una chica como tú... De la cuál me enamore como papi lo hizo de ti y así sea muy feliz a su lado. La Srita. Pony y la hermana María te mandan saludos, y me dijeron que me cuidara mucho, prometo que lo haré.
>>Darlene no vino porque está al lado de mis abuelos Emma y Henry, pero ella estara en mi lugar cuando yo ya no pueda venir a verte. Le dije que trajera una rosa todos los días para ti... Te amo mami... Gracias por existir, porque con tan solo verte me da fuerzas para seguir— dijo y volvió a besar la mejilla de su madre, dejando caer una pequeña lágrima. Después tomo un poco del perfume que Nora siempre admistraba a la rubia cuando la aseaba, y lo esparció por todo su traje. Para dirgir su vista al retrato de su padre, Elliot Green.
—Papá... No sabes cuanto te extraño, me haces mucha falta, perdoname por no haber sido un buen hijo. Como quisiera que estés aqui, pero sabes me va muy bien, he seguido tus consejos. Quiero a papá Terry como lo que es... Mi padre. Por favor, dile a mamá que despierte; Darlene ya casi no se acuerda de sus ojos, ni de ti. Los retratos que había en casa de Florida tenían su vivo rostro, pero ya no hemos vuelto.
>>Ahora vivimos en Nueva York. Sé que me ayudaras en Inglaterra, papi te amo... Te extraño... A veces pienso que eres tú quien abre la puerta. Sé que prometiste estar en nuestros corazones y yo sé que estas aquí pero... Quiero abrazarte... Bueno me voy, adiós papá— le dijo al retrato de Elliot, el cuál simulaba ver fíjamente una figura hermosa al extremo del cuarto, en la cama.
Anthony tomó la perilla y la hizo girar, limpio sus mejillas, no tuvo valor de voltear pero dijo un ahogado "adiós" a sus padres que vió durante cinco años de su vida, y que estuvieron a su lado durante el mismo tiempo.
ESTÁS LEYENDO
Palabras del corazón
FanfictionTerry y Candy si se separan por Susana, a su muerte Terry no busca a Candy y ella por su parte encuentra la "felicidad". Pero un mal día los medios de comunicación publican un artículo donde Candy da una respuesta que todo el mundo mal entiende. La...