3 | Déjame Llorar.

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El Arte Del Perdón. II (Libro Dos)

Capítulo tres: Déjame Llorar.

Narra Ruth:
Llegue a casa, el ambiente era denso lo podía sentir, mire a todos lados esperando ver a mis madres en algún lugar pero nada, sólo había silencio, un silencio arrollador, de esos que te hacen estremecer.

-¿Mamá?

Espere por una respuesta pero nada, los gemelos aún no llegaban del colegio y no era hora para que mis progenitoras estuvieran fuera.

-¿Mami Charlie?

-Arriba amor.

Su voz era triste, melancólica, corrí escaleras arriba, y la vi sentada a la orilla de la cama, su rostro denotaba una sonrisa fingida y unos ojos infectados de dolor.

-Mamá ¿estas bien?

-Si amor, es sólo que eh terminado ese libro del que te hablé-.Sentí como posicionaban mi pecho en una maldita guillotina al verla así.

-Mamá, dime que pasa.

-Es eso amor.

-Entonces, Mamá Kat ¿donde está?

Sus ojos se llenaron de ese líquido salado y cristalino al escuchar el nombre de mi madre, me arroje sobre ella y la apricione entre mis brazos, las lágrimas salieron con más fuerza de sus ojos y fue hay cuando sentí que mi vida se derrumbó, odiaba ver a esas mujeres que tanto amaba llorar y sufrir por cosas que yo no sabía.

-Mami ¿todo está bien? ¿algo le pasó a mamá?

-No, no, no mi amor, ella está, bien.

Se separó de mi y me miro a los ojos como si de la octava maravilla se tratará.

-¿Puedes decirme porque estas así?

-Vámonos abajo, hay que preparar la comida.

No quería que ella se sintiera presionada por mi, estaba sufriendo y lo que menos quería era que esas cosas que la atormentaba llegarán con más fuerza.

-Vamos entonces.

Estábamos en la isla de la cocina, ella había comenzado a preparar la comida mientras yo le ayudaba en lo que podía, la había escuchado sollosar un par de veces y limpiar las lágrimas de su perfecto rostro.

La puerta se abrió de pronto dejando a la vista a la mujer hermosa que yo llamaba madre, Charlie la miro y de sus manos cayeron caer un cuchillo que a duras penas lograba sostener.

-¿Mamá?

-Hola amor, Charlotte, Hola.

No había amor, esa dulcura que mis madres tenían al verse no estaba, había desaparecido. Ellas sólo se miraban un apizque de odio salía de los ojos de Kat hacia Charlie.

-¿Quieres venir a ayudar? Mamá necesita un poco de ayuda.

-Si, porque no princesa.

Recogí del suelo aquel afilado cuchillo mientras ambas ponían un poco de su parte para mantener en ese angosto lugar.

Kat se limpió las lágrimas del rostro después de reprimir ese grito que debía haber salido.

-Basta, no soy tonta, algo pasa, tengo 17 años, no me puedo permitir ver a mis padres así, lastimandoce.

Ambas posaron su atención sobre mi, estaban sorprendidas por mi manera de hablarles.

-Ruth esto no es una guerra que TU vas a pelear.

-Pero si es una en la que yo estoy de por medio.

Las lágrimas llegaron a mi, algo malo debió haber pasado para que ellas se encontrarán así, tan distantes, tan rotas.

-Kat y yo ya lo arreglaremos.

-¿Cuando? ¿Cuando ya sea tarde?

Ambas dejaron salir esa presión que había en su pecho y lloraron.

-Antonia.

Ambas se tensaron al escuchar aquel nombre salir de mis finos labios, una se veía más destruida que la otra al pronumciarlo. Pero ambas sufrían por la misma miserable razón.

El Arte De Amar. Libro I & II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora