22. Manipulaciones II

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-El viernes hago guardia.- contestó Fred -pero pueden ir el sábado-

-Pues me parece perfecto papá- dijo Leslie con una sonrisa -Max y yo te tenemos una sorpresa- dijo misteriosa.

Leslie y Fred se despidieron y ella llegó a su trabajo. Cora la había recibido con una sonrisa algo compadecida. Le estuvo extraño pero no dijo nada -El señor McKnight está, aún, en su habitación- dijo Cora mientras le señalaba las escaleras.

-¿Porque? Son las diez de la mañana- dijo Leslie frunciendo el ceño consternada.

-No lo sé, ayer no bajó a comer y hoy no se ha querido levantar de su cama- Cora habló y Leslie le indicó que subiría.

Leslie resopló nerviosa y tocó la puerta de la habitación de él. Por lo menos le había preguntado antes cual era la habitación de él porque sino sería un problema dar con ella. Dio un par de golpes y no hubo respuesta. A Leslie le estuvo extraño el que no recibiera ninguna respuesta así que volvió a tocar. Así estuvo casi cinco minutos esperando que Scott se dignara en abrir. Decidió entrar a la habitación sin ningún consentimiento y se encontró a Scott con el cuerpo tirado en la cama, con las piernas en el piso y los ojos cerrados.

El silencio que había en la habitación fue interrumpido por la música que escuchaba él. Tenía los dos audífonos puestos y, lo que parecía ser, susurrando cada lírica que inundaba sus oídos. Leslie tocó gentilmente el hombro de Scott y este abrió sus ojos y se giró para mirarle. Volvió a cerrar los ojos y dejó de susurrar la letra de la canción. El rostro de Leslie se contrajo al ver que ni se inmutaba ante su presencia.

Desapareció de la habitación refunfuñando. ¿Que se creía? ¿Que podía dejar de un lado las terapias? -Cora, ¿me podrías dar un tazón con agua y hielo?- la ama de llaves, reacia, se la dio y Leslie volvió a la habitación. Entró en silencio y se detuvo frente a él.

Leslie dejó caer el agua fría en el rostro de él haciéndolo chillar de frío y por el sorpresivo frío que caló sus huesos -¡¿Pero que te pasa?! ¡Leslie estás loca!- saltó de la cama y se le cayó el celular.

-No estoy aquí para verte dormir. Te levantas y te bañas que te espero en el gimnasio.- dijo Leslie con autoridad.

-Bien- refunfuñó él mientras se secaba el rostro.

Como Leslie le exigió, se bañó con agua caliente para relajar un poco los músculos. Había dormido días y la cama ya le estaba haciendo mal. Bajó con el semblante serio y sin decir una palabra. Estaba mal desde el día anterior, ver a Leslie besar a aquel hombre le había hecho una zanja en su corazón. No podía negar que sintió celos a niveles impensables cuando los vio besarles. Pero tenía que disimular, él tenía a Jessica y Leslie tenía a...ese como se llame.

-Me importa muy poco el porqué estás así pero no pienso perder mi trabajo por ti y menos en este momento- dijo Leslie y Scott abrió los ojos de par en par sorprendido a tales palabras. Jamás había escuchado a Leslie hablar así.

-¿Cuando cambiaste tanto?- preguntó aún sin creer lo que había dicho ella.

-Cuando la persona que tu amabas te hace sentir que no tienes ningún valor para él y te abandona en el momento que tu más lo necesitaba, tenía que sobrevivir y de la manera en la que me conociste no era la mejor supervivencia.- dijo Leslie mientras le indicaba que se sentara en la cama de masajes.

-¿Donde quedó mí Leslie? ¿Donde quedo mí nena?- dijo él mientras reposaba sus manos en la cama mirando a Leslie fijamente, quien estaba al otro extremo de la cama.

-Tú Leslie, tú nena se murió en el momento que perdí lo más preciado en mi vida.- dijo Leslie a punto de derramar lágrimas al pensar en el hijo que perdió.

Nuestra jugada perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora