capitulo 20 " que mala suerte"

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Subí por las escaleras, no confiaba en los ascensores andando mal todo el sistema del lugar, por suerte después de que paso casi una hora del caos que se había armado parecía que el lugar volvió a la normalidad, volvió a tener la misma paz que cuando llegue.

Los empleados lograron tranquilizar a las personas diciéndoles que había profesionales tratando de solucionar el problema tanto dentro del Royal Tail como fuera de él , aunque creo que se tranquilizaron más cuando les dijeron que los gastos corrían por cuenta de la casa por las molestias ocasionadas .

Llegué a la habitación que Maxi consiguió para mí, no estaba nada mal, era perfecta.
Tan solo a abrir la puerta unos sillones enormes de cuero negro te recibían, el piso de madera parecían espejos de tanto que brillaban, bien en el centro una cama de madera rustica de dos plazas estaba invitándote a que te recostaras en ella.

Camine hasta donde estaba el baño, me quede helada, un hidromasaje ocupaba casi la mitad del ante baño. Pasando una puerta de vidrio estaba el resto. Pero la ducha ¡Dios, mío! Ni en las mejores películas encontrabas algo así, azulejos negros con el revestimiento en madera hacían de esa ducha un paraíso.
No lo dude ni un instante. Me desnude, me saque la peluca negra y los lentes de contactos. Podía ser yo en la habitación y eso era lo que más me gustaba.
Antes de entrar bajo el agua conecte mi celular a unos parlantes que se encontraban en una repisa, puse la lista de reproducción de melódicos y cuando comenzó a sonar la voz de Alejandro Sanz, me metí bajo el chorro de agua, dejándome llevar.

El agua lograba que me relajara y la tensión vivida minutos atrás se fue. Solo me preocupaba Pedro, antes de subir hasta acá llamé a la comisaria para avisar lo que paso así lo dejaban llamar a otra persona. Me pasaron con Pedro después de tanto insistir, le conté todo lo sucedido y se puso como loco, quería venir a sacarme de acá aún sabiendo que no lo dejarían salir. Escuché de fondo como pedía que lo suelten hasta que alguien tomó el auricular del teléfono y me dijo

-Señorita, siento lo que está pasando pero su novio no va a poder hacer nada se va a quedar detenido por desacato a la autoridad, si logra salir de allí mañana puede pasar por él.

Dije gracias y colgué.
Me dejo pensando cuando dijo
"Si lograr salir", obvio que iba a salir de acá, era cuestión de horas o al menos rogaba que fuera así.

Me envolví con la toalla y en uno de los tantos cajones que había encontré un secador de pelo, me lo seque completamente, si no lo hacía mi pelo iba a inflarse como la melena de un león.

Abrí los demás cajones para curiosear que más había, preservativos de todas las marcas y geles íntimos terminaban de llenar un cajón. Ok veía que querían satisfacer a sus clientes, no me sorprendería si al abrir alguno de los cajones que me faltaban por revisar encontraba vibradores y videos porno.

Seguía envuelta en la toalla, no tenía ganas de cambiarme, me gustaba la libertad que sentía sin ropa. Así que hice lo mismo que hago en casa. Me senté en el medio de la cama, saque de mi valija los maquillajes y las cremas y comencé a arreglarme. Encontré en uno de los estantes donde está el hidromasajes unos aceites para masajes con fragancia a frutos rojos, así que aproveché y me aceite las piernas y los brazos.
Estaba en pleno proceso de aceitarme cuando escuché una voz diciendo

-Permiso...

Al levantar la mirada veo como Alejandro entra a la habitación con una valija de mano vestido solo con un short naranja y unas ojotas, se me secó la boca en cuestión de  segundos, era mucho más perfecto que en mis sueños, porque ahora tengo que hacerme cargo, soñé varias veces con él, todo tipo de sueños y créanme... los superó.

Fue tal la sorpresa que me llevé al verlo parado junto a los sillones que ni me acordé de que no tenía ni la peluca, ni los lentes de contactos hasta que habló.

-¿Reina? ¿Qué te paso? Tú...

Y me miraba como si no lo pudiera creer ¡qué mala suerte! ¿Qué me inventaba ahora?

No podía hablar porque no sabía que carajos decir, lo único que hice fue taparme mejor con la toalla viendo como él dejaba el bolso sobre el sillón y se acercaba lentamente hasta la cama.

-Me encantan las pelirrojas ¿te lo dije alguna vez?

Un estúpido 《no》 salió de mí.

Se paró justo a mi lado, yo me quede ahí sentada mirando mis piernas con la cabeza agachada para esquivar su mirada, como cuando retan a un niño y le da miedo mirar al adulto que lo está haciendo.

Posó su mano sobre mi barbilla y me obligó a que lo mirara a la cara. Al hacerlo sus ojos se encontraron con los míos y vi cómo le brillaban

-Juraría que la última vez que te vi tenías unos ojos azules preciosos, pero estos color miel no tienen nada que envidiarles.

Primero la pulsera ahora esto... ¡piensa, Alexia!
Antes de que sea demasiado tarde

__Alejandro, yo...

Pero sobraban las palabras o en realidad no me dejó pronunciar ni una palabra. Se agachó hasta quedar a mi altura y posó su labios sobre los míos de manera suave como si temiera hacerme daño.

Sus labios eran perfectos, ambos encajábamos perfectamente en la boca del otro.
Comenzó con un beso tímido como pidiendo permiso para hacerlo, hasta que lo profundizó un poco más ya metiendo su lengua dentro de mi boca, y yo me perdí en ese momento en ese beso.

Era Alexia la que estaba besando a Alejandro no Reina.

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