12. Muy jóvenes

1.7K 142 8
                                    

-¿Cuando ibas a decirme que Scott y tú se comieron la torta antes del recreo?- dijo Rylie enojada guiando hacia la casa de Leslie.

-Oye, no todo lo tienes que saber- dijo Leslie viéndola de soslayo enojándose.

-¿En serio Leslie? Soy tu mejor amiga y por si se te olvida una mejor amiga es para eso. Para que le cuentes los secretos que no le puedes decir a tu madre- suspiró exasperado Rylie.

-Y estoy de acuerdo pero quería guardarme eso para mí y no divulgarlo a quién sea. Es mi intimidad y no tengo porque decírtelo- gruñó Leslie con el ceño fruncido.

-¡¿A QUIEN SEA, LESLIE?!- gritó Rylie y la miró rápidamente -¿Ahora soy un quien sea? ¿En serio? Yo te dije cuando yo lo hice y con lujo y detalles y no tenía porque hacerlo pero confíe en ti y te lo conté-

-Yo no te obligué a hacerlo- dijo desinteresada viendo por la ventana

-Cierto pero encontré confianza en MI mejor amiga pero ya veo que no pasó lo mismo contigo- dijo enojadisima Rylie.

Las dos tenían sus puntos de vistas muy válidos pero ninguna podía decir que la otra también tenían la razón. Rylie sabía cosas que Leslie solo lo había dicho una vez, y era para contárselo a su mejor amiga igual que Leslie ella sabía cada aventura, cada momento malo y bueno de Rylie. La verdad era que Leslie no le había contado porque sentía vergüenza hablarlo con alguien y por más mejores amigas que sean no veía como decirle a Rylie que el estudio de la madre de Scott había sido testigo del momento más importante de su vida.

-Entiéndeme...- dijo mirándola -Ry...- la llamó y Rylie no dijo nada.

Rylie aparcó su coche frente a la casa de su mejor amiga. Leslie la observó y trató de hablarle pero ella negó sin mirarle. Sabía que le dolía que ella no le dijera un secreto tan grande pero tenía que entender. Aunque Rylie no quería saber como y que hizo Scott para...el asunto pero con tan solo decirle que había perdido su virginidad con Scott le bastaba. Abrió la puerta y se bajó y luego de verla y ella no devolverle la mirada cerró la puerta de un portazo. Pasó frente al auto y no hizo más que pisar la acera y Rylie ya había arrancado.

Suspiró cansada y se acomodó la mochila de escuela. No habían luces encendidas en la casa pero lo más seguro quien estaba era Liam pues la ventana de su cuarto se veía con luz. Sus padres no estaban, su padre en una guardia, y lo sabía ya que por lo menos su papá le había enviado un texto avisándole y su madre pues ella no sabía dónde podía estar. Quizás estaba trabajando en el hospital o con su hija querida.

Desde navidad ellas no se hablaban y eso era mucho que decir. Llevaban semanas sin hablarse y eso era algo que hacía sentir mal a Leslie, hasta llegar a tal punto en querer pedirle perdón pero humillarse una vez más no era posible. Le había aguantado más que una persona normal pero decirle que era una gorda sin gracia le había calado en lo más profundo de su mente y su corazón. No podía perdonarle, la había vuelto a humillar y había dejado que Morgan también la humillara.

Entró a su cuarto y buscó rápidamente su ropa de dormir y su toalla para bañarse. Esa tarde y noche había sido realmente mala. Se metió a su bañera luego de llenarla y quitarse la ropa. El agua ardía y eso era lo que necesitaba para destensar sus músculos. Se le había despertado un dolor en el cuerpo entero desde que salió de la casa de Scott.

-Veintiuno, veintidós, veintitrés...- siguió contando y frunció el ceño -¿Y si estoy...esperando un bebé?- se preguntó en voz alta mientras se veía el abdomen a través del agua.

La sonrisa que se le formó fue una enorme y de ilusión. Un hijo de ella y de Scott debía ser lo mejor de su vida. Sin aún estar segura ya se lo estaba imaginando y su sonrisa se agrandó.

Nuestra jugada perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora