capitulo 25 " no soy tu juguete"

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Tenía que bajarlo del pony en el que se había subido. Estaba más que claro que yo acepté quedarme con él solo hasta que se abran las puertas, pero eso no le daba el derecho a reclamarme como su propiedad.


No soy su juguete, no voy a dejar que crea que lo soy. Si decidí quedarme fue para demostrarme que podía estar con Alejandro si así lo quería.

Después de hoy no tenía porque volver a verlo, se supone que tengo un novio. Pedro estaba esperando por mí en una comisaria, y no contemos con que es mi trabajo.

No tenía que juntar más excusas...después de esto no lo volvería a ver, suficiente tenía con mis propios sentimientos, no podría lidiar con los de alguien más. ¿Cómo sabia qué sentía cosas por mi? Fácil, ese beso...ese beso fue más.


Con su boca me transmitió un montón de cosas, no puedo utilizar la palabra amor, pero sí se sintió como un beso con promesa. Esos besos donde prometes el mundo, donde prometes quedarte para siempre junto a alguien. Pero lo que Alejandro no sabía era que yo no podía prometer nada, no podía darle más que este tiempo juntos, no podía darle más que esto, por que esto, es lo que soy...

Ante él y ante todo el mundo.


-Tenes razón, vuelvo a pedir disculpas. Soy...¿cómo decirlo? ¿posesivo? Creo que esa es la palabra


Se que no mentía pero aún así...


-Trata de no serlo conmigo, no soy de tu propiedad ni de nadie. Quiero que...


Me interrumpió en mi discurso, estaba claro que no le interesaba lo que tenía para decirle


-Shhh, Reina, lo lamento, ¿si? Disfrutemos de este tiempo juntos para conocernos mejor, ¿qué decís?


No, obviamente decía que no


-Mmm, no lo creo. Alejandro, este día/noche por así decirlo, después de que esas puertas se abran, cada uno por su lado, ¿se entendió?


-¿A las doce se termina el cuento?


-O antes, no se sabe...


Estaba siendo una perra sin sentimientos, pero tenía que entenderlo; no debían quedarle dudas, mucho menos esperanzas.


-Ok, cenicienta, no queres conocerme y obviamente tampoco me vas a decir o me vas a contar porqué del disfraz, y quiero evitar que te vuelvas a enojar así que...¿qué propones? ¿una peli?


¿Una película? Yo quiero que vuelvas a poner tu boca sobre la mía, que me invites a la cama, que...¡basta!


-Sí, una peli está bien.


Con pasos seguros, caminó hasta el DVD que estaba sobre una mesa, lo encendió y buscaba entretenido alguna película para mirar entre las tantas que se encontraban en un estuche.

Yo me quede parada en el lugar, viéndolo hacer su tarea. De repente, me imaginé eso mismo, pero en una casa más grande. Él en bóxer, buscando una película para ver mientras yo me encontraba en la cocina haciendo pochoclos. Sacudí la cabeza, desde Marcos que no me imaginaba con alguien en el futuro.


Por favor, ángel de la guarda, que abran ya esas puertas porque juro que me tiro por el balcón aunque este también este bloqueado. Necesitaba escapar de mis estúpidos sentimientos urgente.


Alejandro me habló así que terminé de pelear conmigo misma.


-¿Y? ¿Cuál decís?


-Perdón, no te escuché.


-¿Qué cuál queres mirar?


-No sé; elegí vos.


Estaba por contestarme, pero tocaron la puerta y lo interrumpieron así que fui a abrirla. Eran los del restaurante, traían un carrito con dos platos y una botella de vino. Les agradecí y se fueron.

No sé en que momento se paró y se puso frente al carrito, pero ahí estaba, con un papel en la mano dándome la espalda.


-Reina, disfruta de la comida.

Cualquier cosa, ya sabes donde estoy.

M.


-Que considerado, ¿no?


Arrugo el papelito y, como si de un jugador de básquet se tratara, lo lanzó y lo metió dentro del tacho que se encontraba a unos cuantos metros nuestro.


-Ok... mejor comamos.


-Creo que va a ser lo mejor.


Comimos sentados en el sillón, charlando de cosas trilladas. Como por ejemplo, me enteré que es hijo único, que su madre falleció cuando tenía 16 años y que su padre se perdió en el alcohol por ello y, años más tarde, también murió, así que prácticamente estaba solo a excepción de sus dos mejores amigos.

Tuvo dos novias oficiales, con una hasta casi se casó, pero no me conto porque no sucedió; dijo que para que hablara de eso tenía que darle de beber más de una simple botella de vino.


De mí, se enteró lo básico; que en mi caso no sabía quien era mi padre porque nunca se hizo cargo de mí, qué también era hija única, pero que la vida me regaló una hermana maravillosa, Victoria, que a su vez me regaló una sobrina preciosa.

Era al único que le hablé sobre ellas, creo que porque algo en él me inspiraba confianza.


Nos robamos uno que otro beso, no iba a mentir y cuando estábamos a punto de llegar a algo más, era Alejandro quien se controlaba y sacaba otro tema.


Sentía que me estaba torturando, y sí, creo que me lo merecía. Volvió a preguntar por la peluca y los lentes de contacto, le dije que me gustaba ir cambiando de estilo, que era un pasatiempo. Se lo creyó, o al menos fingió hacerlo.


-Me gusta más tu pelo natural.


-Y a mi me gustas más cuando estás calladito.


-Cállame, entonces.


Me acerqué a él acortando nuestra distancia, le besé lentamente el cuello; podía sentir como su nuez de Adán subía y bajaba de manera rápida. Apoyó sus manos en mi cintura, obligándome a que apoyara mis manos sobre su pecho para no caer.

Una vez que recuperé el equilibrio, subía besando su cuello hasta llegar a sus labios, jugaba con ellos. Jamás lo bese profundamente. Dejaba algún que otro beso en sus labios, pero no era nada a comparación de nuestros besos anteriores


-Quiero tu piercing nuevamente dentro de mi boca.


Sí, creo que le gustaba el piercing que tenía en la lengua. Me confesó que jamás estuvo con una chica que lo tuviera.


-Señor Dinosso, no creo que deba...


Pero era tarde, me tiró sobre mi espalda contra el sillón, se acomodo sobre mí y ahora era él quien me provocaba con sus besos. Sentí como la pollera de jeans se subió sobre mis muslos e intente bajarla, pero me paro la mano, en vez de apartarla, las tomó entre la suya y juntos acariciábamos mi pierna


-Siente lo que siento cuando te toco -me susurró al oído.


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