capitulo 23 "tira y afloja"

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No tenía por qué contestarle, aunque me moría de ganas de decirle que sí en un grito agudo e histérico.

Moría por volver a tirarme en sus brazos para que vuelva a besarme. Aún tenía su sabor en mi boca, me mordí los labios solo al recordar como él los mordisqueaba anteriormente.
Aún sentía su mano sobre mi pierna subiendo de manera lenta. Seguía quemándome la sensación de sentir su mano tocando mi piel desnuda.

No podía decirle todo eso, bueno en realidad sí podía, pero no debía.

Lo miré con la misma sonrisa que puso antes de hacer la pregunta y me levanté para seguir juntando las cosas, obviamente siguió mis pasos y se adelantó para pararme.
-Bien... Entendí, me volví a desubicar pero quería saberlo, me sacaste casi de un empujón de ti y yo estaba disfrutando mucho de ese beso.

Estiró su mano y tocó un mechón de pelo, creo que quería saber que tan real era.

-Te saqué porque tengo novio, un novio preso, pero mi novio al fin, no debería haberte besado, eso es todo.

-Si te sirve de algo… Podrías decirle que fui yo el que te besó.

-Sí, pero yo respondí.

Hizo un paso al frente y acortó la distancia que nos separaba, no iba a demostrarle que me intimidaba así que no me moví, me quedé parada en el lugar, solo que esta vez muy atenta a sus movimientos.

Esto se convirtió en un tira y afloja, el cual estaba dispuesta a ganar sí o sí.

Me miraba directamente a los ojos, ni parpadeaba y eso asustaba, pero aun así no le bajé la mirada. Era el duelo de dos titanes, porque si algo sabía de Alejandro es que no se daba por vencido.

Estaba perdida en su mirada, en ella se encerraba un mundo, me perdí en esos ojos azules tan profundos como el mar. Me dejé llevar tanto que no me di cuenta que ya no nos separaba ni un paso, estaba tan cerca que sentía su aliento rozar mi cara. Sentirlo así, hacía que se me aflojaran las piernas, cerré los ojos para concentrarme para no dejarme ganar.
Al abrirlos nuevamente Alejandro tenía sus ojos puestos en mis labios, levantó la mano y con su pulgar dibujo el contorno de ellos, volví a cerrar los ojos nuevamente, quería dejarme llevar por las sensaciones... Ahí en ese instante, el mundo se detuvo o al menos mi mundo si se detuvo... Solo cuando escuché su voz en mi oído es que volví  a la realidad.

-Esta vez quiero pedirte permiso ¿puedo besarte?

Dejó un beso húmedo en mi cuello, justo bajo el oído ¿Cómo decirle que no, si tenía perdida mi voluntad?, asentí lentamente con la cabeza porque si hablaba la voz me iba a salir ronca por el deseo.

-Abre esos precioso ojos, Reina, quiero verte antes...

No me había dado cuenta que seguía con los ojos cerrados, así que le hice caso porque yo también quería verlo, porque quería volver a ver esos ojos que me provocaban tanto.

-Eres hermosa, no sé por qué te escondes detrás de todo esto.

Me sacó la peluca y la dejó caer al suelo, masajeó mi pelo para dejarlo caer sobre mis hombros.

-Eres perfecta, o al menos para mí.

Volví a bajar la cabeza, con una mano me tomó de la cintura y con la otra la nuca, me apretó contra él, pude sentir su erección contra mi vientre, estaba dura y prieta dentro del pantalón y la provoqué yo, eso me llenaba el alma, yo... Alexia, no Reina.

Cuando le quedó claro que yo me di cuenta de lo que le provoqué volvió a besarme, pero de manera urgente esta vez. Yo me limité a apoyar mis manos en su cintura para dejarme llevar por sus movimientos. Ya me estaba faltando el aire, pero no quería separarme de él. Subí mis manos a su espalda de manera lenta marcando con mis uñas el recorrido, se estremeció por la caricia, le gustó tanto que caminó conmigo aún atada a su boca hasta que hizo que apoyara la espalda contra la pared.

Ya estaba totalmente perdida en ese mar de besos que era Alejandro, estaba totalmente a su merced.
Yo era la piedra que dejaba que el mar chocara contra ella, porque no tenía voluntad propia. Quería perderme en ese mar... quería que se hundiera en mí, ya no me importaba absolutamente nada.
Me iba a dejar llevar por el movimiento de las olas, después vería como salir. Después de esto o me dejaba llevar por la corriente o me moría ahogada en el intento de luchar contra algo que es inevitable.

Porque estaba escrito a fuego...
Alejandro era mi perdición.

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