No hay nada más que decir.

109 15 5
                                    


Cuando me digne a abrir esa insignificante hoja de papel jamás me imaginé lo que encontraría. Dentro de todas las posibles frases que podían estar escritas, esta nunca pasó por mi cabeza:

"Esa hoja de papel no es más que basura. No le prestes atención".

¿Cómo en mi ridícula existencia pude haber pensado que ahí estaba la respuesta a este lío? Basura... Si claro, estoy segura de que lo único que esa hoja de papel no es, es basura. Pero haré caso omiso, no prestaré atención; ni a la hoja de papel, ni a los reyes. Aunque eso será un poco difícil tomando en cuenta que cada semana al final del día tendré que encontrarme con el castaño para cumplir mi castigo. Pero eso no evita el hecho de que puedo no hablarle, así de simple.
Que mis dotes de tímida sirvan de algo por fin.

—Allison Morgan —levanto la cabeza en dirección al maestro Williams, confundida—. ¿Cómo se tocaría esa pieza? —mis mejillas arden y quedo congelada uno momentos—. ¿No me estaba prestando atención? —niego y bajo la cabeza. Si, lo sé, me rindo fácil. Pero prefiero hacerlo antes de responder algo erróneo y quedar en ridículo. Chasque la lengua y mira en otra dirección—. Bien, muy bien. Dona Cooper— suspiro.

La chica rubia se pone de pie y acomoda el violín en su hombro y bajo su mentón. Suspira y comienza a tocar leyendo las partituras que hay en el pizarrón. Lo reconozco, es Te Deum del catálogo Köchel de Mozart. Es una de las piezas que mejor me se.

Que ridícula, todo por estar pensando en esos engreídos.

Dona Cooper toca hermoso, cada nota es perfecta, limpia.
Termina y hace una pequeña reverencia para luego sentarse de nuevo. El maestro sonríe y aplaude, luego cambia su expresión a una más seria y me mira.

—Su turno.

Como dije antes, esa pieza me la se de memoria. Esto será demasiado fácil.
Me pongo de pie y acomodo el violín para comenzar a tocar. Empiezo a deslizar el arco por las cuerdas tocando sin necesidad de leer las partituras. Es un "silencio" por parte del maestro Williams lo que provoca un horrible chillido. Levanto la cabeza ruborizada.

—Por eso, préstamos atención en clase —bajo la cabeza confundida—. Ese será su trabajo para la otra semana Morgan.

Cierro mis ojos con fuerza.

—N-no entiendo.

—¿Qué no entiende? —pregunta obvio—, esa pieza le sonó horrible, no hay nada más que decir —se da media vuelta hacia su escritorio. El timbre suena.

Directo al corazón.

Quedo en shock unos segundos. Tomó mis cosas y salgo del aula.

Horrible.

Jamás en mi vida me habían dicho que una pieza me había sonado horrible. Son palabras que no logro procesar. Una cosa es "está mal", "falta técnica", pero horrible.

Horrible.

Sacudo mi cabeza y recuesto mi espalda contra la enorme puerta de metal. Mi mochila cuelga de mi mano y mi violín está en el piso, frente a mi. No puedo dejar de mirar un punto fijo en la nada tratando de procesar esas frías palabras en mi cabeza.
Siento un enorme hueco en mi pecho. Una enorme decepción.

—¿Qué haces? —volteo para ver al chico castaño parado junto a mi con un rostro de completo desinterés.
Con problemas más importantes ni me digno en responder. Tomó mi violín y abro la enorme puerta de metal y entro.
El teatro es enorme. Pasó junto a los asientos, en los pequeños pasillos que hay. Un enorme eco se escucha cada vez que alguien pronuncia una palabra. En el escenario, se ven más o menos 20 personas sentadas en círculo. Logro divisar a la maestra. Saco de mi abrigo la hoja del castigo y me subo por las escaleras del escenario.

Sobreviviendo a BeethovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora