Sentir.

80 9 0
                                    


El pure de manzana baja por mi garganta como si fuera vomito o algo peor. Mi organismo en este momento no quiere procesar la comida como normalmente lo hace, no se me apetece comer; corrijo: No se me apetece hacer nada hoy. Estoy en mi habitación con dos moretones en mi rostro y acostada como si fuera una inválida.

Y es que después de levantarme de mi shock provocado por el golpe de la pelirroja y verificar que efectivamente tenia sangre corriendo por mi menton y bajando por mi cuello y que ademas sentía un enorme vacío en el estomago, sabía que lo que se venía sería algo malo, muy malo. Y tenía razón. Rapidamente Tyler y Peter se acercaron para verificar lo que se veía, un gran golpe en mi labio y en una parte de mi nariz. Peter sacó de su bolsillo un pañuelo y lo presionó contra la herida.

La pelirroja quedo en shock, sin poder creer lo que acababa de hacer y sospechando lo que le esperaba al ver acercarse con afán a la directora. Todos en ese lugar sabiamos que de esa no se salvaba. Pero... una pregunta rondaba una y otra vez por mi cabeza ¿que razón suficiente había hecho a Vanessa Roberts hacer lo que hizo?

Y no se porqué siento que tiene que ver con el mensajero misterioso.

—Toc toc.

Volteo a ver de golpe al causante de que rebotara de la cama.

—Hola... —digo sin más. Se acerca hacía mi con un rostro de completo pesar que no puede ni siquiera disimular.

—¿Como estás? —musita.

—No se. ¿Como debería estar?

Baja la cabeza y luego me mira de nuevo, podría decir que se siente culpable por lo que pasó, pero no estaría segura.

—No me digas que estás enojada conmigo por favor.

Ahí está.

Frunzo el ceño por un momento, saboreando cada una de sus palabras. Sinceramente, no estoy enojada, no tendría porque estarlo. Estoy confundida, esa palabra me define perfecto en este momento.

—Para nada Deil. Tu no hiciste nada malo. —Sonrío.

—Me peleé con tu mejor amigo. —se rasca la cabeza

Es cierto. Cualquiera en mi lugar estaría molesto con él. Pero no, yo no.

—Lo se —sonrío—, no pasa nada.

Me devuelve la sonrisa.

—Sabes... —cambia a un tono más presumido— Ese moretón no te queda tan mal.

Levanto una ceja.

—¿Ah no?

—Nop —niega moviendo la cabeza de un lado al otro tal como lo haría un niño de ocho años. —Creo que emparejo ambos lados de tu cara, te hace ver más como una persona normal. —Lo miro como si fuera el mismo diablo. Como puedo busco la almohada detrás de mí y se la aviento con toda la fuerza que estos espaguetis que tengo por brazos me pueden dar. Sus risotadas se escuchan por toda la habitación. Con sus dos dedos índices forma una cruz—. ¡Aléjate, monstruo!

Ahora el estallido de risas sale de mi boca y sin siquiera notarlo ambos estamos riendo a carcajadas sin poder parar

De repente, una incógnita se clava en mi mente e instantáneamente dejo de reír. Lo que provoca que el castaño lo haga también y frunza el ceño, confundido.

—¿Estas bien? —pregunta.

Las palabras simplemente se deslizan por mis labios.

—¿Que paso en el patio?

Su rostro cambia, se ve molesto.

Sobreviviendo a BeethovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora