Mi padre se tensó al momento en que Alex le dijo que se iba a casar conmigo. Todos se quedaron en silencio esperando que mi padre respondiera a lo que le habían dicho. Nada bueno va a salir de esto. De un momento a otro mi padre estaba frente a Alex.
-Tu eres solo un centinela y ni en tus mejores sueños te casarías con mi hija.
-Lo siento señor, pero la decisión es de Anastasia. - Mentalmente le pegue en la frente ¡¿Cómo demonios se le ocurre decirle eso a mi padre?! Mi padre sujeto a Alex por el cuello y lo alzo.
-La decisión, podrá ser de ella, pero yo soy aún su padre y mientras yo esté vivo decidiré quien bueno para ella y quién no. Y tu mi amigo no lo eres. - Era la primera vez que veía enojo en mi padre.
-Ian detente. -Mi padre gruño.
-No te vas a casar con él. - Envió a Alex hacia tras, golpeándose con la pared cayo. - Y soy tu padre no debes de llamarme por mi nombre. - Lo mire asombrada, a mi padre le entro la responsabilidad de un día para otro.
-A ver papito querido, tu aún no has salido del no te he perdonado por completo, por abandonarme cuando estaba pequeña.
- ¡Ani!
- ¡Ani un demonio, para ser un padre responsable conmigo tienes que enmendar lo que has hecho! - Me di vuelta y salí del salón directo al jardín, necesitaba respirar antes de que matara a alguien. Comencé a caminar de un lado para otro, era mi mejor manera para calmarme.
-Ana. - Era Diego, se acercó a mí y le sonreí. - Cálmate quieres, él va a terminar cediendo, lo conocemos mejor que nadie.
-Lo sé, pero es que me molesta que quiera actuar como un padre ahora.
-Seguro quiere recuperar el tiempo que perdió cuando se fue. ¿Sabías que ha estado intentando acercarme a él?
-Esto es nuevo. - Dije sonriendo. Achique mis ojos. - Me ibas a decir algo más, así que habla.
-Bueno es sobre lo que dijo Alex, yo si estoy de acuerdo con él, debes ser feliz, lo que te ha tocado pasar no ha sido fácil.
-No lo ha sido, pero me alegro de que por lo menos tu si me quieras ver feliz.
-Ian también te quiere ver feliz, a su manera, pero te quiere ver feliz. - Mi hermano y yo fuimos a la cocina por algo de comer, pasamos un muy buen rato, me había comenzado un mareo así que me despedí de él y me fui a mi habitación, al entrar caminé directo a mi cama, pero me detuve al ver una rosa roja en una almohada.
- ¿Y esto? - La tome en mis manos y la acerque a mi nariz, tenía un delicioso olor.
-No sabía qué tipo de flor te gustaba así que decidí por una rosa. - Alex hablo a mi oído, paso sus manos por me cintura.
-Te esforzaste tanto. - Dije sarcásticamente.
- ¡An!, no me salen las cosas románticas, dame crédito. - Me reí de Alex, me miraba molesto.
-Lo siento, lo siento es que, nunca te había visto hacer algo así. - Me aclaré la garganta y me puse seria tratando de no reír. - Es una rosa muy preciosa.
-An no te rías. - Se sentó en mi cama.
-Ay vamos te estoy diciendo que la rosa esta hermosa. - Me acerque a él para darle un beso, pero por un descuido ya me había tendido en la cama.
Alex se colocó sobre mí, aparto varios mechones de cabello de mi cara, me observaba atento, poco a poco se fue acercando a mi boca, humedecí un poco mis labios esperando que Alex se acercara un poco más. Alex ya estaba tocando mis labios con los suyos.
Alguien llamo a la puerta, Alex soltó un suspiro de frustración, se sentó a mi lado y me levante para ver quien llamaba, pero antes de que pudiese tirar de la manija, mi padre entro.
-Ani necesito. -Miro a Alex luego a mí. - ¿Que hace Alexander en tu habitación? - Me miro molesto.
-Bueno. - Lo interrumpí antes de que dijera algo.
-Vino a traerme una rosa. - Corrí en busca de la rosa que me había traído Alex y se le mostré. -Linda la rosa ¿no? - Mi padre me miro sospechoso, sabía que algo más había estado pasando.
-Sí, así es, necesito hablar contigo a solas. - Alex asintió y salió de mi habitación.
-Papá si vas a pelear conmigo no estoy de humor.
-No lo voy a hacer, no voy a pelear contigo, solo es que.
- ¿Solo qué?
-No quiero que salgas lastimada, que llegue un día y te arrepientas de haberte casado, aún eres muy joven.
-Papá.
-No Ani escúchame, sé que tu madre estaría de acuerdo contigo, que ya estas grande para decidir que está bien para ti y que no. Pero para mí seguirás siendo aquella niña que deje sin explicarle el motivo de mi desaparición, Anastasia eres mi sangre, eres mi niña. - Me acerque a él y lo abrace, lo extrañaba mucho, y al parecer mi decisión de casarme hizo que se acercara a mi sin que le importase que dijera.
-Yo también te quiero, ¿sabías que me hacías falta?
-Yo también te extrañe.
-Mamá estaría feliz de vernos así. - Me separe de el
-Esto es para ti, te lo iba a dar el día en que te convirtieras en reina. - Mi padre tenía una pequeña caja en sus manos, me la entrego y la revise, en su interior había dos anillos.
- ¿Y esto? - Levante la vista hacia mi padre.
-Tu madre los quería para ti. ¿Sabes que representan?
-Bueno, el de oro el sol y el de plata la luna.
-Sí, el de oro somos nosotros los vampiros y el de plata.
-Los lobos.
-Esos anillos los uso la reina, un centinela de cada raza debe entregarte estos anillos y con ello se convierten en tus guardianes.
- ¿Y quiénes serán esos centinelas?
-Tu tío escogerá a uno de los lobos y yo escogeré al de los vampiros.
-Papá, no vas a elegir a Alex ¿cierto? - Se volteo para salir.
- Aún no lo sé.
- ¡Papá! - Y saliendo de la habitación me dejo con la palabra en la boca. - Se comporta como un niño.
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Nocturnos
VampireNo he podido dormir, de nuevo ese sueño no me da descanso, no entiendo que quiere decir. Solo él puede decirme que me pasa