La fiesta

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Después de haber peleado con Víctor por casi una hora, se dio cuenta que no podía herirme con palabras, fue al armario y me lanzo una de sus camisas.

-Cámbiate, iré a darme una ducha. - Fue al baño y lanzo la puerta

-Seguro. -Me levante y tome las sabanas de la cama y una almohada y me acosté en el sofá que estaba al frente de la cama, me recosté y me quede mirando el techo, esperando que el sueño volviera a mí. Escuché la puerta del baño abrirse, pero no volteé a ver.

-Así que vas a dormir allí, pero que necia. - Le di la espalda. Tengo que salir de aquí como sea, Cerré mis ojos y de inmediato me quede dormida.

Caminaba por un parque, ¿qué hacia allí?, la brisa soplaba, se sentía muy bien, me detuve al ver a una hermosa mujer sentada al pie de un árbol, llevaba un vestido blanco, su cabello color castaño oscuro.

-Mamá. - La mujer volteo a verme, me sonrió y se acercó a mí.

-Anastasia, mi niña.

-Mamá. - Las lágrimas comenzaron a salir sin control

-Tranquila querida. -La interrumpí.

-Como te extrañado. -Mi madre me abrazo.

-Yo igual pero ahora no es momento de ponerse sentimental, tienes que salir de donde te tienen, corres peligro allí. -

- ¿A qué te refieres?

-Víctor, a él me refiero, sal de allí vuélvete fuerte y termina con esto de una vez.

-No, no entiendo ¿a terminar con qué?

-Ya lo sabrás, vete. - ¿Que? - Anastasia vete ¡Ahora!

Me desperté desorientada, ¿dónde estaba?, de inmediato lo recordé, la casa de Víctor, mire hacia la cama estaba profundamente dormido, me levante, fui hacia la puerta, la abrí, mire hacia la cama para ver si desperté a Víctor, lo último que quiero es eso. Al asegurarme que todavía seguía dormido salí de la habitación, comencé a explorar la mansión, era gigante, camine hacia una de las ventanas que estaban tapadas con unas pesadas cortinas color purpura, antes de abrirlas me pregunte si a mí me afectaría la luz del sol, dude, pero con lo necia y lo curiosa que soy la abrí, afuera había mucha luz, el sol brillaba, su luz dio directamente a mi cara, pero no pasó nada, pensé, que me iba a convertir en una antorcha, pero no. ¡Esto es genial! Momento ¿y si los vidrios no permiten que los rayos del sol no los afecte en esta casa?, me aleje y busque una puerta de salida que no fuese la principal, recorrí casi toda la mansión ¡La puerta de la cocina! camine rápido en busca de la cocina y efectivamente tenía una puerta, gire la llave y la abrí poco a poco, cuando la luz del sol entro no me quemo ¡si, si, si, si! la luz del sol no me afecta y sin pensarlo salí a patio corriendo como una loca.

-Wow. - Me sentía tan feliz y emocionada, pero me detuve al pensar. -Y si Víctor se entera de esto ¡Ay Dios! eso sería muy malo. - entre corriendo a la cocina, cerré la puerta detrás de mi.- Tengo que tener cuidado con esto.- Escuche a mi estómago rugir.- Como mandes, es hora de comer algo, además ¿qué hora es?.- Busque un reloj para saber qué hora era y vi el del micro hondas tenía la 9:35, no me lo creí y busque otro, entre en la sala, había un televisor, lo encendí y busque la hora y si eran las 9:36.

Al estar segura de la hora busqué en la cocina algo de comer, hice café primero que nada (muy importante para mi día) había pan, huevos, y otras cosas, recordé el sueño en el que aparecía mi madre advirtiéndome del peligro que corro, luego de comer veré como escapar de aquí. Estaba desayunando cuando Víctor se me aparecía de repente y por reflejo le lance el café caliente que estaba bebiendo en ese instante.

NocturnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora