VI

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La hora de la partida a la casa Andley llego rápidamente, Candy se levantó temprano y decidió alistarse para que todo fuera más rápido. Sus ojos aun estaban irritados debido a que la noche anterior no paro de llorar.

Al terminar de arreglarse como toda una srita de sociedad declama, se dirigió a la cocina para desayunar. Todos la estaban esperando con una mirada de duda, ya que todos al estar en sus habitaciones escucharon que la joven grito desesperadamente y con gran dolor en su voz. Ella solo se presentó ante sus amigos con una enorme sonrisa que solamente disimulaba el gran dolor en su corazón.

Saludo alegremente a Elliot y Albert, así como a todos los niños y las dos mujeres del orfanato. Annie y Archie también se encontraban presentes e igualmente los saludo.

—Querida ¿por que gritaste de esa manera anoche?— pregunto Elliot con naturalidad y Candy casi se atraganta debido a que no sabia cual seria una respuesta correcta.

—Bueno pues... Yo— Estaba pensando que responder y miro a Albert como diciéndole que no dijera nada.

—Por la carta que llegó de Francia. Una amiga de ella fue accidentada en el frente, realmente eran muy cercanas y le dolió enterarse que la chica esta gravemente herida—Dijo Albert salvando a la joven de la atormentante pregunta.

—Si... Ella fue mi gran apoyo en la escuela de enfermería y pues... Tu me entiendes— respondió con una sonrisa.

—Si hermosa te entiendo... Bueno creo que es hora de retirarnos. Niñas y niños, damas y caballeros, es hora de irnos a la mansión y preparar todo para la boda— Dijo sonriente y tomando a Candy de la cintura acercandola más a él.

—Nos vemos en pocos días srita Pony y hermana María— Se despidió de las dos mujeres y los niños con mucho entusiasmo.

—Por favor cuídense, vendré por ustedes dentro de pocos días, tomen esto para ayudarse—Dijo Albert entregándoles un sobre con cierta cantidad de dinero.

—Muchas gracias, Candy se que algo pasa contigo y solamente espero que tomes la decisión correcta al aceptar compartir una vida al lado de Elliot, y... mira hija ese brillo en tus ojos, espero que no hayas cometido una locura, pero si te equivocaste quiero decirte que no engañaste a Elliot si no a ti misma; tu eres la única que vivirá con tus errores y nadie más que tu, te queremos y apoyaremos siempre—le dijo la srita Pony a la joven rubia que la miro con extrañeza pero asintió interiormente a lo que la mujer decía.
—Srita Pony no se preocupe yo estoy bien y estar al lado de Elliot es mi elección, que me hace muy feliz lo prometo— le aseguro a la mujer sonriendo y controlando las ganas de echarse a llorar en sus brazos- Adiós.

Candy y los demás llegaron a la mansión de las rosas muy pronto, por lo que tuvieron tiempo de pasar un rato muy agradable. La joven había tenido un día muy difícil y decidió retirarse a su habitación para descansar e incluso derramar algunas lágrimas. Pero también tomó la decisión de que había llegado el momento de informar a Elliot sobre lo que pasó con Terry.

—Bueno yo me retiró. ¿Elliot podría hablar contigo en privado por favor?— le dijo Candy a su prometido. Albert al tiempo que escuchaba esas palabras y el tono con que la joven rubia lo decía, no evito mirar a la chica de una manera preocupante.

—Si claro... Con permiso— se despidió abriendo la puerta a la dama con caballerosidad para que su prometida pasará.

Y así los dos jóvenes caminaron tomados de la mano por todos los largos pasillos de la mansión. Hasta que al fin entraron en la habitación de la joven rubia. Se sentaron en un pequeño sofá y Candy tomó la palabra.

—Elliot... Te he pedido hablar contigo porque... Quiero explicarte muchas cosas que me torturan minuto tras minuto, y son cosas que no son muy buenas, si tu ya no te quieres casar conmigo está bien pero...—trató de explicar pero se detuvo tomando suficiente aire para comenzar a confesar todo.

—Tranquila te escuchó—le dijo tomando su mano, inspirandole confianza para que continuará.

—Bien... Yo te conté que desde que tenía catorce años conocí a un chico del cual me enamore... Pero lamentablemente me separe...— comenzó a decir.

—¿Terrence Grandchester no es asi?–– sonó más como afirmación.

—Sí exactamente él... Bueno pues, lo vi hace pocos días y... Mira cambiando un poco pero no demasiado del tema, te diré la verdad y ésta es que yo... Lo sigo queriendo de una manera casi igual como anteriormente lo hacia y... Debido a esto pues un día llegó al hogar de Pony, me tomo de los hombros y me dijo cosas muy lindas... También me dijo que me seguía amando. Me rogó, me imploró que no me casara contigo, yo caí inmediatamente en su juego; le dije que sí, pero siempre y cuando él hablará con Albert.

>>Por supuesto prometió por su vida misma que lo haría, pero al día siguiente. Él me llevó a comer, y paseamos por un hermoso lago. Nos mojamos y me ofreció ir a cambiarme a su habitación de hotel... Elliot perdoname, perdoname...— lloró Candy levantandose del sofá y dandole la espalda a Elliot por la vergüenza que le daba decir todo eso a un hombre que siempre creyó en ella.

—Cariño eso no tiene nada de malo... Porque solamente fueron a su habitación ¿verdad?— preguntó temeroso de la respuesta que iba a obtener.

—Es que... es que eso es lo que te iba a decir... Yo... él... estuvimos juntos— soltó de un solo golpe y el rostro del chico se tornó con una expresión de sorpresa— Él no quería hacerlo pero fui yo quien insiste que siguiera... No lo escuche, no me escuhe, te traicione, y me siento sucia por eso. Prometió que antier pasaría por mi para hablar con la familia Andley pero pasaron muchas horas y jamás llegó. Anoche me enteré que se había marchado de Chicago, del país... y se dirigió a Inglaterra al lado de una joven actriz de su compañía.

—Candy... yo... No se que decir, de verdad, yo tampoco he sido el hombre más fiel del mundo. Yo se que esto fue muy difícil para ti y es un gran valor el decirmelo antes de nuestra boda. Pero yo también tuve una aventura anteriormente con una joven, fue cuando recién te pedí matrimonio así que no tengo nada que reclamar. Igualmente sigo queriendo a esa chica, pero ella ya no está aquí igual se fue.

>>Realmente te pedí matrimonio por mi familia, pero a pesar de todo te he logrado querer de una manera muy especial, la verdad no puedo decir que te ame intensamente pero si te quiero a mi lado como mi novia, mi prometida o mi esposa.

—Sí yo igual te quiero y muchísimo, pero no te amo... Igualmente acepte ser tu esposa para que la tía abuela fuera feliz al verme comprometida al lado de un buen hombre, y a parte porque sabía que Terry jamás volvería y tu fuiste el único que logró que mi corazón despertará y sintiera sentimientos distintos. La verdad es que muchos chicos han pasado por mi vida y solamente, Anthony, Terry y tú han logrado que yo sienta maravillas a su lado...

—Entiendo... Entonces nos casaremos, para que nuestras familias puedan ser felices. Aunque la verdad, tu y yo si podríamos llegar a amarnos, que dices ¿nos casamos?—pregunto dulcemente.

—Sí... Lo haremos, pero...

—No te preocupes... No pasará nada si no pasamos la noche juntos, yo no quiero obligarte a nada, y menos si tú no me amas. Esas entregas soló se dan a las personas que de verdad se quieren con el alma; tu y yo si nos queremos pero no a ese punto. Así que no te preocupes, nos vamos a querer cuando nuestros corazones sientan que es momento—dijo y besó tiernamente su mano, para después salir de la habitación. Dejando a una Candy con un peso menos encima, cosa que le ayudo un poco a conciliar el sueño por pocas horas.

Palabras del corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora