Capitulo 14 "La indiferencia"

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(Yaretzi) ¡Pobre mamá! No imagino todo lo que habrá sufrido sola y embarazada, pero... ¿Estaba embarazada de mi? ¡Oh Dios! Es que no puedo parar de leer, veamos...

¡Querido diario!

Seguí llorando sin parar hasta no se que hora, escuche toquidos en mi puerta y mi nana entro a mi habitación.

—¿Como te sientes mi niña? Vamos a la cocina para que comas algo, necesitas alimentarte, si no lo haces tu bebe no se va a desarrollar bien, y tu no quieres eso, ¿O si?— Ella acariciaba mi rostro hinchado por el llanto.

—¡Se fue nana, James se fue para siempre!— yo lloraba y lloraba, mi nana me tenia abrazada y sonreía dulcemente.

—Calma mi niña, no hay mal que dure cien años, si el destino de ustedes es estar juntos se reunirán de nuevo, yo creo que ese muchacho va a regresar, ya no te deprimas y vamos a cenar, ¿Si?—

—No nana, yo solo quiero estar sola— Me sentía tan mal por la ausencia de James, sentía un vacío interior  muy grande, todo fue mi culpa por no saber valorarlo a tiempo.

Mi nana salió de la habitación y yo continúe llorando hasta quedarme dormida, al día siguiente me levante muy temprano y llegue al molino a trabajar como todos los días, salude a don Sebastián quien esta vez llevo a dos amigos del orfanato para ayudarle.

Al empezar a atender a las señoras, noté que algunas de ellas me veían con disgusto, como molestas conmigo, yo no di importancia pero otras ni siquiera contestaban mi saludo de "buenos días", me incomode cuando una de ellas le hablo a don Sebastián pidiéndole que la atendiera otra persona, que no quería que yo lo hiciera mas.

Yo sabia que algo no estaba bien pero no sabia que, para evitar problemas don Sebastián le pidió a una de las adolecentes que lo acompañaban que siguiera atendiendo y yo me fui a limpiar en la parte trasera, al fin que ya casi terminábamos el turno.

Cuando todos se marcharon don Sebastián me pregunto si había algún problema, yo le dije que ninguno y que no sabia porque las personas actuaban de esa forma conmigo, después de eso me marché para mi casa.

Al llegar mi nana se estaba preparando para salir, me dijo que me había dejado la comida preparada y que mas tarde regresaba, se notaba un poco preocupada, pocas veces la veo tensa y hoy es una de ellas, me fui al sembrado de gladiolas y mientras admiraba la belleza de las Flores en sus diferentes colores no podía apartar a James de mi pensamiento, como deseaba que estuviera aquí, a mi lado, me preguntaba si lo volvería a ver...

Entre  a casa con unas náuseas terribles, quería vomitar pero no podía ya que no traía nada en mi estomago, un mareo fuerte casi me derrumbó y opte por sentarme en el piso mientras pasaba, cuando me sentí mejor me levante y tome un vaso de leche, me quede en la sala viendo televisión para esperar a mi nana.

Cuando ella regreso sentí que algo no estaba bien, se portaba algo extraña y nerviosa, yo le hacia platica pero me contestaba solo lo necesario.

—¿Pasa algo abuelita? Te veo algo preocupada, ¿Estas bien?— Aunque ella me esquivaba la mirada, seguí insistiendo hasta que optó por decirme lo que estaba sucediendo...

—.... Mi niña, te vienen tiempos difíciles y tienes que ser muy fuerte, ¿Tu sabes que don Sebastián y yo somos miembros del concejo en los juicios, verdad?—

—Claro que lo sé, ¿Qué tiene que ver eso?— Le dije entregada pues yo no encontraba ninguna relación con su preocupación.

—Tengo que darte dos noticias y no se como las vas a tomar, pero quiero que sepas que siempre estaré contigo pase lo que pase.— Me empecé a preocupar, sus palabras sonaban.... no se, no bien.

LA PROMESADonde viven las historias. Descúbrelo ahora