En aquel cuarto de hospital solo se escucha el tictac de un reloj colgado en la pared. En una cama que se halla junto a una ventana a través de la cual se adivina un mundo ligeramente incierto, por su parte, se encuentra una joven chica que lleva un tiempo bastante largo sin abrir los ojos, quizás días, quizás semanas, no lo sabemos a ciencia cierta. Junto a aquella cama un muchacho se halla sentado en una silla plegable y corrediza de color negro. Dicho muchacho deja pasar el tiempo mientras se entretiene escribiendo alguna que otra cosa en un cuaderno. Si alguien le preguntara qué escribe exactamente allí, él diría que son ideas para una novela de terror que es al mismo tiempo una novela romántica y una novela de ficción. Una obra de matices metaliterarios, comentaría al cabo de unos segundos, es decir, una obra que habla y reflexiona en sus líneas sobre sí misma. De cuando en cuando, en medio de la inmensidad indescriptible del silencio, o, más bien, del tic-tac de un reloj de cuarto de hospital, aquel muchacho deja de escribir lo que sea que escribe en aquel cuaderno que hemos mencionado y se queda mirando muy fijamente a la chica que se halla en aquella cama de hospital que también hemos mencionado. De cuando en cuando aquel muchacho se aproxima a aquella chica con mucho cuidado de no tropezar el suero intravenoso. Y mientras por sus ojos afloran algunas cuantas lágrimas muy sentidas, él acaricia el rostro de aquella chica con mucho cuidado, con la yema de los dedos apenas. "Cómo me gustaría que algún día despertarás", comenta él con un susurro tan emotivo y tan lleno de amor y sufrimiento como sus lágrimas. Como su propio dolor.
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De las inercias de la piel a un mar de constelaciones
Ficción GeneralUna hermosa chica que despierta totalmente desnuda en una oscura y lúgubre habitación sin saber a ciencia cierta por qué está allí, y una niña misteriosa que no es muy dada a hablar con las personas y que guarda un pérfido y oscuro secreto, se perca...