4. Mala y buena suerte

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Para la mala suerte de Scott se había dormido y cuando despertó su teléfono no estaba donde lo había dejado, la mesita de su asiento. Se volvió loco buscándolo pero no tuvo suerte. Didi aún seguía dormida y quedaban unos quince minutos de vuelo.

-Señorita...- llamó a una de las asistentes de vuelo -¿no ha visto un celular?- preguntó Scott alterado.

-No señor. ¿Se le perdió?- preguntó la chica de veinticinco años. Scott asintió frustrado -Bien le avisaré al piloto-

No quería pensar en que se lo hayan robado porque vamos...¿quien roba en un avión? Jamás pensó que le sucedería algo como eso. Era ilógico que le robaran su celular en un avión. Aterrizaron y Scott tenía una cara de pocos amigos y era comprensible estar así. Jamás su celular apareció y eso le molestaba aún más.

Ya era lunes y con cara de pocos amigos se dirigía a las facilidades de la universidad. Se había comunicado con sus padres y les había dicho todo el problema que tuvo con la aerolínea. Había tratado comunicarse con Leslie pero no tuvo suerte, ella era de las personas que si no conocía un número de teléfono no tomaba la llamada. Esperaba que cuando regresara al hotel tuviese la fortuna de que ella le contestara.

-¿Que dices?- preguntó Sean a Leslie por detrás. Demás está decir que ella se asustó, realmente, al sentir la respiración y la voz profunda de él cerca de su oído.

-¿De que?- preguntó Leslie sonriendo mientras daba un paso al frente para alejarse un poco de él.

-De la salida de nosotros, obviamente.- dijo Sean sonriéndole grandemente.

-Oh eso...- dijo Leslie sin importancia -Esta bien. Me dices cuando, lugar y hora luego. Ahora voy a estudiar de un examen con mis amigos- dijo Leslie mientras se despedía de él chico.

 Ahora voy a estudiar de un examen con mis amigos- dijo Leslie mientras se despedía de él chico

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Sean asintió y se fue con sus amigos. Sean era un año menos que Leslie pero aún así se sentía como de último año. Era nuevo en la escuela, había llegado a mediados del semestre. Sean era un chico amable, tenía en claro lo que quería (no descansaba hasta obtenerlo), un tanto orgulloso, cariñoso entre otras cualidades que lo hacía ver diferente a Scott.

-¿Rylie ya comiste?- le preguntó Leslie a la chica que llevaba un enorme afro. La chica asintió mientras echaba la bandeja a un lado.

-Claro ¿y tu?- preguntó la chica sonriente. Leslie negó con un puchero.

-Déjame buscar la bandeja y comenzamos a estudiar- dijo mientras dejaba el bulto y su libro de historia encima de la mesa.

-Déjame buscar la bandeja y comenzamos a estudiar- dijo mientras dejaba el bulto y su libro de historia encima de la mesa

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