Celos a montón

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Como por cosas de la vida (nunca me gusta lo que la vida me depara) aparece mi padre en la habitación de Alex ¡sin llamar a la puerta!, nunca se le va a quitar esa costumbre!

-Y bien explíquenme que pasa aquí.

-Se llama a la puerta cuando quieres entrar en algún lugar, padre. - Lo mire molesta.

-Nunca lo hice y no lo voy hacer ahora.

-Pues deberías ¿que querías?

-Saber cómo estabas.

-Ya me viste y estoy bien. - Me levanté de la cama y todo comenzó a darme vueltas, sentí unos brazos en mi cintura y unas manos en mis hombros.

-Hija ¿estás bien?

-Solo un mareo.

-Todavía estas débil tienes que descansar. - Me dijo Alex. - Señor será mejor que la dejemos dormir otro rato. - Alex me levanto y me llevo a la cama de nuevo. Mi padre salió de la habitación, Alex iba a hacer lo mismo, pero estiré mi mano y lo detuve.

- ¿Que recuerdas? y no me mientas sé que recordaste algo. - Alex dudo, pero se sentó a mi lado.

-No recordé, más bien soñé. -Lo mire e hice que continuara. - Estaba en un instituto me dirigía a una clase, creo que era literatura, al entrar percibí un olor delicioso, estabas al final de la clase, la profesora me estaba presentado, pero tú no nos prestabas atención y cuando la profesora te llamo la atención pude verte bien.

-El primer día que me conociste. - Dije en un hilo de voz. Alex asintió.

-Si solo eso recuerdo de ti. - Alguien llamo a la puerta. - Pase. - Era Gabriel.

-Ana ya estas despierta.

-Sí, Alex déjanos solos por favor. - Vi como Alex se tensaba. - Alex. - Asintió y se levantó para salir de la habitación. Cuando ya estaba fuera Gabriel se acercó a los pies de la cama.

- ¿Cómo te sientes? - Me dijo. Suspire.

-Bien pero aún me mareo al levantarme.

-Ana, yo lo siento, no quería hacerte daño.

-No tienes por qué disculparte, fue mi instinto el que intervino.

-Si no hubiese respondido al ataque de Alex. - Dijo molesto.

-Lo hice porque me dieron celos de saber que la habías besado. - Alex había entrado en la habitación con una bandeja.

- ¿Y por qué los celos centinela? - ¡¿Que, enserio lo preguntas?!

-Podrás ser del consejo, pero yo no te tengo que dar explicaciones a ti.

-Te recuerdo que por tus "celos" Anastasia salió herida.

-No, no fue para tan...

-Sino la hubieses besado eso no habría pasado. - Los dos se acercaron, Alex comenzaba a gruñir.

- ¡No eres nadie para entrometerte! - Le Grito Gabriel a Alex.

- ¡Si soy alguien, soy su prometido! - Creo que mis oídos me engañan, Alex había dicho prometida.

- ¡No, no lo es!

- ¡Ay ya paren los dos sus gritos! Gabriel, venias a disculparte, pues te perdono lo del beso y sé que nunca va a volver a suceder. - La sangre me hervía. - Alexander cálmate ya, tuve suficiente con que casi te matan. - Los dos se quedaron estáticos donde se encontraban. - ¡Dios parezco niñera! - Alex sonrió al escuchar lo último.

-Está bien princesa, me calmare, pero, este que ni se le ocurra volverte a tocar.

-No le eches más leña al fuego ¿quieres?

NocturnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora