Creo que me gustas.

51 5 0
                                    




Mi quijada se abre tanto, que juraría que esta en el suelo. Me he quedado perpleja, solo viendo la escena tan extraña. Emma con sus manos rodeando su cuello, Tyler sujetándola por las caderas, ambos besándose como si no hubiera mañana.

—Esto no es correcto —digo, más para mi misma —. No. Esto no está bien —niego repetidas veces con la cabeza, sintiendo como algo se apodera de mí, algo que me hace comenzar a caminar hacía ellos, casi trotar. Tomo a mi amiga del brazo, para que me vea. La rubia abre los ojos con sorpresa al notar que soy yo quien la ha interrumpido, pero luego su expresión cambia a una más relajada, como si no le importará.

Gira su cabeza hacía Dallas, y le regala una sonrisa coqueta.

—Ves —le dice levantándose de sus piernas. El chico le sonríe de igual manera, y deja caer su espalda en el respaldo de la silla, esbozando un suspiro cargado.

Arrugo el ceño, sintiendo como mi pecho sube y baja cuando Emma pasa junto a mí, ignorándome.

Sé que dije que ella tenia derecho a vivir su propia vida, pero no. Yo soy su amiga y sé que algo esconde, esto no es normal en ella.

Me cansé. Me cansé de ser la chica que no es capaz de expresar lo que siente, que se queda callada por miedo a arruinar su amistad. He sufrido muchas veces las consecuencias de ser así. Ya no más.

Hoy no.

Mi deber como amiga me dice que tengo que hacer algo. Y lo voy a hacer, cueste lo que cueste.

Cierro con fuerza los ojos, y doy media vuelta hacía donde está.

—¡Emma! —digo con fuerza, lo que provoca que ella y el resto del aula giren en mi dirección. Desde su asiento, la chica frunce el ceño, y mira un poco a su alrededor —. Creo que tenemos que hablar —digo sintiendo la adrenalina correr por mis venas.

—Ally —dice entre dientes, con evidente vergüenza—, ¿no lo puedes dejar para después?

Niego, repetidas veces.

—No —respondo con la mayor seguridad que pueda mostrar—. No me importa nada, tu y yo vamos a salir y vamos a hablar ahora —me acerco tomándola de la mano. Ella trata de soltarse, pero la tomo con más fuerza, provocando que se levante a regañadientes. Me dirijo hacía la salida lo más rápido que puedo, pero junto a la puerta, veo a Deil, ahí parado observándome sin expresión alguna. Solo examinándome. Elevo mis comisuras y le regalo una pequeña sonrisa, lo que provoca que me sonroje un poco. Él arruga las cejas levemente y veo lo que parece, el rastro de una sonrisa.

Bajo la cabeza, apenada, y continúo mi camino.

Aunque quiera parecer la persona más madura de este mundo, Deil Patrickson hasta en estos momentos pone mi mundo de cabeza.

—¿Te puedes detener? —pide en medio del pasillo. Me freno y veo a ambos lados, para asegurarme de que estamos solas. No quiero que nadie interrumpa, o que un maestro nos encuentre.

—No estamos bien aquí, vamos al baño —insisto, pero la rubia se cruza de brazos.

—Lo que me debas decir dímelo ahora —dice completamente seria. Rodeo los ojos.

—Creo que la que tiene que decirme algo es otra —cargo la voz en la ultima palabra.

Eleva una ceja.

—Ally no fuí yo la que te trajo hasta acá —dice—. Yo no tengo nada para decir.

—¡Si! —digo en voz alta, provocando que se exalte un poco—. Dime, ¿que carajos hacías besándote con Tyler Dallas? —pregunto, yendo al grano.

Sobreviviendo a BeethovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora