XII

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La primavera por fin llegó a los Estados Unidos y las flores brotaban en los verdes campos de Florida, el sol diario se dejaba ver y hacia que las ganas de ir a la playa fueran de todos los días. Todo era normal en la vida de Candy y Elliot, él llegaba a las tres de la tarde a su casa después de trabajar en las empresas de su padre. Candy como siempre lo recibía con una enorme sonrisa y juntos se la pasaban excelente durante las tardes y noches, al parecer ellos si lograron su objetivo de quererse más de como lo hacían cuando se comprometieron o cuando se casaron.

Ese día fue un tres de mayo, a cuatro días del cumpleaños número veinte de Candy. Ella se encontraba en casa junto a su esposo, estaban leyendo el diario como lo hacían cada vez que el joven repartidor pasaba. Todo hablaba de la guerra y demás situaciones que no eran de mucho interés para la pareja, pero aún así no había mucho que hacer aún con el clima de un excelente estado.

Pero no era el clima si no los malestares que tenía los últimos días Candy con respecto a su embarazo, y por supuesto el médico ya había dicho que era tiempo de que el bebé naciera, ya que estaba a punto de cumplir los nueve meses en pocos días.

A ella se le antojaron unos panes franceses que por cierto no había en casa, así que Elliot decidió salir a comprarlos. Ella se quedó leyendo más el periódico y encontro un articulo de si misma al lado de su esposo, hace pocas semanas cuando habían ido al supermercado, sonrío al descubrir que se veía muy hermosa con su vientre.

Paginas más tarde encontró una fotografía de los talentosos actores: Terrence y Evelyn Grandchester, que afirmaban después de terminar de actuar en la obra de Shakespeare "La tempestad" actuarían juntos como Romeo y Julieta. Ésta noticia puso a la joven muy enojada y volvió a tener ese pinchazo en el corazón, este hecho la altero muchísimo y le vino una contracción muy fuerte.

Para su buena suerte Elliot logró llegar a tiempo al encontrar pronto esos panes, y ayudó a su esposa que decía era la hora. Él entendio perfectamente a que se refería y de inmediato llevó a la joven al hospital aproximadamente a las cinco con cuarenta y cinco de la tarde. Ya estando ahí tuvo que esperar minutos que le parecieron siglos por la preocupación del estado de la salud de Candy y el bebé.

En Nueva York los actores más aclamados en los ultimos meses estaban actuando para la interpretación de esa misma noche, pero Terry alrededor de las seis de la tarde sintió una preocupación muy fuerte que jamás había sentido. Él tenía un gran dolor en su pecho, que le hacia perder la respiración normal y lo impulsaba a comportarse muy extraño, estaba desesperado por tener noticias pero ni siquiera sabía sobre que quería obtener noticias.

Elliot estaba con los nervios de punta, pero lo que lo tranquilizo un poco fueron las palabras de Albert para mantener la calma, y los gritos de felicidad que recibio por parte de su madre y de su hermana al recibir la noticia de que el bebé iba a nacer. Mientras que en la sala de partos se escuchaban gritos de dolor que emitía una joven chica de a penas veinte años de edad y que estaba dando a luz a un hermoso niño. Cuando por fin el último y fuertisimo grito que emitió dio a entender que el pequeño ya había llegado al mundo, después de permanecer durante casi nueve meses protegido en el interior de su madre, también dio su primer grito a las seis con treinta y ocho minutos del 03 de mayo, este acto del recien nacido hizo sentir a su madre la mujer más afortunada de la faz de la Tierra al poder escuchar por vez primera a su hijo.

Después de que la doctora recibió al pequeño se lo extendió a la madre que con sudor en su frente y lágrimas de emoción lo tomo por primera vez entre sus brazos, y delineo con sus dedos temblorosos su rostro tan fragil. Y el bebé al sentir el contacto de la piel de su madre con su piel blanca abrió lo ojos azul verdoso como un zafiro que poseía y Candy se pudo hundir en ellos amando con todo su ser y su alma al pequeño ser que sostenía en sus brazos al tiempo que aceptaba el identico parecido físico que tenía con su padre Terrence Grandchester.

El teatro estaba siendo desocupado ya por los actores para que el personal de limpieza comenzará a ordenar y ejecutar su trabajo. Terry se dirigió al tejado y sacó su armonica que cargaba siempre consigo, y comenzó a tocar una bella melodía que le hizo recordar a Candy. Dejo de tocar y observo su reloj el cual marcaba las 6:38 p.m.

En ese instante sintió una inmensa felicidad que nunca antes había sentido. Lloró de alegría y penso en Candy "¿Como estara ella? ¿Ya habrá nacido su hijo?" se preguntaba pero una paz interior lo emabargo al tiempo sonreía y cerraba sus ojos haciendo como si abrazara algo, mejor dicho a alguien... quizá a un bebé.

Al abrir sus ojos no encontro explicación alguna para lo que lo llevo a hacer tal cosa, ya que no tenía ningún motivo concreto para que lo hiciera. Así que prefirió limpiar su rostro y enviar secretamente un beso al aire, con esperanzas que llegara hasta Florida para después continuar tocando su armonica.

-Sr. Green tenemos noticias- le dijo la enfermera al joven castaño que veía a la ventana muy preocupado.

-¿Como esta mi esposa y mi hijo?- pregunto desesperado.

-Tranquilo... Todo esta bien lo llevaremos hasta donde su familia, sigame- le dijo y caminaron por incontables pasillos blancos-Es aquí. Muchas felicidades.

-Gracias- contesto con voz y manos temblorosas; tomo la perilla y la giró, permitiendo la entrada a la habitación donde se encontraban Candy y el pequeño Anthony.

Al momento que pudo observar esa imagen que guardo en su memoria, y perduró durante años más, sintió como las piernas le flaqueban de la felicidad al ver tan deslumbrante belleza. Candy cargando al pequeño, y alzando su vista para fundirse en esos ojos azul cielo que durante todo su embarazo y tiempo atras le dieron fuerzas para seguir adelante.

-Que hermoso...- fue lo único que atinó a decir para romper el silencio pero ni con todas las palabras podía describir la belleza de ese momento, y sobre todo los sentimientos que experimento al saber que ese bebé sería su hijo.

-Si, lo se- concordo Candy tomando la mejilla del hombre castaño.

-Lo amo cada vez más... Hola Anthony- le dijo Elliot al pequeño y tomo su pequeño pie desnudo para después tomarlo en sus brazos.

-Elliot... Muchas gracias, gracias por estar a mi lado, gracias por no dejarme sola y por amarnos de esa manera que solo tu sabes a mi y a mi hijo. No puedo pagarte todo lo que haces, no merezco que hagas todo esto por mi- exclamó ella llorando al tiempo que miraba como el joven sostenía con amor al bebé.

-Candy no digas eso sabes que te amo y al bebé igual lo amó- hizo una pausa-Tu mereces mi amor, y mereces mucho más pero solo puedo ofrecerte y darte esto, por favor no me des las gracias.

>>Somos esposos y ya te dije que es mi hijo sin importar que sangre lleve en las venas; lo protegere y cuidare por el resto de mi vida, ofreciendo mi vida si es necesario, por ti y por el doy todo, no me importa morir si a cambio ustedes pueden ser felices- contesto viendola a los ojos.

-Elliot te quiero- respondio y lo beso- Sabes me da miedo que noten el parecido total con él- confeso su preocupación.

-No te preocupes... Puedo argumentar que se parece a mis padres. Mi padre tiene ojos azul verdoso y yo los herede de mi madre. Es castaño como yo y tiene pocas pecas como tú, la nariz se parece a la mía, sus facciones se parecen...- se quedó pensativo- Podríamos decir que vienen de tu familia... Aunque se parecen a las de los Andley. No hay problema, aún así nació en un matrimonio y le dare mi apellido. Mientras yo lo reconozca como mi hijo no pueden hacer nada- dijo para calmar a la joven y después la beso en la mejilla, aunque ella por una extraña razón sintió como sus labios eran tocados, pero no supo porque si Elliot seguía cargando al bebé.

Se toco sus labios y pensó en Terry, "¿Que hubiera pasado si no me hubiera dejado? ¿Como te pondrías si sabes que es tu hijo? ¿Podrás notar el parecido contigo? ¿Seras feliz a su lado?" se preguntaba viendo hacia la ventana y escuchando en su interior por alguna razón mágica la melodía que solamente era interpretada por el actor Terrence Grandchester con su armónica.

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