capitulo 29 "Fernando Castiglione"

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By: Fernando  Castiglione

Pasé toda la noche prácticamente en vela tratando de seguir teniendo el control del Royal Tail, si dormí dos horas fue mucho.

Me frustré mucho cuando, a eso de las nueve de la mañana, mi computadora dejó de responder. Los muy malditos lograron recuperar el sistema.

¡Mierda! ¡pura mierda!. Lo siento, Alejandro; hice lo que pude.

Entre el sueño y el estrés no pude ser igual de rápido que ellos.

Cerré la computadora de un golpe y me levanté, caminé hasta la ventana donde veía pasar a la gente de un lado a otro. Llamé a mi amigo apenas logre calmarme un poco, tenía que darle las novedades

-¿Si?

Respondió a la segunda llamada. No pude esconder mi enojo de la voz

-Hice lo que pude, pero lograron entrar al sistema.

Era tal la frustración  que sentía  que me daban ganas de llorar o golpear algo muy, muy fuerte.

-No importa, gracias... te debo una.

No conteste, solo corté la llamada y fui directo al baño. Una buena ducha de agua caliente me liberaría de la tención de las últimas  horas.

Me metí bajo el agua que estaba bastante caliente a pesar de que ya se sentía el calor de afuera. Cerré los ojos para relajarme y la imagen de Victoria cruzó por mi mente. ¡Santos cielos! Estaba hasta los huevos si con solo cerrar los ojos me la imaginaba.

Anoche íbamos a vernos, lo habíamos acordado semanas atrás, pero surgió  lo que todos sabemos y tuve que excusarme diciéndole  que tenía problemas en mi trabajo. En parte era verdad, así que no le mentí del todo.

Mientras pensaba en eso, también  quería recordar el día que empezó  todo este lio con Vicky, porque debo reconocerlo; al principio la usaba para sacarle información  que nos sirviera para la causa, pero con el paso de los días  se volvió  algo más... me gustaba ella, su forma de ser, la forma en que veía la vida y ni hablar de la pequeña Ángeles, otra que me robó el corazón solo con sus fotos.
Me acordé cuando ayer por la mañana me llamó un tanto desesperada para contarme lo que le pasó a su mejor amiga, traté de tranquilizarla porque al fin y al cabo no era nada malo, solo éramos mi amigo y yo jugando a ser los dueños del Royal Tail.
Mientras me contaba sus miedos, me la imaginé abrazándola y acariciando su pelo castaño para tranquilizarla, solo con esa imagen tuve una erección.

Aproveché que estaba en la ducha y me masturbe pensando en ella. No era la primera vez que le dedicaba pajas, pero era la primera en la que la imaginación fue más allá... podía sentir sus labios alrededor de mi, succionando con ardor y lujuria, ella arrodillada mirándome  desde abajo a los ojos.
Acabé con fuerza sobre mi mano, dejé que el agua se llevara mi orgasmo, mientras yo pensaba que era hora de conocerla.

Estaba jugado, no tenía porque saber la verdad... jamás tendría que enterarse de mis intenciones del principio, porque ahora juro que de verdad que mis intenciones eran otras.

Me vestí y la llamé.

-Buen día -dijo con su voz sensual.

-Buen día, preciosa.

Escuché como largaba un suspiro; tal vez ya le molestaba que la llamara, a lo mejor ya se cansó de nuestro jueguito... tenía que averiguarlo

-¿Y ese suspiro?

¡Que sea otra cosa! Y no lo que me imaginaba.

-Ángeles se fue con su padre, no puedo acostumbrarme a eso.

Ahora era yo el que quería  suspirar de alivio.

-Bueno, Vicky, es genial para ella. ¿Si te cuento algo me prometes que te vas a alegrar?

Quería hacerla feliz, desde hace mucho tiempo quería ser el hombre que la haga inmensamente feliz.

-Sí, lo prometo.

Y la invité a comer conmigo. Lo de mi amigo ya estaba todo hecho así que ahora me podía dedicar a conocer en persona a mi "amiga virtual".

Estaba igual de nervioso que un chico que se ve por primera vez a solas  con una chica.
Varias veces sequé el sudor de mi mano en mis pantalones. Estaba estacionando frente al edificio de Victoria; me pasó la dirección por WhatsApp, casi le digo que no hacia falta que ya sabía donde vivía.

La vi salir dando pequeños saltitos como una niña, era realmente adorable.

Llegamos al restaurante que alguna vez me acuerdo que Dinosso me dijo que estaba muy bueno y que generalmente no había mucha gente. Y no mintió, al estar en un lugar algo oculto del centro, era difícil que se vuelva popular.

Mientras íbamos de camino, no podía evitar mirar a Victoria de reojo en cada semáforo, era mucho más linda en persona, tenía un brillo especial o yo ya estaba loco.

No suelo tratar con muchas mujeres a causa de mi laburo, solía evitar ese tipo de contacto porque no sabía de qué hablar, pero con ella era distinto. De por si ya nos unía la serie the walking dead y ya sabía más de ella en estos meses que cualquier mujer que haya conocido, eso hizo que charlar fuera simple.

Comimos hablando de todo, pero en especial de Ángeles. Antes de ir a buscarla pasé por una casa de audio para comprarle el ultimo DVD de my Little pony, una serie de ponys mágicos que le encantaba.

En el restaurante no me animé a acercarme más allá de lo debido, le di algún que otro beso en los nudillos y ella me sonreía con ternura.

Al salir de allí una lluvia caía y eso hacia que el viaje fuera más lento, agradecí al tiempo por ello. Volví a mirarla de reojo, estaba concentrada viendo por la ventana y poniendo caras y no se daba cuenta de que tenía al conductor a sus pies.

Llegamos al portal de su casa. Era ahora o nunca.

-Me encantó verte en persona, Victoria. Gracias por el almuerzo más lindo que tuve.

Me bajó la mirada y sus mejillas se tiñeron de rojo, estaba para comérsela. Le puse una mano sobre su regazo para que vuelva a mirarme.

-Yo también la pasé muy bien.

Eso me dio el  pie. Me acerqué lentamente para ver su reacción, pero ella termino dando la iniciativa, acorto la distancia que nos separaba y nos besamos.
Fue el beso más perfecto que di, en un momento la agarre de la nuca y profundice el beso, estaba a punto de obligarla a que se levantara y se sentara sobre mi regazo, pero un rayo cayó haciendo que nos separemos por la sorpresa.

-Veo que empeoró la tormenta. ¿Segura qué no queres que baje y te acompañe?

No quería que se fuera nunca, pero tenía que dejarla ir.

-No, está bien... de verdad, ¿nos vemos mañana?

No hacia falta que me lo preguntara, ya moría porque fuera otro día, no se daba una idea lo ansioso que estaba.

-Obviamente, aunque me cueste separarme de vos.

Me sonrió una vez más , antes de que se bajara, volvió  a besarme. Tuvo que cortar ella el beso por que yo no podía.
Se quedó parada bajo la lluvia y yo me quede embobado viendo cómo se le empezaba a transparentar la remera, pero arranqué porque entendí  que no se iba a mover hasta que no arrancara y me fui dejándola  en su casa.

Si Alejandro me viera la cara de felicidad que tenía me hubiera gastado el resto de nuestras vidas.

Caminaba por los pasillos del departamento re tranquilo hasta que un ruido de una botella rompiéndose  hizo que parara el paso. Venia de mi departamento. ¡Lo que me faltaba!, seguro entraron a robarme nuevamente.
Caminé lentamente hasta la puerta mientras mandaba  un alerta a los vecinos vía mensaje, hace un mes atrás nos robaron a todos e hicimos un grupo de alerta por si volvía a suceder.

Estaba la puerta entre abierta y la empujé, a simple vista no se veía  nada raro. Caminé hasta el ropero que había casi a la entrada y saque el bate de béisbol que alguna vez tuvo mejor vida.
Pasé el living y nada, llegué a la cocina y una botella de cerveza estaba rota en el suelo, esa botella también tuvo mejor vida.

Sentí un quejido del otro lado del desayunador. Levanté el bate, estaba a punto de golpear a quien fuera cuando Alejandro intenta ponerse de pie, pero falla y vuelve a caer.
Se encontraba totalmente borracho, pero no era borrachera solo de cerveza. En el piso había una botella de wiski, una de tequila con menos de la mitad y por supuesto varios porrones de cerveza.

-Alejandro... ¿qué haces?

balbuceó algo, pero no entendí  nada. Estaba a  punto de ayudarlo cuando escucho como me llamaban desde la puerta, eran los vecinos

-¡Fernando!, ¿está todo bien?

-Sí, chicos, disculpen, escuche ruidos y pensé  que eran delincuentes, pero era mi amigo en un estado de ebriedad  importante. Perdón.

-No, está bien, nos vemos entonces.

Cuando se fueron cerré la puerta, antes de volver a la cocina escucho una puteada importante de parte de Dinosso.

-Ehh, tarado, quédate ahí que te vas a cortar con los vidrios.

-Me da igual. ¿Qué haces en mi casa?

-¿Perdón? ¡¡ESTAS EN MI CASA!!

-Algo estaba mal...

Me acerqué hasta él, lo levanté y lo apoyé en mi hombro, lo llevé al baño para que se despeje. Lo senté en la ducha y le abrí el agua fría, eso le saca la resaca a cualquiera.

-¡Está fría, forro!

-Y vos estás borracho... ¿qué te paso?

-Tomé muchas cosas

-Eso ya lo sé, pero ¿por qué?

-Me usó toda la noche; me... me... me  usó como hizo con todos los hombres de su agencia.

Ok, sé que se refería a Reina, pero no entendía  el resto.

-¿No era eso lo que querías?

-¡No! Bueno... ¡sí! pero no así.

-No entiendo...

-Me... me gusta Alexia o Reina... o ella, me gusta ella, Fernando. Me... me enamoré.

¡Ay, amigo, no sos el único que está enamorado!


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