XXXIV

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T:
Giro el volante entre mis brazos con cierto nerviosismo, el sudor me baja por la frente y también mi espalda está empapada de ese mismo sudor. Mi coche seguramente quien lo vea pasar por las calles de inmediato se dará cuenta que llevo mucha prisa porque ahora ya no me preocupó de respetar los límites de velocidad. Lo que me importa es llegar al hospital a tiempo.

Mi cuerpo tiembla e intento tranquilizarme pero los gritos que mi mujer emite no ayudan en nada, estoy muy nervioso y tengo miedo. Ha llegado la hora del parto, y es la primera vez que paso por esto. No tengo experiencia porque cuando Anthony y Darlene nacieron yo todavía no sabia que era padre. Elliot se encargó de esos momentos, él sabría manejar muy bien la situación pero ahora soy yo el que tengo que hacerlo. Estoy feliz, sí, pero tengo mucho miedo como ya lo dije, y aunque hace calor siento como un escalofrío me recorre la espalda cada vez que escucho gritar a mi mujer.

Anthony y su hermana viene detrás de mí coche, con mi chófer. El pequeño ya paso por esto cuando su hermana nació. Pero para ella es la primer vez y llora, gracias a Dios Anthony la tranquiliza.

Por el retrovisor noto como mi coche gira de una manera muy extrema. Jamás imagine que llegaría a ver mi coche girar de esa manera pero para todo hay una primera vez, como el que yo venga justamente como un loco para llevar a mi mujer a un hospital y que mi bebé nazca bien, por ejemplo.

Llegamos por fin y un médico que salía me ayudó para que Candy entrará de inmediato a la sala de partos. Arregló los papeles mientras que John mi chófer cuida a mis hijos. Espero y espero pero siento que los minutos no pasan, parece que he esperado un siglo en la sala de espera.

C:
Me dan ganas de reír al ver la forma en como actúa Terry. Esta muy preocupado porque es su primer vez, nuestro bebé esta a punto de nacer. No lo culpó, él no ha vivido una experiencia similar y entiendo que se comporte así, porque yo ya vi esa misma expresión en su rostro cuando Elliot llego después de comprar mis panes franceses el 3 de mayo... Fue cuando nació Anthony.

Llegamos al hospital sanos y salvos gracias a Dios. Porque el coche iba quizá a mil por hora. Entré de inmediato a la sala de partos, ya he pasado dos veces antes por este proceso pero aún sigo teniendo miedo. Nuestro hijo nacerá pronto, ya veo el momento de tenerlo en mis brazos. La doctora realiza el mismo procedimiento de siempre. Yo grito de dolor porque obviamente si me duele. Comienza a decirme que saque todas mis fuerzas. Yo hago todo lo que me dice; siento que ha llegado el momento y grito muy fuerte... Escucho también a mi bebé dar su primer gritito ahogado. Mis ojos se llenaron de lágrimas al escuchar por tercera vez ese grito que significa bienvenida a mi hijo.

La enfermera me extiende a mi bebé y yo lo tomo con amor. Sé que ya fueron a darle las noticias a Terry porque ya no está la doctora solamente la enfermera que me felicita. Beso a mi bebe con ternura y le doy la bienvenida a este nuevo mundo.

T:
Respiro muy agitado, muevo mi pierna en señal de nerviosismo. Anthony esta en cierta calma jugando con el agua que le dio la enfermera, Marleen que es su amiga ya que cuando veníamos a visitar a Candy ella se hizo amiga de mis hijos.

Pasan minutos insoportables, Albert me dijo que me calmara pero no puedo. Espero desesperadamente noticias de mi esposa y mi bebé. Como hubiera querido vivir esa experiencia cuando nació Anthony... Pero no me arrepiento, ahora soy yo el que lo estoy viviendo.

Después de aproximadamente una hora llega la doctora que atendía a mi mujer. Se baja el cubrebocas y me mira con una gran sonrisa, anuncia que todo salió con éxito y escuchó como mis hijos gritan de alegría. No evito derramar lágrimas de felicidad, sigo a la doctora hasta la habitación donde se encuentra Candy con mi hijo. Abro la puerta y no olvidaré jamás esa imagen: ella sonreía con energías renovadas, acaricia la nariz de mi bebé y caen lágrimas de sus mejillas rosadas; tiene la frente empapada de sudor y el bebé se mueve en sus brazos. Yo me acerco lentamente y mi corazón se hincha de felicidad, es una sensación que nunca antes había sentido... No quiero que desaparezca jamás.

Abrazo a mi mujer y veo que el bebe me mira con sus ojos esmeralda como su madre, tiene el cabello castaño como yo. Se ríe cuando me ve y mueve su manita tan blanca y delicada, yo la tomo y beso su nariz. No tiene pecas, sacó todas mis facciones como su hermano Anthony. Lo cargo y arrullo en mis brazos, es tan pequeño que me da miedo soltarlo en cualquier momento pero la mano de Candy sobre mi hombro hace que me de fuerzas.

—Gracias mi amor... Gracias por darme la dicha de vivir esta hermosa experiencia—le digo señalando a mi hijo.

—No es nada amor... Es el fruto de nuestra entrega total. Gracias a ti Terry—Me dijo tomando mi mejilla.

—Pero pecosa... Todo esto es maravilloso. Una vida juntos, es lo más hermoso que jamás pensé experimentar. Te amo Candy... Y también a Elliot... No me olvido de nuestros dos hijos, Darlene y Anthony—dije y vi como los dos niños entraban al lado de mis padres.

—Que bonito es mi hermanito—Dijo Darlene viendo a su hermano.

—Así estabas tú de pequeña—exclamó Anthony y le dio un tierno beso al bebé.

—Por su puesto... Ahora somos una familia de cinco integrantes— Dijo Candy a los niños.

—Me agrada... La familia Grandchester—respondió Darlene y eso me hizo sentir el hombre más feliz del mundo. 

Mi familia... Mi familia Grandchester, me siento muy orgulloso. De verdad si alguien me hubiera dicho todo lo que pasaría simplemente no lo creería, pero ahora lo estoy viviendo y no me arrepiento de nada por muy malo o muy bueno que haya sido lo que hice en el pasado, ya esta hecho y nada lo cambiará... Porque todo colaboró para que mi vida fuera como ahora es... La más hermosa.

—Sí... Nuestra familia Grandchester— dije y abrace a mis hijos entregándole el bebé a su madre.

Juntos estuvimos así durante horas... Disfrutando de nuestra mutua compañía, agradezco a Dios por todo.

Palabras del corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora