Capítulo XXVII

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—Maldita sea, tenías razón —dijo Carla a Lane.

Josh había insistido en que lo mejor era que dos de ellos fueran a la casa Helen y dos a la casa de Shawen. Sin embargo, Carla se empecinó en que todos fueran a la abandonada propiedad para cubrir más terreno.

Y Shawen ni siquiera estaba ahí.

Habían perdido tiempo valioso y ahora debían cruzar todo el pueblo para ir a casa de Annie. El aguanieve aumentaba de intensidad y avanzar resultaba más difícil. El oficial Brown los apresuró y salieron de la vieja casona con la joven Botti quedándose atrás.

La había utilizado. Shawen adivinó cómo iba a reaccionar y lo había usado a su favor. Maldita fuera. La convirtió en la rezagada de nuevo.

Shawen iba delante de ella una vez más.



La última charla que había mantenido con James seguía reproduciéndose en su cabeza, detestando haber dudado de él en algún momento.

Quería saltar contra Annie lleno de furia pero se contuvo.

Ella dejó caer su bate contra el costado de James y Scott tuvo que aferrarse a la silla con fuerza para no atacarla. Él podía estar libre de ataduras pero Shawen seguiría teniendo ventaja. No era sólo por tener el arma a favor o por tener a James en el suelo.

Annie estaba en perfecto control.

Su tranquilidad era su ventaja.

Era tiempo de romperla.

—S-Shawen —susurró para que su atención se alejara de James. Ya no sentía la punta de los dedos y su visión se tornaba borrosa.

—¿Sí? ¿También tú estás impresionado de que siga vivo? Es increíble —Ni siquiera volteó a verlo. Seguía con los ojos en James, haciendo girar el bate en su mano—. No quería quemarlo vivo pero creo que es lo mejor.

Scott notó que el cuerpo en el suelo se removía y un nudo se puso en su garganta. Shawen lo había convencido de concentrarse en encontrar al asesino y olvidar a James. ¿Cómo pudo creer que lo que la oficial decía era lo correcto?

Prácticamente dejó morir a James.

—Ahora que hablas de amigos —dijo él con la garganta seca—. ¿Por qué mataste a Haley? Creí... creí que la querías —murmuró.

Shawen pareció tambalearse de pronto.

La mirada que le dedicó a Scott lo hizo ver una oportunidad. Haley sería la puerta, debía usarla para sacar a Shawen de juego.

—La amaba —Le recordó con un alarido—. ¡La amaba y lo sabes!

Pudo verla escupir, furiosa.

—La mataste —replicó Scott. Ella apretó los dientes y se restregó las manos en la cara.

—No, no, no. Yo no la maté —Varios cabellos escaparon de su coleta y cayeron en su cara cuando agitó la cabeza—. No quería matarla. No estaba en mis planes matarla, debes creerme.

—Entonces dime qué pasó —Scott habló con suavidad. Recordaba perfectamente la manera en que Shawen le habló de ella; la devoción, el cariño. Sabía que su afecto era verdadero.

—Le dije la verdad —contestó—. La vi esa mañana, cruzando el parque, y no pude soportarlo más —Shawen caminó de un lado a otro, hablando rápidamente—. La detuve para charlar. Le hablé de mis sentimientos. Le dije quién era, lo que había hecho. Ella estaba paralizada, no reaccionaba.

»Le dije que si me daba la oportunidad, la amaría como nadie. Incluso le aseguré que sería lo que ella quisiera. Si me lo permitía yo sería el hombre que ella necesitaba. O si me prefería como mujer, no importaba.

Annie se detuvo y sacudió su cabeza, comenzando a llorar. Se balanceaba ligeramente hacia atrás y hacia delante sujetando su cabeza, sin soltar el bate.

—Y ella te rechazó —ultimó Bathory, tratando de suprimir los sentimientos de compasión que su reacción le despertaba.

No quería sentirse mal por ella pero una parte de él aún la veía como su frágil e inocente compañera.

—Sí —susurró, negando una y otra vez—. Me miró como mi madre me miraba. Me dijo que debía pedir ayuda. Y de pronto trató de luchar —Shawen se quedó observando un punto en el vacío mientras sus ojos se secaban.

—Todo pasó tan rápido. Tan rápido. No sé, yo no sé cómo pude... Sólo quería que me amara. Quería que dejara de mirarme de esa manera. Quería que me viera como antes, ¿entiendes? Que me aceptara otra vez, que me quisiera como alguna vez lo hizo.

Ella lo observó angustiada, pidiéndole sin hablar que la comprendiera y aunque lo intentó, Scott no pudo desviar la mirada. Preparado para enfrentarla le sonrió y le dijo suavemente:

—Pero nadie quiere a un monstruo, ¿cierto?

El rostro de Annie se desfiguró ante sus palabras, había dolor y odio. Miró al techo mientras soltaba un grito rabioso y golpeaba la caldera con el bate una y otra vez.

Bathory decidió aprovechar su arranque.

Se puso de pie con las piernas temblorosas y la embistió con fuerza, pegándola contra el acero caliente. Ambos gritaron y cayeron al suelo, luchando por someter al otro.

Pero Scott estaba desarmado completamente.

Le dio un puñetazo a Shawen para quitársela de encima pero antes de que pudiera ponerse de pie para buscar el bate, ella pateó su desnuda virilidad.

Cayó al suelo, doblándose adolorido con un chillido ahogado, respirando con dificultad. Se encontró con los brillantes ojos de James frente a él, casi le había caído encima.

—Perdóname —dijo con un gemido de dolor, viendo el momento exacto en que su viejo amigo lo abandonaba.

Una patada en su costado derecho lo hizo sisear, quedándose sin aire de nuevo.

Apretó los dientes para no gruñir de dolor. Respiraba con dificultad pero trató de espabilar para tantear con sus manos el cuerpo sin vida de su amigo.

—¿Qué demonios haces, Scott? Te di la oportunidad de despedirte, no quieras decir adiós ahora —canturreó burlonamente. La escuchó recoger el bate y acercarse. Scott parpadeó alarmado, buscando frenéticamente en los bolsillos de James.

Sabía que había ido a recoger sus pertenencias y lo conocía demasiado bien como para imaginar que debía cargar al menos con una navaja. No podía enfrentar a Shawen así.

Aun si él no estuviera herido, Annie sería más fuerte que él.

—Por favor —rogó cuando sus dedos sintieron algo metálico en una de las bolsas del pantalón. No quería girarse y exponerse ante ella por lo que sólo volvió el torso y la miró de pie ante él—. Anthony, por favor, déjame despedirme.

Annie se detuvo y abrió la boca para responder pero Bathory levantó el pie y golpeó la entrepierna de su contrincante con fuerza.

Shawen exclamó una maldición y cayó contra el suelo con un grito adolorido. La vio rodar en el suelo mientras Scott se levantaba y tomaba el bate. Había conseguido la navaja pero no podía atacarla en el suelo.

—¡Levántate! —exigió a la joven.

El inspector apenas podía sostenerse en pie. El dolor en su cabeza lo hacía tambalearse y temía tener una costilla rota por los repetidos golpes recibidos.

Con un bufido, Shawen se levantó.

—Vas a lamentarlo, Bathory.

No olvides mi nombre©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora