capitulo 27 "se termino el cuento"

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Un cosquilleo constante logro despertarme, estaba cansada después de una noche larga con Alejandro, de verdad necesitaba dormir un poco más, pero ese cosquilleo no cesaba. Era la barba de Alejandro que rosaba mis mejillas, estaba repartiendo pequeños besos por toda mi cara. Besó uno a uno mis parpados mientras decia:

-Buen día, mi Reina preciosa. ¡Vamos, arriba!

-Mmm.

Traté de girarme en la cama para que dejara de molestarme, pero apoyó todo su peso sobre mí y no dejo que me moviera

-Ni lo sueñes.

Abrí los ojos y lo miré directo a la cara. Tenía la mirada divertida. Me tomó de la mano y la bajó para que tocara su entrepierna.
¿Cómo era posible que tenga ganas?¿cuatro polvos no acababan con cualquiera? Por que yo si estaba realmente cansada.

-Veo que no fuiste el único  que despertó.

-El animal tiene hambre de vos y mi pito también.

Me hizo reír la manera de hablar de su hambre sexual, me hacia gracia.
Subió la cabeza y comenzó a besarme, pero dejaron de ser esos besos de lujuria contenida. Me besaba como adorándome con sus labios.
Sacó la sabana que nos separaba y volvió a entrar en mí, pero se quedó quieto sin hacer ningún tipo de movimiento. Lo único que movía era su boca sobre la mía, ya me estaba desesperando. Ese cosquilleo delicioso se estaba concentrando entre mis piernas y quería que explotara así que empecé a moverme yo, pero me paró, uso todo su peso para presionarme contra el colchón y no dejarme mover.

-Tranquila, preciosa, déjame que te haga el amor a mi manera.

Comenzó a moverse lento pero con ritmo, sí...me estaba haciendo el amor. Quise tocarlo, pero tomó mis manos con las suyas y las subió sobre mi cabeza mientras seguía bombeando dentro mío. Su cabeza estaba escondida entre mi cuello y la almohada.

Nuestras respiraciones estaban agitadas y una capa de sudor cubría nuestra piel.

Se removió para acomodarse nuevamente y casi alcanzo el clímax con solo ese movimiento

-¡Por Dios, Alejandro! dame más...ahhh...

Pero  era inútil suplicarle, iba a su ritmo y para silenciarme me besaba. Mantuvo ese ritmo más de 20 minutos, me acarició cada rincón que encontró, me besó de mil maneras y cuando él ya no podía más, se agarró a el respaldo de la cama y mirándome  a los ojos me dijo:

-Ahora, Reina..., los dos juntos.

Exploté en un orgasmo abrazador. Las piernas me temblaban involuntariamente y podía sentir como él con cada nueva convulsión se vaciaba dentro de mí, dentro del preservativo.

Salió de mi , se dejo caer sobre un costado y me obligó a que lo siguiera. Apoye mi cabeza sobre su pecho y escuchaba los latidos acelerados de su corazón. Cerré los ojos y me deje ir, me perdí en mi mente donde Alejandro y yo estábamos juntos, donde cada mañana nos despertábamos así... haciendo el amor como él dijo, donde yo no me planteaba las consecuencias, donde solo vivía el momento por amor y porque así lo sentía.

No me di cuenta que mantenía los ojos cerrados mientras imaginaba todo hasta que sentí que Alejandro acariciaba mi espalda decia:

-Abrí los ojos, no te duermas... tenemos que desayunar.

-Yo ya comí.

Una risa ronca y sensual rompió el silencio.

-Y yo...y es lo más delicioso que probé  a mis 36 años.

-¿Tienes 36? ¡ Dios, estuve con un viejo!

Volvió a tirarme contra el colchón, se subió sobre mí y tomó mis manos entre las suyas para no dejarme mover, lo hizo todo en un movimiento lo cual provoco que un grito de sorpresa saliera de mí.

-Retráctate.

-Me llevas 10 años...para mí sos un hombre mayor, muuuy mayor.

Pasó la lengua sobre sus labios y sonrió, ¡estaba perdida! Conocía esa mirada, alguna maldad se le ocurrió.

Con una mano seguía sosteniendo mis manos sobre mi cabeza y con la otra le saco la funda a la almohada

-¿Qué haces?

-Puedo ir preso por estar con una criatura siendo un hombre mayor...así que voy a atarla y a secuestrarla para que no pueda contar lo que pasó.

-Ni se te ocurra, Alejandro. Hablo en serio, ¡suéltame!

Logró atarme con la funda, lo que me dio a entender que no era la primera vez que lo hacia, estaba en pleno proceso cuando tocaron la puerta.

-Desátame que vino alguien.

-Nop.

-No seas un crio, Alejandro, dale...

-¿Ahora soy un crio? Hace cinco minutos era un viejo

-Un viejo sexi...muy, pero muy sexi.

-No voy a caer en tus encantos de sirena.

"¡Desayuno!" Gritaron del otro lado y golpearon nuevamente hasta que escuchamos cómo se alejaban de la puerta.
Se levantó y así desnudo caminó hasta abrir la puerta, el mejor paisaje de mi vida caminaba por la habitación. Tenia el culo de modelo, ni hablar de la espalda ancha y bronceada que por lo que pude apreciar tenia un rasguño bien marcado de mi autoría.

Estaba tan perdida en su cuerpo que no logre ver cuando entró el carrito al cuarto hasta que caminó con una bandeja en la mano y la dejo en la cama.

Todo tipo de frutas recién cortadas decoraban dos platos. Seguía con la mirada cada uno de sus movimientos, se tomó el trabajo de acomodar una por una las frutas sobre mis pechos.

-Ahora sí, ¡a desayunar!

Cada vez que tomaba un pedazo de fruta mordisqueaba de más y dejaba sobre mi piel una marca roja que dejaba un dolor que picaba más tarde y luego desaparecía.

-¿Ya está?¿me desatas? Por favor.

-Mmmm

Masticaba el último trozo de kiwi que quedaba. Se acercó hasta mí, al besarme un sabor a frutas inundo mi boca, mientras seguía besándome comenzó a desatarme. Al dejar mis muñecas sueltas, me masajeo con ternura y más tarde beso las marcas que la tela dejo. Me encantaba su forma de cuidar de mí; me hacia sentir especial.

-Me toca desayunar a mí.

Una mirada de complicidad cruzó su rostro. Se recostó boca arriba sobre la cama, dejándose a mi merced, pero con un gesto le pedí que se girará ... obedeció  enseguida. Yo fui menos delicada que él, directamente di vuelta el plato sobre su espalda.

Habré comido dos frutas porque el resto se desparramo por la cama cuando Alejandro se giró para besarme. Era un tramposo, no me dejo desayunar sobre él.

Estábamos a punto de ir a bañarnos juntos cuando otra vez golpearon la puerta.

-Capaz y vienen a buscar la bandeja.

-Seguramente... ¿te encargas de entregarla? Yo voy preparando el hidromasaje, ¿queres?

Le tiré un beso con la mano antes de que se metiera en el baño.

Me puse una bata y abrí. Maximiliano estaba del otro lado con una sonrisa que desapareció al verme .

-¿Reina?

Auch, otro más que me veía sin nada.

-Sí, soy yo, y te ahorro la pregunta...uso pelucas y lentes de contacto.

Cuando logró recuperarse de la impresión, habló nuevamente:

-Sos preciosa igual. Vine a darte las buenas noticias...hace una hora logramos recuperar el sistema del lugar. Después de comprobar que está todo bien, se van a abrir las puertas.

No pude fingir la decepción que me causó, muy en el fondo quería que no las abrieran nunca.

-Que bueno, Maxi. Gracias por avisar.

-Sí... de nada, igual pueden quedarse hasta el mediodía.

Se dio cuenta de que me había  cambiado la cara sino, no hubiera aclarado nada.

-Sí, gracias. No te preocupes, en cuanto junte las cosas, bajo para ir a buscar a mi novio cuanto antes.

—Nos vemos abajo, entonces.

Se fue y yo me quedé parada en la puerta.

Se termino el cuento...tenía que cerrar el libro y volver a la  fría e injusta realidad.


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