Deil y Tyler, complices del crimen.

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***

Es increíble como todo comenzó a unirse en mi cabeza; Deil y Tyler en mi habitación aquel día, la explicación de Emma, todo. Cada vez siento más enojo al pensar en que Deil pudo decirme, ahorrando tanto mártir que sufrí al ver cómo mi mejor amiga me ignoraba, me ignoraba porque Tyler la obligó a hacerlo.

¡Dios! Estuve tan ciega.

—¿Estás bien? —Donna susurra en mi oído, confidente.

—S-si —sonrío tratando de que se vea lo más creíble posible, pero lógicamente ella no me cree.

—Eres la peor fingiendo —se cruza de brazos y se deja resbalar en la silla—. Ya, dime.

Bufo.

—La verdad no es algo de lo que quiera hablar ahora —confieso, jugando con el lápiz que reposa en mi pupitre, girándolo de un lado a otro.

Baja sus comisuras.

—Suena a que es algo muy malo — Ni te imaginas —. Espero que se solucione.

—Yo también —musito.

—¡Bueno, bueno! —aplaude dos veces, provocando que salte en mi asiento—. Ya no más de esto, es deprimente. Vinimos a ensayar, ¿o no?

Sonrío desganada.

—Si.

Donna tuvo la idea de alquilar una de las aulas para poder ensayar nuestras piezas para la audición. Ella asegura que ambas ganaremos las presentaciones individuales en el recital de fin de curso, pero, que en dado caso de que no, al menos una debe conseguirlo. Debemos practicar hasta que cada pieza salga perfecta, así que cada una será el "jurado" de la otra.

—¿Quieres comenzar? —pregunta.

Niego.

—No, dale tu. 

—De acuerdo, pero se completamente honesta —muerde su labio inferior—. Estoy dudando mucho con esta pieza.

Asiento acomodándome en mi silla.

En cuanto comienza a tocar, mi mandíbula se abre. Cada nota que toca es espectacular y aunque me esfuerzo por encontrar alguna falla, no la hay. 

Es excelente.

No puedo dudar ni un minuto que ella ganará la presentación individual, y luego de que termina, me mira con carita de perro, esperando la respuesta.

Esbozo mi mejor sonrisa.

—Es perfecta Donn, —aplaudo repetidas veces— no le cambies nada, no dudes. Seguro ganarás.

Una risita se escapa de su boca.

—¿En serio lo crees? Es que... siento que no está bien algo, no lo sé.

—No —me levanto de mi silla, acercándome a ella y poniendo una mano en su hombro— Te juro que si algo estuviera mal te lo diría.

Suelta un suspiro cargado.

—Bien, te creeré. Ahora toca tú.

No les mentiré, la pieza que escogí es un asco, y la estoy tocando aún peor. El maestro Williams dijo una vez que debemos expresar lo que sentimos a traves del violín, y al parecer siento como si cuatro camiones se estrellaran al mismo tiempo mientras una manada de gatos chillan desesperados.

Bajo el violín con los ojos cerrados, sabiendo lo mal que lo hice.

—Ally... —hace una pausa, digiriendo lo que va a decirme— no te salió muy bien —confiesa.

Sobreviviendo a BeethovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora