Había pasado dos meses desde que ella se había dedicado a ayudar a Scott. Las primeras dos semanas habían sido algo extrañas. Scott no le dirigía palabra alguna cuando estaba con ella. Se habían limitado exclusivamente a sus terapias. Leslie cada día trataba de hacerle conversación porque la verdad era que lo veía un tanto retraído. Por lo menos podían ser amigos, ¿no?
Scott no estaba preparado para hablar con Leslie cómo si nada cuando se había enterado de lo de su hijo. Aún seguía enojado con ella y cada vez que la veía sentía algo de rencor contra ella. Y para evitar decir palabras que hieran a Leslie mejor evitaba hablar cómo siempre lo hacía. Porque por más enojado y sentir rencor, hacia ella, sabía que el amor que sentía por ella era mucho más grande que el rencor.
Habían llegado a la cancha de baloncesto, en silencio. Leslie tenía sus manos dentro de los bolsillos de su sudadera con el rostro serio. Scott estaba igual hasta el momento en que vio la cancha. La sonrisa que tenía entre sus labios era una de entrañables deseos de volver a jugar pero así como apareció así desapareció. Leslie no le había dicho que algunos de los dirigentes de su equipo estarían haciendo algunas pruebas y viendo el progreso de su jugador estrella.
-Por que no me dijo que ellos estarían- Scott señaló disimuladamente al par de hombres de unos cuantos años más que él.
-No le vi importancia- dijo Leslie encogiéndose de hombros y Scott rodó los ojos.
-Que no le veía la importancia.- dijo Scott sintiendo sus nervios apoderarse de su cuerpo.
-Haz mejorado mucho no creo que ellos te saquen de tu equipo por algo que tiene remedio- dijo Leslie desinteresada mientras iba a la cancha de baloncesto.
Tomó unos conos, bolas y cuerdas. Los acomodó según el circuito que debía hacer Scott. No quería pensar en otra cosa que no fuese su hijo y/o Max pero ahí nuevamente estaba Scott. Empeñado en pasear por su mente como si fuese el dueño absoluto de todo. A pesar de su relación, estrictamente profesional, el jugador de baloncesto no salía de su cabeza.
-Wright no puedo hacerlo, todavía me duele- susurró Scott en cuanto Leslie le indicó en qué consistía la rutina que le tocaba ese día.
Leslie resopló y alentó a Scott a hacer la rutina y amablemente le pidió por enésima vez a Scott que lo hiciera -Te va a doler porque todavía faltan muchas terapias pero ya estás casi listo. Confía en que puedes jugar y olvídate de que tienes la rodilla herida- lo alentó mientras sonreía.
Scott asintió y comenzó a hacer la rutina. Leslie veía con una sonrisa mientras Scott jugaba baloncesto solo. Siempre disfrutó el verlo jugar y en ese momento no fue la excepción. Tocó el silbato y Scott se detuvo. Estaba completamente sudado y respirando entrecortadamente.
-No estás jugando como siempre lo haces, Scott. Olvida que ellos están...- habló Leslie mientras observaba atentamente a Scott.
-Wright y como si de ellos depende mi carrera.- gruñó entre dientes.
-Pues si de verdad en ellos esta tu carrera pues da el máximo porque no lo estás haciendo-
-¿Que sabes tu si doy el máximo o no?- preguntó frunciendo el ceño. Quizás había sido algo prepotente pero aún sentía algo de rencor hacia ella.
-Te conozco desde siempre- dijo Leslie algo triste y Scott pensó en disculparse.
-Creo que no me conoces tanto como dices- dijo y se fue a hacer el circuito.
Leslie parecía estatua luego de esas palabras. Estaba odiando la forma de ser de Scott hacia ella. Él no dejaba de hablarle como si fuesen unos desconocidos. Quería entenderlo pero le era imposible y su comportamiento la estaba poniendo de mal humor. Caminó hasta mitad de cancha con el rostro furioso y tocó, nuevamente el silbato. Scott se detuvo refunfuñando y Leslie se acercó a él.
ESTÁS LEYENDO
Nuestra jugada perfecta
RomanceY así ellos se encuentran, enamorados el uno del otro y con el miedo en sus corazones de que sean rechazados. Pero como bien dice el dicho; el que no arriesga no gana. Quien de los dos tendría el valor de confesarle sus sentimientos al otro...antes...