Capítulo veintitrés.

350 25 3
                                    

Nos separamos lentamente y nos miramos a los ojos. Sentí como toda la sangre de mi cuerpo se acumulaba en mis mejillas, ¿Qué había hecho? ¿Yo había besado a Niall?

-Disfruta cuanto puedas, no pienso quedarme de brazos cruzados-pausó- no pararé hasta que la única chica a la que bese sea yo-susurró la rubia teñida en mi oído para luego dar una vuelta-demasiado dramática para mí- e irse a quién sabe dónde.

-Esto…-balbuceé nerviosa.

-¿Vamos a la cafetería?-preguntó antes de que siguiera hablando. Asentí con la cabeza y pusimos rumbo a la cafetería.

Durante el camino estuve sumisa en mis pensamientos. No podía parar de pensar en el  beso.

¿A él le había gustado tanto como a mí? O ¿simplemente me siguió el beso por quedar bien delante de la rubia?

Llegamos a la cafetería y el abrió la puerta y me dejó pasar primero, como todo un caballero.

Niall llegó hasta mí y entrelazó su mano con la mía.

Una corriente eléctrica pasó por todo mi cuerpo.

Sin soltar su mano, caminamos hasta la mesa donde normalmente nos sentamos.

-¿Tienes algo que hacer esta tarde?-preguntó después de darle un bocado a la manzana que tenía como almuerzo.

Pensé antes de contestar-no.

-Genial-sonrió-pues puedes venir a mi casa a comer y luego vemos alguna película o también podemos ensayar algo de la coreografía-amplió su sonrisa.

-Claro-sonreí yo también por inercia.

[…]

Caminamos los pocos metros que nos quedaban y entramos a mi casa.

Habíamos acordado pasar primero por mi casa para recoger algo de ropa para después de ensayar y pedir permiso a  mi madre.

-Mamá-entré llamándola a la cocina- ¿Puedo ir a comer a casa de Niall?-pregunté con mi mejor cara-ensayaremos y veremos una película.

-Claro.

-gracias mamá-le di un beso en la mejilla y subí a mi habitación para recoger las cosas.

Cuando estuve lista bajé al salón y vi a Niall sentado en el sofá viendo la tele.

-Ya estoy-sonreí y caminamos hasta la puerta- ¡Mamá, nos vamos ya!-grité.

-Vale-pausó-¡No os olvidéis de usar protección!

-¡Mamá!-grité en forma de respuesta.

Cerré la puerta de golpe y me di la vuelta sonrojada.

-No te rías-empujé a Niall quien no paraba de carcajear- no hace gracia-empecé a caminar hacía casa de Niall con él aún riendo detrás de mí.

-No te enfades-rodeó mi cuerpo con sus brazos- sabes que te quieres reír.

-No, no me quiero reír-me deshice de su agarra y caminé más rápido pero esta vez sin poder contener una sonrisa.

-¡Ves! ¡Sabía que te estabas riendo!-me asustó al ponerse delante.

-Date la vuelta y camina-ordené.

-Pero no te enfades-hico un puchero.

-No me enfado, pero anda-sonreí esta vez.

Caminamos unos dos pasos y sentí como la mano del rubio volvía a entrelazarse con la mía.

Entramos a su casa y vi que no estaban sus padres.

-Mis padres están trabajando-avisó-llegarán a eso de las ocho.

-De acuerdo-pausé- ¿Qué comeremos?

-podemos pedir un pizza-asentí.

Llamó a la pizza y mientras esperábamos nos pusimos a ver la televisión.

-Oye-me llamó- respecto a los de Tara, no hace falta que lo hagas si te molesta

-¿Tara es la rubia?-asintió- No me molesta, quiero decir, no me molesta porque somos amigos, y los amigos se ayudan, ¿no?-dije nerviosa por mi gran confesión.

-Gracias-sonrió y me abrazó por los hombros

-De nada-sonreí en su pecho.

[…]

La música sonaba por toda la habitación. Hace unos minutos habíamos decidido poner la música aleatoriamente y bailar lo que saliera, así podríamos practicar el improviso, y la verdad me estaba divirtiendo mucho, cuando quería podía llegar a ser extremadamente gracioso.

Ahora mismo estaba haciendo un paso rarísimo que consistía en mover todo tu cuerpo al descompás. En este momento es cuando me arrepiento de no haber traído mi móvil para dejarlo cargando.

Terminó la canción que estaba puesta y ahora sonaba una más lenta.

Niall se acercó a mí y me pegó a su pecho.

-señorita-empezó a decir-¿me concede este baile?

-Pos supuesto caballero.

Colocó sus manos en mi cintura y empezó a balancearnos, yo coloqué mis manos en su cuello y le miré a los ojos.

Jamás había visto unos ojos tan azules.

Sin darnos cuenta, cada vez nos íbamos acercando más y más.

Sin querer, dirigí mi mirada a sus labios y noté como él hizo lo mismo. Se acercó más hasta casi rozar sus labios con los míos.

¿Iba a besarme? Yo estaba deseando que lo hiciera.

-¿Puedo...?-preguntó rozando sus labios con los míos. No hacía falta que terminara la oración, yo sabía que quería y yo, por supuesto, no iba a negárselo.

Asentí con la cabeza sin apartar la mirada de sus labios y sentí como terminó de juntar sus labios con los míos.

Y, de nuevo, volví a sentir esas mariposas en mi estómago. Esto me demostró que a mí me gustaba el rubio, y mucho.

Sweet DanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora