El castaño no entiende indirectas.

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Mis piernas juraría que están por estallar, y el sudor brota de mis poros de una forma impresionante. Mi respiración está agitada, y mi corazón podría salirse de mi pecho en cualquier momento.

La educación física y yo no somos amigas.

El entrenador nos ha obligado a dar un millón de vueltas alrededor del gimnasio. Me he tropezado más de una vez gracias al resbaloso piso.

—Esto es más de lo que puedo soportar —Donna Cooper posa sus manos sobre sus rodillas, tratando de calmar su respiración. Es evidente por su voz entrecortada lo cansada que se encuentra—. Seré violinista, no necesito hacer ejercicio.

El silbato del entrenador hace eco.

—Dime Cooper, ¿acaso quieres ser una violinista obesa? —pregunta desde el otro lado de la cancha.

—Lo estoy considerando...

Él silbato suena una vez más.

—¡No se detengan! Quiero cinco vueltas más —se escucha el quejido de todas mis compañeras.

Coincido completamente con Donna, preferiría ser una violinista Obesa a tener que soportar más vueltas alrededor de la cancha.

Lo preferiría mil veces.

—Esto se llama explotación —dice trotando a mi lado la chica ya mencionada—. Ex-plo-ta-ción.  

Río como puedo, pues siento que mis pulmones están tan secos como nunca.

—Solo cinco vueltas Donna, tu puedes —hace un gesto de frustración pero continúa a mi lado. Lo cierto es que la estoy animando, pero siento que en cualquier momento podría caer desmayada en el suelo.

—Sabes... —me dice, cambiando de tema—. Escuche que sales con alguien. Bueno, más específicamente que sales con Deil Patrickson... ¿es cierto?

—Me asusta la forma en que los rumores se esparcen en esta escuela —digo con ironía, lo que le provoca una risa seca a la chica junto a mi.

—Bienvenida a Beethoven —sonríe, y enseguida avanza, dejándome tirada.

Lo irónico es que llevo casi seis meses en esta escuela. Sé cómo funciona.

Confieso que comienza a torturarme el hecho de que ya cinco personas me hayan preguntado sobre mi supuesta "relación" con Deil. Primero fue Peter, cuando me acompañó de regreso a la academia luego del momento que tuvimos con el castaño. Me advirtió que tuviera cuidado y blah. Luego está Tyler, le sigue Ben, una chica que en realidad no conozco y ahora Donna.

Cinco. Cinco metiches.

Ni yo sé si lo que tenemos con Deil se podría llamar salir. Lo cierto es que ni siquiera se que tipo de relación llevamos. Si, nos hemos besado un par de veces, pero no me ha pedido que sea su novia, ni siquiera me ha pedido que salga con él.

Y no sé si debería preocuparme.


Me dejo caer sobre el asiento verde menta que reposa sobre el suelo de la cafetería. Estoy tan agotada como nunca, y esto demuestra de nuevo el mal físico que tengo.

—¿Algo para beber? —Ben me regala una sonrisa de oreja a oreja. En sus manos sostiene una pequeña libreta y un lapicero. Tiene una gorra café y su típico traje de mesero. Le devuelvo la sonrisa.

Sobreviviendo a BeethovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora