Un prado hermoso y muy grande, Terry corriendo al lado de un pequeño niño que se parece demasiado a él. Candy corre tras ellos tomada de la mano de Elliot, primero esta vestida de novia, después se encuentra embarazada, ya no, ahora solamente se limita a observar a ese par de hombres jugando.
Ahora ya no es un prado, es una calle estrecha, Terry y Elliot están parados justo a la mitad de la calle donde constantemente pasan carros a alta velocidad. De pronto un automóvil que parece estar sin frenos aparece de la nada, Candy no se puede mover, esta encadenada.
Elliot empuja a Terry y ahora están todos en una sala de hospital, el doctor dice que Elliot a quedado en estado de coma, y Terry lamentablemente no sobrevivio.
—¡No... No... No!—grito sentándose en la cama y sudando extremadamente. Su sueño fue horrible, pero afortunadamente solamente fue un sueño.
—Candy tranquila fue solo un sueño— le dice Annie Britter entrando a la habitación con los gritos de la rubia.
—Annie... Te-Terry moría— explica a la morena llorando desconsoladamente.
—Fue un sueño, tranquila...— le dice dulcemente y la abraza.
Después las dos amigas se van a la cocina pero esta vez no se le permite a Candy apoyar con los quehaceres. Ya que dentro de pocas horas llegarían por ella para llevársela a la mansión de los Andley. Todos desayunaron alegremente riendo con cada ocurrencia de los pequeños niños.
Pasaron las horas y un carro muy lujoso de color negro avanzaba para llegar hasta la pequeña vivienda donde se encontraba Candy. Ella al ver el modelo del auto pensó que era otra persona y salió disparada para recibir a la visita.
La puerta se abrió y un hombre muy bien vestido salio del automóvil, con su sonrisa de oreja a oreja y su cabello castaño perfectamente peinado para la ocasión que se le presentaba. Sonrió delicadamente a la joven rubia y beso el dorso de su mano blanca y aterciopelada.
Terry jugaba con una moneda, pensando que es lo que debía de hacer, él no quería lastimar de esa manera a Candy pero... Tampoco vería su sufrimiento. "Que me esta pasando, prometí como un caballero que soy, cumplir mi palabra pero... ¿Que hago?... Estoy a punto de no cumplir mi palabra de hombre" reflexionaba viendo hacia el exterior, donde el sol brillaba como nunca.
Sus ojos parpadearon, y su decisión ya estaba tomada. Salió de su despacho y se apresuró a tomar su abrigo, observó que su cabello estuviera bien pero se encontraba desordenado, tomo un peine y ordenó su cabello castaño. Coloco un poco de colonia en su cuello y salió, encendió el automóvil y se dispuso a avanzar por el camino que él ya conocía muy bien.
Al llegar donde se dispuso ir, vio como una mujer que conocía salio para recibirlo, "vaya si que es bonita" se dijo a él mismo. Salió del carro negro y saludo debidamente a la joven dama frente a él.
—Vaya hermosa si que estas muy linda— le dijo a Candy tomándola de la cintura y besandola en la mejilla.
—Gracias, tu también te ves muy bien y muy elegante—Contestó ruborizaba y correspondiendo al afecto.
—No mas que tu... Albert ven rápido— llamo Elliot al rubio que aún estaba en el coche.
—Si... Oh Candy que linda— Dijo y la tomo de la mano, ella giro alzando un poco la falda de su vestido
—Vengan entremos— invito la joven ocultando por completo su decepción.
—Buen día— saludaron los dos hombres entrando en la vivienda./////
—¿Estas lista?— pregunto Terry a la joven.
—Si, vámonos.—contestó Evelyn al actor— ¿Donde iremos?.
—A Inglaterra— respondió un poco desinteresado.
—Bueno... ¿Acabas de llegar a Nueva York verdad?— pregunto con normalidad.
—Si... Sabes no quiero hablar— anuncio serio y con el ceño fruncido.
—Esta bien.
///
La noche en Lakewood cayó rápidamente y todos o la mayoría se dirigieron a sus habitaciones.
Candy no quizo retirarse a descansar como todos, mejor prefirió estar en el césped un rato, mirando las estrellas, y pensando en lo que Terry le habia hecho.
—Vaya, no pensé que una novia llorará días antes de su boda por felicidad, ¿verdad?—pregunto Albert sentándose al lado de la joven.
—Eh... Ah, eres tu—Dijo sin mucho interés.
—¿Que pasa?— cuestionó tiernamente.
—Yo... Nada, solo...— titubeó ya que no quería contarle a su amigo lo que había pasado con Terry— Albert... ¿Has sabido algo de Terry?—pregunto sin preámbulos.
—Bueno... Sí, supe que se habia marchado de Lakewood—Dijo arrancando un pasto, estaba nervioso.
—¿Marchado de Lakewood?—repitió contenido el aliento.
—Si... Él vino a verme y me dijo cosas sarcásticas— Confesó viendo a otra dirección.
—¿Que cosas?— Estaba muy confundida.
—Bueno... Me dijo que si yo ya tenía todo listo, si me hacía falta algo pues él sería el padrino, incluso me dijo que te entregaría a Elliot— respondió con naturalidad.
—¿Eso te dijo?...
—Si y aparte me dio a entender que te sigue amando, se puso muy mal e incluso escuche que al salir el dijo que eso no se quedaría así, y pagarías de algún modo— explicó a la joven rubia que ahora ya comenzaba a unir todas las piezas del rompecabezas y comprendió por fin que el solo había jugado.
—No es posible...—Pudo articular, dejando a Albert muy confundido.
—Si... Y regreso a Nueva York, según sé hoy tomo un barco directo a Inglaterra— Dijo y esto fue la gota que derramó el vaso.
Candy se paro rápidamente y cubrió su boca con su mano izquierda, para ahogar un grito de dolor. Lloraba y lloraba, corrió a la casa y se encerró en su habitación.
—¡No!... ¡No!... ¡No!— gritaba de dolor sin importar que todos la escucharán. Se recargo en su puerta y resbaló poco a poco. Tomo sus codos y haciéndo un abrazo ella misma, cayó al suelo.
—Te odio... Te odio. Maldito seas... Maldito sea el momento que me enamore de ti...— susurro a si misma aun llorando.
Albert escucho los gritos de la joven y supo que aún sufría por el amor del chico. Lloro porque no podía hacer mucho para que ellos estuvieron juntos; George su fiel secretario llego y le extendió un sobre que venía desde Francia. Al leer se le ocurrió una idea para explicar al día siguiente los motivos de la rubia para gritar de esa manera, sin meter en el tema a la principal razón de su dolor, Terrence Grandchester.
Ella lloraba y gritaba internamente porque el hombre que más amo y sigue amando la lastimó de una manera imperdonable. Ella no podía creer que Terry jugará así con ella, la había ilusionado, y ella le entregó todo su amor. Lo peor que esta comprometida y había engañado a Elliot, pero tenía que decírselo, esto no se iba a quedar así.
Pasadas varias horas, decidió ir a la cama, se recostó pero no dejo de llorar maldiciendo con todas sus fuerzas al actor Terrence.
Por su parte él ya estaba en el barco, y pensó de pronto en Candy; estaba en cubierta y miro fijamente como el barco se iba alejando lentamente del puerto, de su país, de su amada.
Y como si los pensamientos de ella viajarán hasta donde él se encontraba, escucho como alguien lo llamaba maldito aristócrata, maldito sea el día que me enamore de ti, maldito sea el día que te conocí, maldito seas Terrence Grandchester... Al escuchar bien identificó la voz de Candy pero al voltear no había nadie.
Pensó que era su imaginación, y mejor decidió sacar su armónica para tocar una melodía dirigida a su amada, que demasiado lejos de él lloraba por la traición del hombre que verdaderamente ama y únicamente odia.
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Palabras del corazón
FanfictionTerry y Candy si se separan por Susana, a su muerte Terry no busca a Candy y ella por su parte encuentra la "felicidad". Pero un mal día los medios de comunicación publican un artículo donde Candy da una respuesta que todo el mundo mal entiende. La...