—¿Un alcohólico golpeador? ¿En serio, James? —murmuró para sí.
Scott había decidido volver a la estación de policía a buscar en los archivos, dándole órdenes a Shawen de seguir dando rondines cuando lo dejara en la comisaría y reportarse cada diez minutos si no se presentaba ningún acontecimiento.
Era casi medianoche y aunque quería comunicarse con el Comisario, sabía que no tenía caso; llevaba dos semanas fuera de la ciudad por lo que él estaba a cargo.
En el archivo que sostenía entre sus manos no había más información de la que Annie le había dado. James Simmons fue detenido en varias ocasiones por iniciar peleas presentando estado de ebriedad y actualmente tenía una orden de restricción instada por su ex esposa.
Tres años antes la había golpeado hasta casi matarla cuando ésta no le permitió arropar a su hija, reclamándole estar ahogado en licor. Nunca le había puesto un dedo encima a pesar de su ebriedad pero después de esa golpiza ella no iba a permitir que se repitiera.
El hombre argumentó no recordar que aquello sucediera pero que si él lo había hecho, afrontaría las consecuencias. A Bathory le llamó la atención su absoluta disposición a enfrentar los cargos y respetar la orden del juez, cuando juraba y perjuraba que no lo recordaba.
Se mudó de estado y mantenía contacto constante con su hija vía telefónica, visitándola una vez por mes en presencia de un trabajador social. No había ingerido una sola gota de alcohol desde lo sucedido, tenía un empleo estable en una tienda de artículos deportivos y ningún problema con la ley.
Al parecer, Rebecca Simmons, su ex mujer, estaba considerando retirar la orden de restricción pues estaba segura de que él no iba a recaer y que ya había pagado el daño cometido.
Bathory se reclinó en su silla y la hizo girar para mirar la pizarra.
—Artículos deportivos —musitó, observando los bates de béisbol que invadían el cuerpo de dos de las víctimas.
Tenía una conexión pero no los motivos.
¿Podría ser el asesino?
Era de madrugada.
Se levantó de su tibio lecho y se dirigió a la habitación de su madre sigilosamente. A ella le molestaba cuando le pedía dormir en su cama pero aun así lo iba a intentar, las pesadillas lo estaban atormentando de nuevo y no quería estar solo en su oscura habitación.
Abrió la puerta y vio a su madre tendida en la cama. Tragó saliva, ya podía escucharla diciéndole que sólo eran malos sueños, que nada era real y que debía afrontarlo como un hombre.
Tenía sólo cuatro años, no podía enfrentar nada como un hombre.
Se acercó a su cama con los pies descalzos susurrando contra el suelo de madera, sus deditos estaban helados y se sentía totalmente asustado. Vio el tranquilo rostro de su madre, sin entender cómo lograba seguir viéndose decepcionada incluso cuando dormía.
Estiró la mano, temeroso, con el corazón latiendo en su pecho violentamente y la tocó. Ella no se movió. Suspiró y volvió a posar sus dedos en el hombro de su madre con más fuerza, balbuceando que quería dormir con ella.
Y su madre despertó.
Primero abrió los ojos ligeramente, como si aún estuviese dormida, y pareció estar confundida. Después sus ojos azules cayeron en él, tan fríos y aterrados, completamente asqueados. Y gritó. Tomó la sábana y se cubrió hasta el cuello.
—¿Qué haces aquí? —chilló—. ¡Lárgate! ¡Vete de mi cuarto, malnacido! —El pequeño se sobresaltó y sus ojos se llenaron de lágrimas en un instante.
—Por favor, madre, ésta noche no me corras —Ella se levantó—. Por favor, no quiero estar solo.
La mujer lo tomó del brazo con rudeza y lo empujó fuera de la habitación mientras el pequeño sollozaba y le pedía que no le hiciera daño.
—¡Eres un hombre, maldita sea! ¡Compórtate como tal!
—Es que no entiendes, mami, por favor. Me hará daño, hay un monstruo en mi habitación.
Abrió la puerta del cuarto del pequeño y lo arrojó con fuerza contra el suelo. Él se quejó y miró alrededor asustado, posando al final sus enrojecidos ojos en los azul helado de su madre.
—El único monstruo en esta habitación, eres tú —escupió.
Y el niño lo creyó.
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No olvides mi nombre©
Mystery / ThrillerTres cadáveres. Tres niños asesinados. Ninguna pista aparente del culpable. Scott Bathory tendrá que descubrir la identidad del asesino antes de que haya otro homicidio. Mientras, deberá luchar contra sus propios fantasmas; esos recuerdos que lo a...