Beethoven está de cabeza

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Mi día en Beethoven comenzó más agitado que de costumbre. Rumores sobre una supuesta disputa entre los directivos de la institución se esparcían por cielo y tierra. Y mientras todos esperaban alguna noticia acerca de esto, mi amistad con Emma parecía no tener remedio.

Perdón, perdón. Esto sigue pasando.

Emma oficialmente me retiro de su grupo de amigos. No me habla, no me mira, ni siquiera respira si yo estoy presente.

Y eso me preocupa.

Incluso intente acercarme varias veces para almorzar o simplemente pedirle que hablemos, pero nada. Soy un insecto al que no le presta atención. No, a un insecto lo determina más que a mi. Eso es seguro.

—Hello, my friend -saluda Peter agitando una hoja de papel frente a mi cara.

—¿Que es esto? —tomo la hoja del aire y me apresuro a leer. Una sonrisa invade mi rostro—. Pasaste ingles. Te felicito.

Se encoje de hombros, como un niño pequeño.

—Lo se, semestre asegurado.

Bien, explicare un poco la situación. Peter es muy bueno en todo lo que se refiere a la escuela, excepto por ingles. Tenia un 20% de probabilidades de pasar el semestre gracias a esa pequeña e insignificante materia. Lo se, debes estar pensando: "¿Acaso no viven en Inglaterra? ¿No debería ser sencillo ingles?" Pues para Peter no es tan así, él es latino.

Si, dije latino. Y en nuestra escuela nos piden ingles, literal, de Inglaterra. Acentos y todo lo demás, lo cuál no es del todo fácil. Aún a mi se me dificultó un poco.

Estuvo horas, horas y más horas estudiando para este examen. Les aseguro que no durmió bien y se le nota, pues sus ojeras y cabello hecho un desastre lo delatan.

—Bueno, creo que deberíamos celebrar —sugiero posando ambas manos sobre mis caderas.

—¿Que tienes en mente? —su ceja se alza.

—Tu, yo, películas y mucho helado.

—Trato hecho —extiende su mano y yo subo la mía para estrecharlas, es entonces cuando su mirada se desvía a algo a mis espaldas y me hace una mueca para que voltee. Giro con precaución.

La directora está hablando con la cabeza principal del comité.

Esto no se ve bien.

Nuestra preparatoria es regida por algunos rangos, cada uno tiene más autoridad en tanto sea más superior, osea, que en este caso el comité tiene liderazgo sobre la directora, y si ella quiere tomar una decisión, primero debe pasarla ante el comité y ellos deciden si se puede ejecutar o no. No sé si me están entendiendo, así que me explicare. El comité de honor, es una selección de autoridades que básicamente han sido durante años elegidos entre descendientes de los fundadores de Beethoven para mantener el control correcto de la institución y su mecanismo. Ellos toman las decisiones aquí. Luego le sigue la dirección, los coordinadores estudiantiles, orientadores, maestros y para finalizar los puestos externos; como enfermería, psicología, y demás. En ese orden.

Si me entendieron supongo que ya sabrán porque es extraño verlos hablando en medio de los pasillos. Están tomando alguna decisión importante.

Y al parecer es una grande.

.

Deslizo la bandeja verde hasta que llega a mis brazos. Frente a mi, Donna se decide si tomar o no sopa.

El drama del año si hablamos de ella.

—¿Cuantas calorías me dijiste que tiene este caldo? —pregunta a la cocinera señalando con su dedo indice el enorme recipiente de metal que contiene la comida. El rostro de la mujer es de completo fastidio, y frunce su arrugado ceño.

—Hay un papel frente a ti —estira su mano y lo sujeta para que lo veamos—. ¿Sabes leer? ¿Puedes leer que dice acá?

Donna alza una ceja.

—No soy retrasada, solo no confío en lo que dicen estas cosas —dice refiriéndose a lo que la cocinera sujeta.

—100 calorías. Es lo que dice. Tómalo o déjalo, pero haz algo por favor, todos están esperando su comida —con el enorme cucharon de metal señala a la fila de estudiantes enojados que juraría que quieren matar a Donna.

Tensa la mandíbula, y luego de regalarle una mirada de pocas amigas, avanza.

Gloria a Dios por eso.

Muero de hambre.

—¿Quien se cree para hablarme así? —dice indignada, tomando una ensalada de pollo, mientras que yo escojo un enorme y delicioso plato de pasta.

—La cocinera —me encojo de hombros.

Una risa sarcástica sale de su boca.

Donna completa su almuerzo con una manzana, una soda dietetica y unas tostadas. Yo en cambio, elijo un paquete de manís, un jugo de uva y una torta de chocolate que desde hace rato me estaba llamando. No me juzguen, la cuestión es de hambre.

Caminamos hacía nuestra mesa aún charlando sobre la cocinera y como le dirá a su padre que hable con la directora. Mientras, yo me concentro en la forma en que el caramelo se resbala sobre la harina de chocolate.

—Padre santo —masculla, lo que me hace verla. Me examina como si fuera una lunática —, ves ese pastel como si fuera el mismísimo Patrickson.

Una carcajada sale de mi boca, al notar tal acto, me cubro con mi mano derecha procurando que la bandeja no se me resbale.

—No digas esas cosas —murmuro, confidente. La sonrisa en el rostro de ella es demasiado evidente.

—Eres pura ternura, Ally —ambas bandejas chocan contra la mesa y deslizamos nuestros traseros hasta el asiento.

—Últimamente hablas demasiado de mi vida amorosa, es todo —entierro el tenedor en la pasta.

Cooper se encoge de hombros.

—Digamos que conozco de cerca a Deil... —Mi ceño se frunce, y ahora la que ríe es ella—. ¡No te pongas celosa! —advierte levantando ambas manos en señal de rendición—. No me interesa de esa manera, por lo menos no a mi.

Ahora alzo una ceja.

—Bien Donna, ahora entiendo menos —centro mi atención en la chica, quien parece muy atraída por los champiñones en su ensalada y no tanto en nuestra conversación que comienza a confundirme.

—Creo que ya dije demasiado. Tal vez deberías preguntarle a tu novio.

—No es mi novio —aclaro, pero me retracto enseguida—. Por lo menos no aún.

Ríe.

—Haber amiga, ¿que quieres saber? —pregunta y un destello de esperanza alumbra mis ojos.

—¿A quien te referías? ¿A alguien más le interesa Deil? —en este punto no me interesa sonar celosa, así que pregunto sin pelos en la lengua.

Suspira, resignada.

—Si te lo digo, Ally, debes jurarme que no le dirás nada a él —asiento repetidas veces—. Bien. Te diré. Es Kelly, Kelly Cooper.

Mi mirada se abre con sorpresa.

—¿Cooper?

—Si, es mi hermana mayor. La ex de Patrickson.

...

¡ Tan, tan, taaaaaaaaan !

Oye, si comentas con alguna pregunta sobre la historia te respondo y aparte te dedico el prox capítulo :)

Sobreviviendo a BeethovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora