Capítulo tercero.

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En una semana tendríamos nuestra primera competición de la temporada. Aunque no estaba muy segura de que vayamos a ganar, era técnicamente imposible.

Una de las razones era que las otras academias tenían mayor nivel, y solo competían los más expertos en la academia, haciendo que sus bailes se vean limpios y coordinados.

Valery estaba muy nerviosa, ya que ella era la principal. Siguió mis consejos, y acabó siendo la protagonista. Para ser sinceras tenía envidia, pero no por ser la protagonista en sí, si no porque a ella le dejaban una clase para ella sola con el fin de ‘practicar’.

Esa era otra de las razones por las cuales no creo que ganemos. Valery. Sus pasos estaban bien, ponía empeño, pero no eran limpios, no se diferenciaban en nada, y fuerza no tenía ninguna. Confío en que el viernes lo de todo de sí.

-¡Hija! ¿Puedes bajar un segundo?-me gritó mi madre desde la puerta.

-Claro, mamá- le contesté gritando mientras bajaba las escaleras- ¿Qué pasa?

Noté que estaba algo nerviosa, y eso solo podía significar dos cosas, o que me tenía que decir algo importante o algo estaba mal.

-Hija, siéntate, tenemos que hablar-dijo con los ojos cristalizados.

Me senté en el sillón sin rechistar y me dispuse a escuchar.

-Tengo una mala noticia, sé que no te va a gustar, pero te juro que no lo haría si no fuera necesario, pero lo es-pausó-nos mudamos.

-¿dónde?-pregunté algo dudosa y con la esperanza de que nos mudáramos a alguna parte del barrio.

-Lejos, nos iremos a otro país-vi como una lágrima caía por su  mejilla-no quiero que te pase nada,  y lo más probable es que aquí te pase algo.

-¿Nos iremos a otro país? ¿Y mi academia, y mis amigos?-pausé- ¿Lo dejaremos todo?-pregunté ya con lágrimas en los ojos.

-Hija, es lo mejor, aquí nos estamos seguras- ¿Seguras? ¿De qué habla?-ya te enteraras más adelante, solo por favor, no me odies- añadió con los ojos rojos.

-Mamá, jamás te odiaría.

Me levanté del sillón y la abrace con todas mis fuerzas, dándole a entender que no estaba sola, que yo estaba con ella.

No me gustaba la idea de mudarme a otro país, y mucho menos, dejar mi academia. Sé que podré apuntarme a otra academia, y que podré seguir bailando, pero ganarme la confianza de las profesoras me llevó un año, al igual que adaptarme a los horarios, y a cada norma de la escuela.

Sin duda alguna sería un reto si lo hago en menos de seis meses, y ¿qué decir? Me gustan los retos.

-Hija, sé que no te gusta la idea de mudarnos, y más a otro país, pero lo tenemos que hacer- volvió a repetir mientras se limpiaba una lágrima que rondaba por su mejilla derecha.

-Tranquila mamá, sé que no lo harías si fuera necesario- pausé- bueno, ¿Cuándo nos vamos?

-dejaré que actúes en tú competición, y luego nos iremos.

-Gracias mamá, no olvides que siempre estaré contigo.

La volví a abrazar y fui a mi habitación. Error. Al entrar vi las fotos que tenía con mis dos mejores amigas. ¿Me despediría de ellas? No, o al menos, no en persona. No podría y no quería que mi madre se sintiera peor de lo que ya se sentía.

La carta para mi prima sin duda, sería la peor. Ella era mi mejor amiga, y no podría dejarla así como así. Pero no podía hacer nada.

La coreografía estaba montada, yo tan solo tenía que seguir los pasos.

Sweet DanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora