TAN LEJOS Y TAN CERCA... SIEMPRE

Capítulo 25

Inés se separó rápidamente de Benigno, ella no sentía que estuviese haciendo algo malo pero la llegada tan repentina de Victoriano la asustó y supo por el tono de su voz que estaba celoso.

—Victoriano mi vida… —se acercó a él quien la miraba con semblante serio. —Benigno me estaba dando un detallito para los bebés. —le mostraba la bolsita de regalo.

Él asintió en silencio pero luego miró las flores que ella tenía en la otra mano.

—¿Y flores? —preguntó intentando mantener la calma.

Benigno bajaba la cabeza apenado.

—Patrón, yo quise tener un detalle con Inés pues por los bebés y por…

—Y porque no pierdes el tiempo, ¿verdad?

Inés lo miró como diciéndole que se calmara, veia como respiraba un tanto agitado.

—Victoriano por favor… —intervenía ella.

—Don Victoriano, disculpe, no fue con mala intención que le di las flores, yo… yo le pedía disculpas por no haberla podido ayudar mas cuando sucedió lo de Loreto y le di ese regalito para los chamacos pero hasta ahí, yo a Inés la respeto mucho.

—¿Pero también estás interesado en ella? ¿O me lo vas a negar?

Benigno se quedó callado.

—Victoriano, no hay necesidad de esto. Ya basta.

—Yo pos… sí patrón quiero a Inés, eso no es un secreto.

Victoriano sintió que la sangre le hervía y dio un paso hacia él.

—Pero ante todo la respeto, y sobretodo lo respeto mucho a usted y a la relación que tienen. Jamás intentaría meterme ahí. Yo lo estimo Don Victoriano.

—Pues si me estimas, no abraces a mi mujer. No me gusta. —le dijo molesto.

—No vuelve a pasar patrón, le pido disculpas. Perdóname tú también Inés, lo menos que quería era causarte problemas. Permiso… yo mejor me retiro. —y se fue dejándolos solos en la cocina.

—Benigno… —ella le habló pero él ya no la escuchó.

Inés volteó a ver a Victoriano y negó con la cabeza.

—¿Qué necesidad tenías de tratarlo así? Él no estaba haciendo nada malo, sólo quiso tener un detalle conmigo, es mi amigo Victoriano, lo fue por años antes de irse al otro lado y yo solamente le estaba agradeciendo el gesto.

—Ay por favor, ¿qué gesto? Si te dio ese regalo y las flores es porque quiere contigo. No, si no pierde tiempo. —decía con la voz cargada de celos.

—Por Dios Victoriano, ¿de qué hablas? Benigno apenas se me acerca, no sé porqué dices que no pierde el tiempo.

—Entiéndeme Inés, me pongo celoso, ese hombre está enamorado de ti, viste que no lo negó, al contrario lo aceptó. ¿Cómo crees que me siento?

—Es que no tienes motivos para ponerte celoso, él podrá sentir lo que quiera pero respeta nuestra relación, en la vida me ha hecho una insinuación fuera de lugar.

—¿Lo defiendes? —preguntó enojado.

—Sí… lo defiendo porque él no estaba haciendo absolutamente nada malo, y porque tú estás exagerando con tus celos. —le dijo ya molestándose por su actitud.

—¿Y tú por qué tenias que andar abrazada a él?

—Victoriano ya te expliqué que le agradecí el gesto, ¿qué demonios es lo que te pasa?