Capítulo veinticinco

297 17 1
                                    

-Cariño, voy a salir-aviso antes de cerrar la puerta.

Todo se había vuelto raro…y con ‘todo’ me refiero a mi madre. ¿Qué le pasaba?

Desde al menos dos semanas llevaba saliendo casi todos los días y a la misma hora. No confundiros, me gusta que salga de casa, pero me fastidia que simplemente me diga que iba a salir, ¿No podía especificar un poquito más?

-¿Tú sabes que le pasa a mi madre?-le pregunté a mi prima.

-No, ¿Por qué?

-Porque esta rara últimamente…

-Pues no sé-se levantó del sofá donde estábamos y se fue sin decir ninguna palabra más.

 ¿Qué le había picado a ella ahora? ¿Por qué ya no teníamos la misma relación de antes? Nunca habíamos hecho algo la una sin la otra, y desde hace una semana y media lo único que hemos hablado ha sido una mísera conversación sobre el clima que hacía ese día.

No quería pensar nada malo, mucho menos contra mi familia. Pero sé que algo se esconden. Y yo odio los secretos.

Bufé y me levanté del sofá. Me dirigí a mi habitación y me tiré a la cama boca-abajo.

Tenía que pensar en muchas cosas, como el reto que le hicimos al idiota de Thomas, o la relación falsa con Niall -que no es tan falsa, porque parecemos novios hasta cuando estamos solos- o también en lo raras que están mi madre y mi prima.

¡Demasiadas cosas para una sola mente!

Me di la vuelta en la cama y ahora quedé mirando al techo. ¿Qué podía hacer? Andy había quedado con una chica de su academia, Los del grupo hoy no podían ensayar porque tenían no sé qué con sus familias y Niall estaba de viaje.

Suspiré al pensar en Niall. ¿Qué me había hecho? Yo jamás había suspirado por un chico.

La verdad, el tema de Niall me tenía muy confundida, ¿Qué éramos? ¿Novios? No. ¿Amigos con derecho? No, tengo dignidad. No sabía lo que éramos y eso me traía enferma.

Me levanté de mi cama y decidí hacer algo productivo como comer algún sándwich o bailar.

Decidí hacer las dos, así que me puse los cascos y bajé a la cocina al ritmo de Beyonce.

Bailé por toda la cocina mientras cogía las cosas que iba a necesitar para hacer mí preciada merienda.

Terminé de preparar la merienda y instintivamente me senté en el mesón de la cocina, haciendo así que los pies me colgaran.

La música seguía sonando y yo movía mi cabeza al compás de la música.

Solo esto podría relajarme.

Recogí todo lo que había ensuciado una vez había terminado y decidí dar una pequeña vuelta por el barrio para despejar mi mente.

Cogí mi abrigo, el móvil, las llaves, algo de dinero y salí de casa.

Sweet DanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora