-Me siento mal...- susurró Leslie sobando su vientre de unos ocho meses. Ya habían pasado varios meses y en ningún momento no se había vuelto a encontrar con Scott. Sí, habían terminado mal, por así decirlo, pero que la criticasen en ese momento pero tenía unas ganas horribles de verlo.
-Leslie estás entrando en labor de parto- dijo Janices mientras tocaba el vientre de ella verificando sus sospechas.
-¿Q-qué? N-no puedo. Max no está- dijo alarmada.
Su madre y ella habían arreglado, por así decirlo, sus roces pero aún así tenían sus encontronazos. Todo comenzó cuando Leslie decidió llamarle y decirle que iba a ser abuela. No esperó que su madre se sintiera feliz por ella pero sentía que debía decirle. Aunque aveces se había pasado con algunos comentarios Leslie los dejaba pasar porque quería llevar la fiesta en paz. Janices hacía todo lo posible por cambiar el trato hacia su hija pero así era su forma de ser.
Estaban en la antigua casa de Leslie. Max, como ella había dicho, estaba fuera de la ciudad. Se encontraba en Chicago en una convención de publicidad. Ella se había decidido a visitar a su madre que por mucho tiempo no la había visto. Liam estaba junto con ellas porqué la verdad era que Leslie a pesar de todo no se sentía del todo bien estando con ella a solas.
-Liam, ayúdame a llevarla al auto- pidió Janices mientras ayudaba a Leslie a levantarse.
Al sentir la mano a punto de romperse, por el apretón que Leslie le hizo supo que estaba a punto de tenerlo. No podía tener a su bebé en la casa pero ya las contracciones se estaban haciendo cada vez más frecuentes -Q-Quiero pujar...- gritó Leslie entrando en pánico.
No había sentido las contracciones porque la verdad era que las achacaba al cansancio. Ese día habían caminado, Leslie y Liam, por quien sabe cuanto por el vecindario mientras Janices se quedó cocinando -Muy tarde para moverte- anunció su madre.
-No lo puedo tener aquí- se quejó Leslie con el rostro completamente asustado.
-Ya quieres pujar no puedo dete...- fue interrumpida por el grito que Leslie soltó.
El dolor que Leslie sintió hizo que su grito retumbara en toda la casa. Lo más seguro los vecinos habrán escuchado los gritos y le importaba muy poco. Tendría a su bebé consigo pronto y la hizo sentir feliz. Leslie siguió las indicaciones que le dio su madre y se acostó en el suelo, encima de unas mantas y unas almohadas.
-Liam busca toallas y agua caliente. Ayudaremos a tu hermana a traer a su hijo al mundo- dijo Janices y Liam dudó.
-No será mejor llamar una ambulancia. Ellos sabrán que hacer.- dijo nervioso
-Llámala pero no llegaran tu hermana está a punto de tener a su bebé.- dijo Janices con seriedad a Liam y subió a buscar las toallas.
Estaba muy nervioso, nunca imaginó que estaría en pleno nacimiento de su sobrino o sobrina. Porqué Leslie se empeñó en que no se supiera el sexo del bebé hasta que naciera. Claro, cada uno tenía sus sospechas. Max, Liam, Fred, Simon y Samuel estaban cien por ciento seguros que iba a ser una niña pero Janices, Helen, Jude, Robert, Rylie y Janet se iban con que sería un niño. Leslie decidió no hacerle caso a las especulaciones de su familia y centrarse en que era lo que su sexto sentido le decía, y ese sexto sentido le decía que iba a ser un varón.
El sonido de la puerta hizo eco en la casa y Liam frunció el ceño. Todavía no llamaba a la ambulancia así que no podían ser ellos. El grito desesperado de Leslie lo hizo estremecer mientras iba a abrir la puerta. Su rostro se contrajo al ver al único hombre que odiaba en la tierra. Al hombre que juró romperle todos los huesos en cuanto lo tuviese, nuevamente, frente de él.
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Nuestra jugada perfecta
RomanceY así ellos se encuentran, enamorados el uno del otro y con el miedo en sus corazones de que sean rechazados. Pero como bien dice el dicho; el que no arriesga no gana. Quien de los dos tendría el valor de confesarle sus sentimientos al otro...antes...