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Ambos permanecían desnudos, acunándose entre sí en virtud del fluir de unas caricias que compartían la misma esencia primigenia que posee la fragancia del amor furtivo. De un momento a otro, ella, la hermosa Denise, con toda su sensualidad a flor de piel y con sus jóvenes ojos de gorrión indefenso, de gorrión sorprendido ante una realidad de dulzura inconmensurable, le preguntó a su atento y laborioso amado lo siguiente: "Dumet, ¿qué deseo pediste cuando viste en el cielo nocturno aquella estrella fugaz?". "Un deseo de amor", contestó él en el acto. Contestó él mientras observaba con gran fijeza al objeto infinito de su amor. Cada uno de los besos que ambos se prodigaban, cabe decir, se las arreglaba para proyectar un fragmento del alma, para proyectar la más honda palpitación de la vida. El cuerpo desnudo de los dos, por su parte, parecía cada uno un gajo perlado y sumamente apetitoso de luna, de una luna loca y alborozadamente enamorada, como bien podemos imaginar. "Y tú, cariño, ¿qué deseo pediste?". Nos es preciso anotar, llegados a este punto, que si alguien tomara alguno de aquellos dos gajos de luna con un tenedor de sueños, seguramente dicho gajo se convertiría al instante en un pétalo capaz de ser el mejor cómplice que pueda llegar a tener un susurro, uno de esos susurros que tienen lugar en una de esas charlas pasionales a media voz. "Pedí que tu deseo, sea cual fuese, se hiciera realidad. Y ello me lleva a formularte una nueva pregunta, Dumet. ¿Qué deseo de amor pediste exactamente?". "Pedí lo que más quiero en la vida, amor, lo que motivó la creación de todo este universo de significaciones. Pedí que algún día pudieras despertar". "Algún día despertaré, mi cielo, y estaremos juntos. Pero, entretanto, por qué no gozar del amor que se desenvuelve en medio de la indecisión de los segundos". "Por qué no hundirme en las sinuosidades de tu aroma". "Por qué no amar como si la luz de las caricias llameara sobre la piel". "Por qué no dejar de ser yo mientras me hundo en la tibieza de tu tacto y en la dulzura de tu ser". "Por qué no hacerme suspirar como nunca antes me ha hecho suspirar nadie de puro placer". Ambos se amaron como si se encontrasen en una dulce pero feroz batalla en la cual debieran entregar la parte más recóndita y secreta de sus respectivas almas. Ya se habían amado durante un largo trecho de tiempo en el cual los minutos trascurrían uno tras otro llenos de emoción, sin embargo, el amor, allí, en aquel balcón, sobre aquella alfombra de fino terciopelo en la que los dos amantes se encontraban, apenas estaba empezando y ansiaba convertirse no en una intensa conflagración de la existencia, sino en una supernova de la infinitud amorosa. Y así, mientras Dumet amaba a su bella enamorada, descubrió de repente que los suspiros de ella se alargaban indefinidamente cuando eran de placer.

No sabemos si es una ensoñación nuestra, pero, mientras afloraban los sabores escondidos en el cuerpo y mientras se abría aquel insospechado cuarto de la vida en el cual se guarda con recelo el más fino y vigorizante ajuar de las caricias y de las entregas de la piel, una mariposa de color azul apareció desenado ser la protagonista de la infinitud. Dicha mariposa llevaba consigo una dosis integral y hondísima de transparencia, una cáustica levedad de sueños y una nota que soltó de repente sobre aquel balcón de los actos amorosos. Sí, una nota. Una nota que decía lo siguiente:

Me imagino yo que si cada estrella en el universo es el reverso de un sueño que algún día aflorará, cada persona ha de ser el reverso de una significación entrelazada con muchas otras significaciones que tienen mucho que ver con la vida. Por otra parte, dicen que la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma, razón por la cual a veces me digo a mí misma que es una lástima que dicha ley no cubra todos los aspectos de la existencia que tienen que ver con la realidad y la irrealidad. Ahora bien, quizás te estés preguntando quién soy. Pues soy, ni más ni menos, que la misma persona que a lo largo de esta historia ha encontrado alguna que otra oportunidad para decirte que me hallo atrapada, la misma persona que te ha pedido ayuda en varias ocasiones. Y ahora que veo la oportunidad, o puedo evitar volver a hacerlo. Sin embargo, tal y como creo haberlo dicho en una nota anterior, no sé a ciencia cierta dónde estoy. Lo único que sé es que en esta historia se encuentran las claves necesarias para que yo pueda salir de mi presidio. Mi alma cuelga de un delgado hilo en medio de un vasto vacío intensificado.

De las inercias de la piel a un mar de constelacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora