Capítulo veintinueve.

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-¡Hija!-gritó mi madre en mi oído- ¡Levántate de una vez que ya están todos aquí esperándote!

¡Mierda! ¿Cómo podía haberme dormido?

Me levanté de la cama de un salto y corrí al baño, donde hice mis necesidades y me preparé para darme una rápida ducha.

Terminé unos seis o siete minutos después. Tiempo record para mí ya que usualmente suelo tardar como media hora dentro de la ducha. Salí de la ducha envuelta en una toalla y directamente me fui a coger el cepillo para poder cepillar el pelo. Cuando terminé me dispuse a vestirme con la ropa más cómoda para viajar que había encontrado en mi armario,  y cuando hube acabado bajé rápidamente hacía la cocina. Sí llegaba tarde, pero eso no iba a permitir que me fuera sin desayunar.

-¡Aleluya!- oí el grito de Bob de fondo. Exagerado, no me había tardado más de quince minutos.

-¡Hemos estado esperándote lo menos cuarenta y cinco minutos!-esta vez me gritó Liam. Bueno, quizás si me estuvieron esperando algo de tiempo.

Sonreí con pena mientras salía de la cocina- lo siento, se ve que ayer entre la maleta y eso no me di cuenta de que no había puesto la alarma.

Cuando terminé de hablar ya me había comido las dos magdalenas que había decidido comer como mi desayuno.

Sin decir una palabra, nos preparamos para salir. Esperamos en la puerta ya que mi madre –que se había auto-elegido para ser la “mamá” del grupo- quería decirnos algunas cosas antes de partir.

-Bien, chicos. Espero que lo paséis muy bien, y sobre todo que os protejáis del sol-pausó con una sonrisa- ¡Ah! Y como me entere de que no habéis comido bien, os castigaré a todos.

Reímos por eso último, y pusimos rumbo al mini-autobús que nos llevaría hasta el campamento del tío de Harry.

-¡Ah! Y sobre todo, ¡Tomad precauciones! ¡No quiero ninguna sorpresa para cuando volváis!-gritó en medio de la calle dirigiéndose más bien a Niall.

-¡Mamá!-chillé roja de la vergüenza. Oí varias risas a mi espalda que causaron que me riera yo también- ¡Ya hablaremos cuando vuelva!-le grité “enfadada”

Subimos al autobús donde nos sentamos en pareja.

Claro está, yo subí con el rubio, que, ahora era MI novio.

Nos sentamos en los asientos del final, al lado teníamos a Bianca y Lourdes que se preparaban para dormir.

-Con que tu madre no quiere ninguna sorpresa para cuando volvamos, ¿Eh?- se burló mi acompañante.

Reí por los nervios- tonto-susurré.

-Te he oído-dijo “enfadado”

-Me alegro-dije con una sonrisa.

Me sonrió y se acercó para besarme. ¡Dios! ¡Cuánto me gustaba que hiciera eso!

Nos separamos lentamente y juntamos nuestras frentes.

-Sabes que no pienso separarme de ti en ningún momento, ¿verdad?-dijo con una sonrisa.

-No te he pedido que te alejes-sonreí también.

-Aunque lo hagas no podría-pausó- no podría dejar que ninguno de los chicos que haya allí se te acerque.

-Celoso-sonreí y me acerqué para darle un pequeño beso.

Estuvimos hablando un buen rato, hasta que me entro sueño, así que decidí apoyarme en su hombro y descansar  hasta llegar al campamento.

-Duerme bien, princesa-fue lo último que oí, que  por cierto, me hizo sonreír como una estúpida.

No sé porqué, pero siento que este viaje será único e  inolvidable para mí.

Sweet DanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora