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Mi mal humor es activado cuando me despierto con todo mi cuerpo adolorido. Apenas coloco mis pies en el suelo un escalofrío me recorre, suspiro. 

Salgo de la habitación de puntas dirigiéndome al único baño del lugar, toco la puerta ya que veo esta con cerradura. Bufo al escuchar la voz somnolienta de un hombre mientras que me apoyo en la pared cruzada de brazos. Estoy segura de que ya han pasado más de veinte minutos, o una hora máximo. 

- Apúrate - digo entre dientes perdiendo la poca paciencia con la que nací.

- Ya salgo - responden de mala gana.

 Bien ya somos dos de mal humor.

Wally, el esposo de Ana, es un hombre paciente y cariñoso pero a veces su paciencia tan tranquila y su actitud desinteresada llegan a desesperar hasta el punto de querer pegarle. No es que no me agrade sin embargo ver a Ana corriendo de aquí para allá y a él tirado en el sillón jugando con Nati hace que quiera gritarle no obstante debo quedarme callada porque si yo llegara a levantarle la voz, nada bueno pasaría.  

Pasan más de treinta minutos cuando él sale con la peor cara de zombie que he visto. Lo fulmino con la mirada y lo empujo levemente para luego poder entrar de una digna vez al baño, tardo mas de lo normal en darme un baño y al salir me fijo la hora. 

¡Voy a llegar tarde! 

Agarró la primer ropa que encuentro y con rapidez me arreglo no sin antes hacerme un moño en el cabello. Salgo de la habitación y agarro mis cosas para salir del departamento, un poco mas y me llevó  puesta a Ana pero no es mi culpa que este en el camino. No logro escuchar sus berrinches porque con mis torpes pies comienzo a bajar las escaleras ya que el elevador se descompuso, otra vez.  Con la suerte de mi lado terminó en el suelo juntando las cosas de mi morral, bufó cuando salgo del edificio y veo que el autobús ya se ha ido.

- ¡Esto es una maldita broma! - grito mientras intento acomodar mi ropa.

- Señorita, esas no son formas de una dama - dice un anciano detrás mío. Lo miro suspirando.

- Lo siento, me pongo histérica cuando estoy menstruando - digo para luego comenzar a caminar con la velocidad que mi cuerpo me permite.

Para mejorar mi día el clima está soleado a pesar de ser invierno, hace calor y eso significa que transpirare como animal en todo el transcurso.

Mientras camino a paso apresurado hacia el edificio de la textil Tomlinson,  la gente me mira raro al empujarlos pero pareciera que hoy todos andan más lento de lo normal,  ahora mi preocupación  es que Louis me regañe, de nuevo. 

Doy la vuelta en la esquina para estar frente al gran y deslumbrante edificio, estoy a punto de tirarme en el piso para recuperar todo el aire que perdí en el camino. Obviamente, luego de entrar, no lo hago pero si me doblo en dos para recuperar el oxígeno que necesitan mis pulmones, pobres pulmones.

Levanto mi mirada para ver a Alice desparramada en su escritorio muerta de risa. Genial, lo que me faltaba. Ruedo los ojos y me acerco hacia ella con mi paso firme aunque por dentro estoy sufriendo de la mejor forma la peor vergüenza de mi vida.

Ella me mira unos segundos e intenta recuperar el aire mientras limpia las lágrimas de sus ojos. Intentan hablar pero la risa se lo impide, suspiro y miro que tiene unos papeles para el jefe, se los quitó del escritorio y la miró unos segundos para darme cuenta de que ella es una idiota de primera.

Me recargo en las paredes el elevador cuando las puertas de metal se cierran delante mío, cierro mis ojos por unos minutos. En serio, esa niña de apenas tres años causa más problemas que la madre, y Ana es el demonio en persona.

I'm not your stereotypeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora