{ Harry }
Aquel mes que había pasado había estado lleno de noches en vela, miradas cansadas y hastiadas y sonrisas forzadas. Un mes para intentar mentalizarme de cuál era la realidad y para intentar volver a mi vida en la medida de lo posible. Sabía que, tarde o temprano, terminaría de recobrarme y de volver a poner mi vida en su sitio. Finalmente, no me quedaría más remedio que olvidar y archivar este capítulo de mi vida para poder guardarlo en un cajón, guardarlo con llave y hacer borrón y cuenta nueva.
Pero nadie dijo que iba a ser fácil.
De hecho, no estaba siendo para nada fácil. Estaba siendo más duro de lo que habría creído que sería. Yo no era de esas personas que se quedaban encadenadas al pasado, incapaces de liberarse de grilletes, ahogándose en recuerdos y en el “¿y si hubiese…?”. Había una cosa que siempre había tenido claro: El pasado es una parte muy importante de nuestras vidas, y es importante tenerlo en cuenta para no volver a cometer los mismos errores, para no tropezar varias veces con la misma piedra. Sin embargo, siempre hay que mirar al futuro y, sobre todo, centrarse en el día a día. Eso era lo que importaba.
Sin embargo, yo había sido incapaz de poner en práctica mi propia filosofía. Y lo había intentado, lo había intentado de todas las formas posibles. Pero ninguna había dado resultado.
Porque siempre volvía al mismo punto, una y otra vez. Era como un perro que persigue su propia cola, intentando alcanzarla.
Si pudiese viajar en el tiempo y avisar a mi yo de hacía un año, le habría dicho algo como: “¡Eh! Mantente alejado de la chica pelirroja; te engancharás a ella como un drogadicto a la heroína”. Aunque, probablemente, me habría reído de mí mismo y le habría contestado a mi yo actual: “¿Yo? ¿Atarme a alguien sin remedio? Parece que no me conoces, yo del futuro”.
En efecto, si ahora miraba atrás, a la persona que había sido años anteriores, apenas podría reconocerme. Pero supongo que ese era una de las muchas consecuencias de estar enamorado: Ese simple y primitivo concepto podía cambiarte irremediablemente.
Yo había estado enamorado anteriormente, y el final de esos amores siempre había sido duro (¿acaso había algún amor que no doliese?). Sin embargo, nunca lo había sentido de esta forma tan desgarradora, tan desesperanzadora, y tan desmoralizadora. Tenía la sensación de que, cada segundo que pasaba, el mundo se venía encima de mí incluso un poco más; como un techo combado, que estaba a punto de hundirse y de enterrar bajo un manto de escombros todo lo que había en su interior.
Y lo único que me quedaba era esperar a ser sepultado y ahogado por mis propios pensamientos y, sobre todo, por los recuerdos.
Incluso en esos momentos en los que había tirado la toalla, inconscientemente estaba intentando ponerme a prueba, para comprobar si, después de aquel mes, el dolor habría disminuido aunque fuese un poco.
Así que supongo que por eso me encontraba allí.
Las voces y las risas me rodeaban y penetraban en mis oídos como pequeños latidos desbocados.
Los chicos casi habían tenido que arrastrarme para llevarme hasta allí. Tras mis quejas y mis “hoy no tengo ganas de nada, quiero estar solo”, ellos habían insistido, alegando que “solo es una pequeña reunión con las chicas en casa de Niall, tampoco tienes que hacer un gran esfuerzo”. Por “chicas” había entendido que se referían a Perrie, Sophia y Eleanor. Pero nadie me había avisado de que una cuarta chica también estaba invitada.
Admito que, en el fondo, saber que volvería a ver a Julia tras aquellas cuatro semanas hizo que sintiese un chispazo en el pecho, como si hubiesen conectado dos cables y hubiese saltado una chispa que me hubiese devuelto a la vida. Supongo que pensar en que volvería a ver su sonrisa, sus mejillas arreboladas y sus alegres ojos verdes me hizo sentir como cuando comencé a ser consciente de lo que sentía por ella. Sin embargo, algo había cambiado en aquel sentimiento. Ya no se trataba de aquella eufórica emoción que recorría mi cuerpo a través de la sangre, y que me hacía sentir como si estuviese andando sobre nubes. No. Aquel era un sentimiento más oscuro y sombrío. Aquella emoción estaba manchada por la tinta del dolor. No podía negarlo: Volver a verla resultaría doloroso.
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A chance to be happy | n. h. |
Hayran KurguJulia miró una vez más a aquel chico rubio y de ojos azules y de nuevo sintió que se derretía. Se sonrojó a más no poder, por lo que agachó la cabeza, ocultando su rubor. Niall se dio cuenta, y también se ruborizó, aunque intentó que su acompañante...