¡Bienvenida a Beethoven!

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Veo por la ventana como pasamos los árboles con gran velocidad. 

Giro mi cabeza, el conductor conduce por la izquierda, creo que tardaré en acostumbrarme a esto. Es un anciano que papá pagó para que me trajera a salvo hacia mi futuro. La preparatoria Beethoven. Llevo toda mi vida preparándome para este momento, que por fin llegó...

A los 6 años me enamore. Pero no. No como todos se enamoran. Me enamore de una forma diferente, extraña y singular.

Todo comenzó ese día que acompañe a mi padre a la tienda de instrumentos en la que trabajaba uno de sus amigos. Una tienda vieja, llena de polvo y desordenada. Muy desordenada.
Como una niña normal comencé a dar saltitos de un lado al otro recorriendo toda la tienda mientras mi padre charlaba con su amigo. En un mal movimiento di un brinco que hizo que me golpeara la cabeza con uno de los estantes, lo que provocó que este se cayera al suelo junto con todo lo que tenía encima.
Entre quejidos y lloros logre distinguir un pequeño violín de estudio prefabricado tan viejo que casi se caían cada una de sus partes. 

Sin más que decir, me enamore.

El amigo de mi padre lo restauró por completo, dejándolo hermoso y listo para usar.

Comencé a tomar clases en una pequeña academia de mi barrio con una señora gordita muy regañona. Pero no me importaba, me encantaba el violín.

Más adelante, a mis 8 años, mis padres comenzaron a notar que había mejorado mucho. Así que me inscribieron en una mejor academia, con un maestro muy amable, pero estricto a la vez. En esta academia tú a medida que crecías —y si eras bueno, claro—, pasabas a un nivel diferente, uno más avanzado.

Así que comencé a subir poco a poco.

Cada tarde después de la escuela tomaba mi merienda, hacia los deberes y me ponía a ensayar. Podía durar horas y horas tocando el violín, como les digo, estaba enamorada. 

Bueno, lo estoy.

Hace unos meses me gradué de la escuela secundaria, al igual que de la academia. Pero yo quería seguir, no podía dejar el violín como un un pasatiempo, quería que fuera mi profesión, algo de por vida.

Yo tocaba el violín, pensaba en el violín, soñaba con el violín. Mi futuro tenía que ser el violín.

Así que audicioné para este prestigioso internado, Beethoven.
Una preparatoria de sueños, donde todo, y déjenme decirles TODO, gira alrededor de las artes y la música.

Milagrosamente, pase.

Así que por eso ahora me encuentro aquí. Debo admitir que los nervios me comen entera, pero este es un gran paso que me guiara hacia mi futuro.

Nada, pero nada podrá desviarme de mi objetivo: ser algún día una joven y famosa violinista.

El auto se detiene, logro distinguir que llegamos.

Me asomo por la ventana y veo una gran estructura de ladrillos con un enorme jardín verde decorado con muchas flores y en el centro una fuente con una estatua del mismísimo Beethoven.

El chofer se baja del auto y da la vuelta hasta quedar frente a mi puerta y abrirla. Asiento con la cabeza en forma de agradecimiento. Doy unos pasos y observo cada uno de los detalles de la preparatoria. El chofer me entrega mis maletas y se despide con un "hasta luego". Miro a un lado, luego al otro, y entro.

Pasó junto a una enorme puerta de rejas con un símbolo en dorado que tiene una enorme B. Es tan hermoso que hasta podría jurar que estoy en el paraíso. Una sonrisa de oreja a oreja se forma en mi rostro y entro.

Sobreviviendo a BeethovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora