Examenes, gatos y pelirrojas.

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Con una toalla colgando de mi brazo y mi cepillo de dientes en la mano, me dirijo hacia las duchas.
Encojo mi cuerpo en un intento de esquivar el envase que repentinamente ha lanzado una de las chicas desde su habitación para su vecina.

Me enderezó y volteo a verla un poco horrorizada ya que casi me golpea en el rostro.

—Lo siento. —Se encoge de hombros y entrecierra los ojos, avergonzada.

Le regalo una pequeña pero forzada sonrisa y continuó caminando; esta vez, asegurándome de no ser golpeada por ningún producto de aseo.

La mañana está más alborotada que de costumbre. Las chicas se comportan como orangutanes en su hábitat natural. Sé la razón porque yo también estoy por explotar de los nervios.

Hoy comienza la semana de exámenes.

Así es, los primeros exámenes del año. El día de hoy tengo de matemáticas; me he agujereado la cabeza estudiando, memorice todo lo que mi mente era capaz.

De veras espero aprobar, estos exámenes significan mu-chí-si-mo. Si no apruebas, quedará marcado en tu registró durante todo el año, y tal vez hasta el final de la preparatoria.

Entro al aula, está prácticamente vacía, solo hay dos personas. Aprovechó y busco un asiento en la parte de atrás; no quiero ser visible para el maestro al momento del examen. No se, pero eso me hace sentir hostigada.

Sacó mis útiles de la mochila y comienzo a acomodarlos sobre la mesa, tal y como si fuera una diseñadora o algo así. La verdad estoy muy nerviosa, más que nerviosa. Nunca me ha ido demasiado bien en matemáticas, necesito aprobar, lo necesito.

El timbre suena e instantáneamente comienzan a entrar los estudiantes. Veo como uno a uno se posiciona en su lugar, unos un poco más nerviosos que otros.

Entra el maestro.

Mi corazón comienza a latir rápido y mi respiración se acelera.

—Bien estudiantes, bienvenidos a nuestro primer examen del año —abre su portafolio y saca unas hojas—. Les voy a entregar las preguntas, tienen exactamente 60 minutos para terminar —comienza a repartirle a cada uno desde adelante, cada vez acercándose más a mi.

Aquí vamos, recuerda cómo se descifra la x, recuerda las tablas de multiplicar, recuerda los números racionales.

—Tranquila Ally —volteo a ver a mi compañero de al lado y amigo, Peter. Me está viendo como si fuera una lunática.

—Peter, tengo que aprobar. Es enserio.

—Estudiaste toda la noche, te va ir bien —me regala una de las más dulces sonrisas que solo él puede hacer. Y mágicamente, logró tranquilizarme un poco.

Escucho el timbre y me da casi un paro cardiaco. No respondí la última pregunta.

Me levanto y acomodo la mochila en mi hombro. Tomó la hoja del examen y me acerco al escritorio del señor Debbon.

—Señorita Morgan —dice sin levantar la mirada de la pila de papeles que está acomodando.

—Maestro —le entregó el examen.

Lo recibe haciendo un gesto de desagrado. Este hombre es un amargado.

—Espero que apruebe. Según su promedio los últimos días no estaba yéndole muy bien —le da dos golpecitos a la mesa con los papeles—. El primer examen del año es muy importante, determina cómo será su promedio todo lo que queda.

Sobreviviendo a BeethovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora