By: Alejandro Dinosso
Me cegué por completo, no podía parar de pegarle a este hijo de puta.
Varios camareros me tomaron del brazo para que lo soltara, pero en cuanto ellos perdían mi agarre, volvía a atacarlo. El enojo, la ira, la violencia que tenía en el cuerpo la descargaba en cada golpe.
-Señor, suéltelo que ya está mal. Van a llamar a la policía, ¿señor me escucha?
Obvio que escuchaba. Tantos golpes me cansaron; me senté en la vereda mientras veía cómo levantaban con cuidado a Emir del suelo y se lo llevaban. Y yo ahí, sentado tratando de calmarme antes de girarme y mirar a Reina, que seguramente estaría esperando una explicación.
-Señor, ¿está bien?
-Sí -dije en voz baja.
-Deme la mano.
Le extendí la mano y me ayudó a levantarme del suelo, me giré lento hacia nuestra mesa, pero Reina no estaba.
Me comenzó a faltar el aire, los ojos se me nublaron. Ella no estaba… ella hizo realidad mi peor miedo, el dejarme si se enteraba de todo.
-La… la -aclaré mi garganta para ver si me salían las palabras-. La chica que… que estaba conmigo, ¿dónde esta?
Me miró apenado.
-Ella se fue, señor. ¿Quiere qué llame a alguien?
-¿Hace mucho?
Las manos comenzaron a temblarme, tomé una con la otra para que el temblor cesara y ahí me di cuenta que tenía los nudillos partidos e hinchados por los golpes.
-Creo que desde que empezó la pelea… tome, le dejo esto.
Me dio la bolsa, donde estaba la cajita y la carta que le regalé.
-Gra... gracias.
Le entregué a cambio el sobre que Emir tiró sobre la mesa con unos cuantos billetes.
-Tome, por los daños ocasionados.
Busqué mi celular e intenté llamarla varias veces, pero no atendía. Las primeras llamadas sonó hasta que atendió la contestadora, las últimas llamadas fueron directo al contestador.
Corrí hasta mi coche, subí y arranqué. Conduje hasta la casa de Reina, llamaba al portero eléctrico y nadie respondía, una vecina me reconoció y me dejo pasar. Subía de dos en dos los escalones, ni me paré a esperar a que el ascensor llegue, corrí escaleras arriba. Jamás pensé que seis pisos pudieran hacerse eternos.
Cuando llegue a su puerta, traté de respirar profundo antes de tocar. Tenía que explicarme lo mejor posible, tenía que decirle que era todo una confusión, que yo la amaba como jamás amé a nadie, que lo de Emir tendría que haberlo dicho mucho antes, pero no tuve el coraje de hacerlo y así no iba a poder hablar.
Toqué varias veces y tampoco recibí repuesta, todo lo contrario, un silencio de misa llenaba el lugar. O no estaba allí, o no quería atenderme.
Me acordé que fui yo el que cerro la puerta antes de salir, busqué en el bolsillo de mi campera y ¡bingo! Tenía la llave.
Al abrir la puerta, todo estaba tal cual lo dejamos antes de salir. Reina no vino al departamento.
¿Dónde estaría?
La imagen de su amiga Victoria cruzó mi cabeza. Tomé mi celular y llame a Fernando, que tampoco respondía.
-¡Mierda!
Suertudo se paseó entre mis piernas buscando mimos, al agacharme para tocarle la cabeza, se asomó del bolsillo la carta que Reina insistía que leyera antes de salir.
Fui hasta la habitación, me senté al borde de la cama que seguía desarmada después de nuestro encuentro romántico de esta mañana; seguía oliendo a sexo el lugar y me causa una melancolía extraña.
La abrí y comencé a leerla. Varias lágrimas mojaron la hoja, no podía entender la crueldad que le hicieron. Ese chico, aparte de enamorarla, se llevó con mentiras lo más preciado que tiene una mujer… su virginidad.
Ella se entrego por amor a aquel bastardo y él le pagó de la peor manera. Tenía ganas de encontrarla, de abrazarla para que se olvide de lo que le hicieron entre mis brazos, quería curar esa herida con mis besos, pero caí en la cuenta. Le acababa de pasar lo mismo, ella me amaba y un idiota vino a decirle que me contrató para que yo la engañara.
Me sentí la peor mierda del mundo, tenía que encontrarla para explicarle cómo en realidad, fueron las cosas.
Volví a salir del departamento y fui hasta lo de mi amigo. Él podría rastrear a Reina con el GPS de su celular.
Necesitaba verla. Si después de confesarle todo, de contarle la verdad, no me quería volver a ver… lo iba a aceptar, pero tenía que saber que yo la amo, que es mi vida, que sin ella no soy nada.
No toqué la puerta, solo tomé la llave de repuesto que siempre dejaba en un florero y entré.
Lo encontré sentado en la mesa con una taza de café en las manos y frente a su laptop.
Me miró con cara de sorprendido. No le di tiempo ni a saludar, ya que yo hablé.
-La cague. Se enteró de todo; de que me contrataron para que la lastimara, de que me pagaron para hacerlo, todo porque no tuve los huevos suficientes para decírselo en su momento. Vos tenelos y contale toda la verdad a Victoria antes de que Reina le cuanto lo nuestro y saquen sus conclusiones y no te de tiempo de explicarle. Por favor, necesito que entres una vez más a su teléfono y descubras donde está, estoy desesperado.
Un ruido seco de una taza cayéndose al suelo interrumpió mi discurso acelerado. Miré hacia la cocina, Victoria estaba parada en el marco de la puerta con una taza rota a sus pies.
Fernando se paró rápidamente y quiso acercarse a ella.
-Puedo explicarte todo, mi amor… solo…
-¡No hables, Fernando!
Caminó hasta donde estaba y se paró delante mío de manera amenazadora, no llegaba ni a mi pecho, pero aún así saco toda su mala leche.
-¡¿Qué le hiciste que cosa a mi amiga?!
Y sus pequeñas manos me empujaron, pero no logró ni moverme del lugar.
-Sos… son -y miró a Fer, después a mi nuevamente-. ¡Ahh! ¡Qué estúpida! Y yo pidiéndole a mi amiga que abra su corazón, que se sincerara.
Mientras hablaba juntaba sus cosas, ninguno de los dos decía nada. Me dio hasta miedo su reacción. Fernando trató de tomarla del brazo para calmarla, pero ésta le cruzó la cara de un cachetazo.
-¡Ni te atrevas a tocarme un pelo, Fernando!. ¡Te odio!, ¡Sos un hijo de puta!. ¿Fue divertido?, ¿cuánto te pagaron a vos? Ahora entiendo todo… vos hackeaste mi computadora, ¿no?. ¡Pero qué idiota que fui!
-Amor, yo… yo puedo explicártelo, sentate.
-¡Amor las pelotas, pelotudo!. ¿Explicarte? Ándate a la mierda vos y tú estúpido amiguito. Y en cuanto a vos -me señaló con el dedo-. Ni se te ocurra acercarte a mi amiga porque te juro por mi hija que te mato.
-Victoria, solo escúchame un momento; es todo una confusión, de verdad. Yo amo a tu amiga, creo que sin ella voy a morir. Necesito saber dónde está, por favor, puedo recuperarla lo juro. No quise lastimarla…
-Y el ganador para el hipócrita del año es para… ¡ALEJANDRO DINOSSO! Aplausos por favor….
-Solo… solo quiero saber dónde está. Ella va a escucharme y entender todo, solo…
-No te das una idea del daño que le causaste -comenzó a llorar, parecía que le daba vergüenza estar haciéndolo por que se secaba con bronca las lágrimas que brotaban de sus ojos-. Y en cuanto a vos, Fernando, no vuelvas a acercarte a mí y mucho menos a mi hija, ¿te quedó claro?
-Vicky por favor…
-Shhhh, ya es tarde, hubieras hablado antes, quizás hasta te hubiera entendido, pero ahora… solo… solo quiero que desaparezcas de mi vida. Ojala no te hubiera conocido jamás.
Salió dando un portazo. Yo me quedé parado, viendo cómo mi amigo volvía a sentarse a la mesa, acomodó la cabeza entre sus manos y comenzó a llorar.
¿Qué podía decirle?
Fui yo el que causó todo.
-Lo siento mucho, Fernando. Pensé que estabas solo.
Me senté en otra silla, esperando algo. No me pregunten qué, pero necesitaba que mi amigo vuelva.
Levantó la mirada, se secó las lágrimas y habló.
-Las perdimos por no tener los huevos bien puestos para decirles la verdad. No sé vos, pero yo quiero pelear por esa mujer que acaba de salir por esa puerta.
-Y yo por Reina. ¿Por dónde empezamos?
-Por el principio.
Cada uno salió por su lado a buscarlas, pero a la noche, bien entrada a la madrugada, me entró una llamada de Fernando.
-Nada, parece como si se las hubiera tragado la tierra.
-Ni la tierra va a lograr separarme de ella. Voy para tu casa.
Volví a mi auto. Me pasé todo el día buscando a Reina por los rincones menos pensados, pero no había señales de ella. Le dejé una buena suma de dinero al portero del edificio donde vivía por si se aparecía por allí para que me avisara, pero no, ni se asomó. Ya no sabía dónde más buscarla.
Quemé el último cartucho que me quedaba. Le mandé un e-mail a la cuenta que usaba para la agencia.
Para: Reina_82@gmail.com
De: Alejandro_Dinosso@gmail.com
Asunto: PUEDO RECUPERARTE
Día: 16/01/17 02:45 am
Por favor, déjame verte una vez más, puedo explicártelo todo. Lo que dijo Emir era verdad, al menos en un principio; me acerqué a vos por él, pero después me enamoré, te juro que te amo como nunca amé a nadie. Después de lo del Royal Tail, lo llamé y le dije que renunciaba, que no trabajaba más.
No me pidas que renuncie a vos porque vos sos mi vida, déjame solucionarlo, mi amor. No dejes que nos separen, no nos hagas esto.
Leí tu carta, yo también te amo y estoy dispuesto a ser tuyo siempre. Sos mía y yo soy tuyo.
PUEDO RECUPERARTE, voy a recuperarte porque pienso luchar por este amor hasta el final.
Siempre, siempre tuyo.
Alejandro Dinosso.
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Puedo Conquistarte
RomansaSINOPSIS: ¿Quieres vengarte de alguien? ¿Quieres que alguien le rompa el corazón al chico que rompió el tuyo? ¿Te gustaría que alguien más haga tu trabajo sucio? "Puedo Conquistarte" es tu lugar indicado. Ella se hace llamar Reina, quienes tuviero...