Desayuno

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— A... Toma un lugar Stiles - Le dice mi padre aún constipado por mi respuesta.

Stiles y yo nos sentamos juntos justo frente a Lexie y Mirana. No sé si es mi impresión o Lexie parece estar algo ansiosa... En cualquier caso la chica se veía igual de asustada y disgustada que yo. No la culpaba.

Mi padre pone sobre el centro del comedor los guisados: puré de patatas con mantequilla y albondigón.

— Así que, Malia como te está yendo en la preparatoria? - Me pregunta Mirana rompiendo el silencio incómodo.

No le iba a decir que las matemáticas me estaban ahorcando así que lo mejor sería mentirle.

— Bien - Contestó mientras me sirvo del puré.

— Oi que Lincon Hills es buena, es verdad? - Me pregunta con algo de interés en la voz.

Y a ella que le importa.

— No lo sé... Supongo que si - Le contestó y doy un plato a Stiles para que pueda servirse.

— Gracias - Me contesta casi en susurro.

Mi padre sale de la cocina y se sienta a mi lado.

— Es la mejor escuela del condado... O al menos la más conocida, supongo que por su nivel de estudiantes - Dice mi padre.

Stiles y yo intercambiamos miradas pero después notamos que mi padre nos está mirando cada que puede con el rabillo del ojo.

— Y tú Lexie? Que tal va tu último año? - Le pregunta mi padre tratando de dejar de lado mis miradas con Stiles.

— Bastante bien, creen que podría exentar las pruebas finales - Le contesta mientras pica el albondigón.

En mi cabeza iba haciendo una recopilación de Lexie.
- Aspexto de Barbie
- Inteligente. Sumé a la lista.

Quizá me estaba torturando pero estaba pasando el rato.

Malia va algo mal en las matemáticas, quizá podrías ayudarla - Dice mi padre.

Oh vamos! Es tu chica, su hija tus problemas papá.
Antes de que pudiera decir otra cosa recordé que tenía que ir a la institución mental así que lo aprovecharía para salir de ahí.

— Papá, acabo de recordar que tengo que ir a la institución así que me retiro - Le dije tratando de no soñar tan feliz por irme de ahí.

Stiles estaba disfrutando de su puré de patatas... Me remordía un poco la conciencia tener que sacarlo de ese disfrute.

— Que no es en la tarde? - Me pregunta papá confundido sin poder ocultar su deseo de que me quede.

La verdad es que si tenía la cita en otras tres o cuatro horas pero no me apetecía quedarme ahí. Y si lo hacía sabía que acabaría metiendo la pata.

— No... Me quede con la cita del medio día - Le dije tratando de no sonar tan falsa.

Su expresión cambio a una de resignación al igual que la de Mirana. Creo que le agradaba. Eso es estupido... No le agradó mucho a la gente.

— Bien, el deber te llama - Me dice mi padre y hace una de esas señales que hacían los militares cuando decían eso de "Si señor" y se marchaban.

STAY (Stalia) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora