Capítulo treinta.

278 24 3
                                    

Me levanté unos diez minutos antes de llegar al campamento, y cuando llegamos nos llevamos una sorpresa al ver muchos niños parados en el porche de una gran casa.

-¿Por qué hay tantos niños, Harry?-preguntó Bianca.

-Ah, sí, esto… -se paso un brazo por el cuello bastante nervioso- puede que no os haya dicho la verdad acerca de este viaje.

-¿Qué no nos has contado?-pregunté algo enfadada. Odiaba que me mintieran.

-Pues veréis, es gracioso en realidad-pausó- mi tío hace poco me llamo diciendo que necesitaba monitores para su campamento, y como yo le había hablado de vosotros, pues me dijo que os trajera para que le ayudáramos.

-O sea, que vamos a trabajar gratis- soltó  Louis.

-Sí-afirmó Harry- pero mirar el lado bueno, el campamento es de baile.

Sonreí.

-¡Genial! Esto nos ayudará en la competición-dije para finalizar.

Cuando bajé del autobús vi a todos los niños riendo y gritando un: ¡Bienvenidos! Algo distorsionado. Sonreí como respuesta y luego sentí como alguien rodeaba mi cintura con sus brazos y me susurraba: “espero que te gusten los niños, porque pienso hacerte muchos hijos”. Me puse roja como un tomate y le pegué muy flojo en el brazo.

La verdad, no me importaba que Niall me hiciera hijos.

Todos bajaron del autobús, así que sacamos nuestras maletas para que no se las llevara el autobús.

-Tío Derek, estos son los lobos-presentó cortamente Harry. Rodé los ojos y me dispuse a presentarme formalmente. Acto que repitieron todos.

-¡Sois muchos, no podré aprenderme todos vuestros nombres!- exclamó con una sonrisa- me ayudaría mucho que os pusierais algún cartón con vuestro nombre en la camisa como hacen los niños.

Reímos y después nos guió hacía una casita de madera que había detrás de la gran casa donde estaban los niños.  Entramos y me quedé realmente impresionada; todo estaba hecho de madera, ¡Incluso había una pequeña estatua de un caballo de madera!

Derek abandonó la casa después de hacernos  un pequeño tour avisándonos que la comida sería en dos horas y que ese tiempo lo teníamos libres, y cuando sin darme cuenta, toda la habitación ya estaba desordenada.

Varias camas que antes estaban separadas, ahora se encontraban juntas, las maletas de la mitad de los chicos estaban abiertas encima de la cama y casi todas las chicas ya habían sacado su neceser para correr al baño y coger alguna repisa. Busqué al rubio con la mirada, y lo encontré  encima de dos camas juntas con su maleta al lado y la mitad de su ropa tirada.

Negando con la cabeza llegué hasta las camas donde estaba y me tiré encima de él.

-¿Se puede saber por qué has juntado dos camas? ¿Pretendes dejarme sin cama o qué?-me hice la ofendida. Sabía que una de esas camas era para mí, bueno, lo deducía; no creo que hubiera preferido dormir con alguien más sabiendo que le cortaría las bolas si era una persona de sexo opuesto.

-Junto dos camas para así poder dormir contigo, morena-contestó él con la cabeza pegada a la cama ya que se había tumbado boca-abajo  y yo estaba encima de él impidiendo que se moviera- Lizzy, cariño mío, ¿Te importaría quitarte de encima de mí? No me levantar la cabeza y no puedo respirar-soltó gracioso pero apenas audible.

Reí y me levanté de encima.

-quejica-dije cuando me tumbe boca-arriba a un lado de él.

-No soy quejica-se defendió él. Segundos después se tiró encima de mí y juntó nuestros labios en un apasionado beso.

¡Qué bonita sensación!

Sonreí en medio del beso al notar como Niall ponía una de sus manos en mi cintura y me brindaba pequeñas caricias. Yo coloqué mis dos brazos alrededor de su cuello y enredé mis dedos en su corto pelo.

Paró el beso y me miró.

-¿por qué sonríes?-preguntó.

-me haces cosquillas-respondí con una sonrisa.

Soltó una pequeña carcajada y volvió a besarme. Esta vez cortó el beso para besarme en el mentón y luego proseguir por mi cuello.

Volví a reírme por culpa de las caricias que me brindaba con su boca y al sentir su respiración en mi cuello.

Volvió a parar para volver a besarme en la boca.

-¡Consíganse una habitación!-gritó alguien a quién no puse mucha atención

Paramos de besarnos para soltar una ruidosa carcajada.

¿Os había dicho ya lo mucho que amaba su risa?

¿No?

Bueno, pues os lo digo ahora; amo su risa.

Sweet DanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora