{ Julia }
Los días que habían seguido a aquella noche en la que había “cortado” con Niall – ni si quiera sabía si realmente había roto algo, pues no estaba segura de que en ningún momento hubiese habido nada entre él y yo – habían consistido en ir de un lugar a otro como un zombi y en llorar hasta quedarme dormida por las noches, y cuando por fin podía dormir, me acechaban unas malditas pesadillas en las que Niall estaba con su novia, la Venus, y se reían de esa estúpida e inocente chica que incluso había llegado a pensar que por fin alguien se había fijado en ella y que… sentía lo mismo que ella sentía por él. Me despertaba en medio de la noche con las mejillas mojadas por las lágrimas y de nuevo me echaba a llorar hasta que volvía a dormirme, por lo que las ojeras destacaban sobre mi pálido rostro como maquillaje corrido bajo mis ojos.
Llevaba cuatro días sin hablar apenas con mis amigos, esquivándoles, pues sabía que si me preguntaban algo sobre lo que me ocurría, me echaría a llorar en medio del instituto. No era difícil evitar a Daisy, ya que íbamos a clases distintas (excepto en Español, clase a la que íbamos juntas) pero Will se sentaba a mi lado en el resto de asignaturas, y había intentado un número incontable de veces hablar del tema conmigo, pero yo simplemente había negado con la cabeza y le había dicho que no pasaba nada. En fin, que hasta los zombis de The walking dead tenían más vida que yo.
Pero lo peor de todo era que, a pesar de haberlo intentado todo, no podía dejar de pensar en él.
Y entonces llegó aquel día en el que mis amigos me hicieron una encerrona, y yo estaba tan aislada del mundo en general, que ni si quiera me di cuenta de ello.
-En serio, mañana tengo examen de Química, me gustaría repasar. Además, no tengo hambre. – Insistí, mientras Daisy me arrastraba por el pasillo atestado de alumnos, que se dirigían en masa a la cafetería para comer algo antes de volver al purgatorio que suponían las clases.
-No seas tonta. Vamos, te invitaré a una de esas Cookies tan buenas que venden en la cafetería. – Dijo Daisy.
-Hay un rumor de que esas galletas son las que no consiguen vender en las pastelerías de la zona y que están caducadas. – Comentó Will, caminando junto a nosotras.
Daisy carraspeó y le lanzó una mirada de advertencia.
-Will, así no ayudas. – Dijo mi amiga.
Entramos en la cafetería y nos sentamos en nuestra mesa habitual. Me senté en la silla de mala gana, con un resoplido. Puse mi mochila sobre mi regazo y me dispuse a abrir la cremallera para sacar los apuntes de Química, pero Daisy carraspeó, interrumpiéndome en mi tarea.
-Julia. – Me llamó.
Alcé la mirada y vi que ambos me estaban mirando inquisitivos, con una seriedad totalmente impropia de ellos.
-Emm… chicos, ¿qué pasa? – Inquirí, frunciendo el ceño.
-No, qué pasa contigo. – Dijo Will.
-¿Conmigo? ¿Qué problema tenéis conmigo?
-Estamos preocupados por ti. – Intervino Daisy.
-¿Por qué? – Inquirí, haciéndome la tonta. Oh, oh. Aquello pintaba muy mal.
-Eh… no sé… ¿tal vez porque llevas toda la semana como si fueses un alma en pena? – Dijo mi amiga, con severidad.
-Eso no es cierto. – Rebatí. – Estoy como siempre.
-¿Por qué lo intentas, Julia? Sabes que no nos vas a engañar. – Dijo Will, cruzándose de brazos.
-Nos vas a decir ahora mismo qué está pasando. – Daisy dio un golpe en la mesa con las palmas de sus manos, pero, por suerte, había demasiado escándalo en la cafetería como para que lo hubiese oído alguien. – El otro día te oí llorar en el baño.
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A chance to be happy | n. h. |
FanficJulia miró una vez más a aquel chico rubio y de ojos azules y de nuevo sintió que se derretía. Se sonrojó a más no poder, por lo que agachó la cabeza, ocultando su rubor. Niall se dio cuenta, y también se ruborizó, aunque intentó que su acompañante...