Capítulo 5

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Inés llegó rato después a la dirección acordada con Loreto, era una casa en un pequeño vecindario, no le dio buena espina, y no porque fuera un lugar humilde, ella igual venia de una posición social bastante modesta, pero lo que no le gustó es que aquella vecindad se veía algo vacía, le daba terror entrar a una casa a solas con Loreto sin que hubiera gente cerca que pudiera socorrerla.

Tocó la puerta propinándole un par de golpes suaves, deseando que no se abriera, que él no estuviera allí para entonces poder darse la vuelta y marcharse lo mas rápido posible de aquel lugar.

Pero la puerta se abrió y un cínico Loreto se asomó en la entrada, siempre con esa sonrisa torcida que le encrespaba los nervios.

—Inesita, que bueno que llegas, pasa por favor. —se hizo a un lado dándole espacio para que ella entrara.

Inés lo dudó un segundo pero finalmente entró y dio un pequeño salto cuando la puerta se cerró tras de ella. Estaba temblando, no tenía un buen presentimiento de todo aquello.

—¿Pero por qué tan nerviosita Inés? Sólo quiero que platiquemos. —se acercó un poco a ella pero Inés se dio la vuelta y se alejó.

—¿Qué es lo que quieres Loreto? No tengo tiempo para perderlo aquí contigo. —dijo levantando la cabeza retándolo con la mirada, aunque por dentro se moría de los nervios.

—Bien, iré al grano entonces, quiero proponerte un trato. Yo sé que te mueres de miedo de sólo imaginar la reacción que tendrá nuestro hijo cuando se entere que le mentiste todos estos años. Por eso estoy dispuesto a aliviarte las cosas para que tú no quedes mal, decirle que fui yo quien te pedí que mintieras para protegerlo y que tú no querías.

Inés lo miró entrecerrando los ojos, nada bueno salía de parte de Loreto a menos que algo obtuviera a cambio, ahora le asustaba preguntarle la otra parte del trato.

—¿A cambio de qué harías algo como eso?

—Con calma Inesita. Le diría a Emiliano que yo te lo pedí, que te supliqué para que le mintieras porque no quería que se avergonzara de que su padre estaba en la cárcel y que sólo quería protegerlo y por eso tu accediste, por el bien de nuestro hijo.

Inés se estaba desesperando, él no terminaba de decirle que quería aunque ella podía imaginárselo.

—Con la condición Inesita de que regreses conmigo.

—¿Qué, te volviste loco? —preguntó alejándose mas de él, no soportaba respirar el mismo aire que aquel hombre que tanto daño le había hecho y ahora le proponía algo como aquello.

—No para nada, al contrario, es un beneficio para ambos. Tú quedas bien con Emiliano, entre los dos le explicamos que todo lo hicimos por su bien ya que fui acusado injustamente y no queríamos que él sufriera y que ahora que estoy libre podemos ser una familia. Vivir todos juntos.

—Tú estás mal de la cabeza. —dio la vuelta alrededor de una mesa, sentía que su corazón se le saldría del pecho, él se estaba acercando demasiado, mirándola como un cazador cuando acecha a su presa.

—¿Pero por qué dices eso? Yo solo quiero que estemos juntos como una familia Inés, tener a mi hijo, tenerte a ti, mi mujer.

—Yo no soy tú mujer y no te acerques. —se alejaba mas de él.

—Pero puedes serlo, mira muy pronto voy a hacer un negocio con unos amigos y voy a tener mucha lana, te puedo comprar la casa que mereces, que tú y mi hijo se merecen.

—No me interesa tu dinero, yo no quiero nada de ti y de una vez te digo que no acepto tu trato, jamás volvería contigo. Me molesta tener que verte, respirar el mismo aire que tú, me das asco, te odio. —espetó furiosa. —Y prefiero decirle la verdad a mi hijo yo y aceptar las consecuencias antes que vivir a tu lado.

TAN LEJOS Y TAN CERCA... SIEMPREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora