Con una calma que en absoluto sentía llamó a Josh.
—Más vale que contestes o...
—¿Sí? —dijo Lane al descolgar.
—Vaya, hasta que te dignas a responder —reprendió Scott—. ¿Dónde estabas? Te he llamado todo el día.
—Estaba con el alcalde, disculpe inspector. ¿Qué pasa? —Bathory titubeó al oír su respuesta, curioso. ¿Con el alcalde? ¿Por qué?
—¿Qué información obtuviste de Simmons? —escuchó que Josh se aclaraba la garganta.
Scott estaba en su baño, apoyado sobre retrete mientras lo escuchaba hablar. Lane decía que James había dejado su empleo dos semanas atrás, como había dicho, y su jefe informó no haber tenido problema con él.
El hombre incluso agregó que lo entendía y que si James quería volver, tendría su puesto de vuelta en la tienda. Por supuesto, aquello no le hizo sentir mejor.
Scott le explicó qué acababa de suceder y le pidió reuniera al resto de oficiales para iniciar una búsqueda, con la vieja casona como prioridad. Llamó a Shawen directamente para que le acompañara y ella le dijo que en unos minutos estaría allí, pues estaba dormida en casa.
Al escucharla, Bathory se dio cuenta de lo cansado que estaba e imaginó que el resto tampoco dormía bien. Negó y se puso de pie para mojarse el rostro y espabilar. No quería dejar su departamento pero debía bajar para saber si el portero había visto algo.
El hombre era más viejo que el edificio pero esperaba pudiese ayudar.
Salió del baño y cruzó su habitación con pasos rápidos, tratando a toda costa de ignorar su regalo.
Shawen fue la última en llegar.
Lucía agitada y tenía una marca en el rostro que le dejó el bordillo del sofá en el que se quedó dormida; casi le dio lástima. Ella y el inspector iban saliendo del edificio para ayudar en la búsqueda, dejando a Brown y un equipo a cargo en el departamento.
—El portero no está siempre en el vestíbulo, así que no se cuenta con él. Pero me dijo que recordaba haber visto una patrulla estacionarse y que pensó que era yo —informaba Bathory.
Shawen frunció el ceño y rodeó el coche del inspector para subir, esperando a que él entrara; después de encontrar las llaves en uno sus bolsillos se dejó caer en el asiento.
—Pero usted usa su auto personal, y sólo los oficiales andamos en patrulla —recordó Annie mientras él daba vida al coche.
—Lo sé, supongo que no se había fijado.
—Y, ¿no hay cámaras? —Bathory negó y Shawen se mordió el labio, buscando otras posibilidades—. Oh, espere —pidió la oficial, haciendo que Scott frenara bruscamente cuando comenzaba a arrancar.
Annie salió del auto, alisando descuidadamente su cabello alborotado, y se dirigió a la casa de una esquina paralela al edificio. Una mujer mayor vivía ahí desde hace años; cuando la constructora empezó con ese sector de renta le quiso comprar su terreno pero ella se negó.
Era una cotilla, estaba segura de que debió ver algo. Miró sobre su hombro y le hizo una señal al inspector para que esperara cuando vio que salía del coche. La mujer estaba chapada a la antigua, no dejaría entrar a un hombre a su casa aunque fuese el mismísimo Papa.
Bathory la siguió con la mirada y volvió a entrar al auto. La cabeza le estaba dando vueltas y se talló los ojos extrañado cuando su visión se nubló. Se enderezó y sujetó el volante con ambas manos, respirando hondo ante un inesperado mareo.
Con un gemido de dolor abrió la puerta torpemente y saltó, alcanzado apenas a vomitar sobre la nieve de la acera.
—¿Qué demonios? —murmuró limpiándose la boca.
Comida, pensó.
Ni siquiera recordaba cuándo había comido por última vez. Con el tiempo, después de lo que pasó de niño, su estómago se había vuelto una maraña sensible y exigente, debía ser cuidadoso con sus tiempos de comida.
No podía creer que se le hubiese olvidado, siempre estaba pendiente de eso. Oyó pasos acercarse y quiso levantarse rápidamente pero no pudo.
—¿Está bien, inspector?
Sintió la pesada mano de Shawen en su espalda y ni siquiera se la pudo sacudir de encima.
—Sólo debo comer —señaló—. Dame un segundo.
La oficial entendió que quería espacio por lo que retrocedió. Tuvo la idea de dejarlo y seguir sola pero él le ocultaba algo y quería saber qué.
Lo había visto cuando entró al departamento, sostenía algo en su mano y lo guardó con velocidad en su bolsillo cuando se acercó. Sospechaba que era evidencia, pero necesitaba confirmarlo, saber por qué la tomó.
Era peligroso lo que haría pero se animó mientras lo veía levantarse.
—Vamos a mi casa —ofreció ella—. No está muy lejos, será rápido. Dudo que la cafetería siga abierta —mintió, para la policía la cafetería estaba disponible incluso cuando estaba cerrada.
No obtuvo respuesta del inspector y decidió presionar.
—Él ya no está vivo —agregó mirándolo a la cara cuando se volvió hacia ella—. El clima, el corte, el tiempo que ha pasado. Es imposible que siga vivo, señor.
Scott se estremeció y negó.
—No tienes idea de lo que una persona es capaz de soportar para sobrevivir.
Shawen le sostuvo la mirada.
—¿Usted sí?
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No olvides mi nombre©
Mystery / ThrillerTres cadáveres. Tres niños asesinados. Ninguna pista aparente del culpable. Scott Bathory tendrá que descubrir la identidad del asesino antes de que haya otro homicidio. Mientras, deberá luchar contra sus propios fantasmas; esos recuerdos que lo a...