53 la luna de miel

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Inuyasha miraba por el retrovisor a Rin de una forma divertida, de seguro la chica podía escuchar mentalmente sus burlas por el hecho de que Sesshoumaru y ella ahora se dirigían a su luna de miel, todos se habían despedido de ellos con alegría excepto Tsubaki y él pues habían decidido llevarlos al aeropuerto, ahora la peli-plata iba conduciendo muy alegre.
Tsubaki: Yeyyy!!! Llegamos! *Estacionó el auto y lo apagó*
Sesshoumaru: A decir verdad por un momento dude que llegáramos vivos…
Inuyasha: Vamos, Tsubacca sabe conducir desde que estábamos en preparatoria.
Tsubaki: Así es, que no tenga licencia no significa que no sepa hacerlo!
Inuyasha: No tienes licencia? *Preguntó con una sonrisa incrédula pensando que era una broma*
Tsubaki: No, me la cancelaron hace dos años, un pequeño accidente… Pero te aseguro que no fue mi culpa!
Rin: Tsubaki!
Inuyasha: Dame las llaves! *Se las arrebató*
Sesshoumaru: No te vuelvo a poner mi seguridad en tus manos, ni la de mi mujer.
Inuyasha: Ay, ay, ahora si puedes llamarla “Mi mujer”. *Sonrió*
Tsubaki: Bueno, y a donde irán?
Rin: Sesshoumaru me llevará a Suiza. *Se sonrojó*
Tsubaki: A SUIZAAAAA?! WWUUOOOAAA! Suiza es genial! Tienen que traerme algo de chocolate, PAR FAVAAAR!!
Rin: Relájate, loquita. *La abrazó* Gracias por haber venido a nuestra boda, Tsubaki.
Tsubaki: Fue todo un placer!
El peli-plata se acercó a ellas y las separó, “Ay, vamos, ya no seas celoso” lo abrazó Tsubaki, “Ya es toda tuya, aprovéchate de Rin mientras puedas” bromeó la menor haciéndolo sonreír levemente, después fue Inuyasha quien abrazó a su hermano y a su cuñada para despedirse de ambos.
Inuyasha: Espero que tengan un buen viaje y que se tomen algo de tiempo para salir a ver el paisaje, no se vayan a querer quedar encerrados todos los días como si fueran conejos.
Rin: Inuyasha! No digas eso aquí!
Inuyasha: Qué? Pues si ya sé como son ustedes dos.
Sesshoumaru: Ya ha sido demasiada plática, es hora de irnos.
Tsubaki: Disfruten mucho de su viaje!
Inuyasha: Regrésala en una sola pieza, Sesshoumaru!
El mayor solo sonrió ante las bromas de su hermano y el sonrojo de su esposa quien solo le sacaba la lengua a Inuyasha, después de un buen rato de espera subieron al avión, Rin miraba por la ventana muy alegre preguntándose como sería Suiza, muy pocas veces en su vida había viajado y el único país extranjero al que había visitado era Londres.
Iban en primera clase, el peli-plata vestía de traje mientras que Rin llevaba un vestido blanco que se le pegaba al cuerpo, la menor sonrió al sentir la mirada de su ahora marido sobre sus piernas, ella se recargó en su hombro para hablarle al oído y entrelazó sus manos.
Rin: De no ser porque no quiero ser el chisme de los otros pasajeros te diría que probáramos hacerlo en el baño del avión.
Sesshoumaru: Sería fácil de no ser porque últimamente hemos sido muy ruidosos. *Sonrió maliciosamente*
Rin: Debería hacerme pasar por aeromoza usar el micrófono y ordenarle a todos que se pusieran sus auriculares para escuchar música. *Escuchó al mayor reír* Sesshoumaru, crees que en unos años no te arrepentirás de haberte casado conmigo?
Sesshoumaru: Cómo me preguntas eso?
Rin: No lo sé, recuerda que pensábamos esperar unos años más para casarnos.
Sesshoumaru: Así hubiese sido hace dos años o en cuatro más, eres la única mujer con la que quiero pasar el resto de mi vida, esto solo fue una fiesta y firmar papeles, las cosas entre nosotros no van a cambiar.
Rin: Tienes razón, perdóname, es solo que las hormonas me traicionan y me hacen pensar cosas raras. *Sonrió*
Sesshoumaru: Y comer cosas raras.
Rin: Si, pero intentaré controlarme. Igual con lo que nos pasaremos encerrados en la cabaña voy a mantenerme en forma. *Le susurró para después besarle la mejilla*
Sesshoumaru: Me estás proponiendo acaso que no le dé importancia a las amenazas de Inuyasha?
Rin: Él no tiene que saberlo, podemos tomarnos fotos solo un día y los demás ya no. *Se mordió el labio*
“Perfecto” dijo el peli-plata antes de besarla, deseaba que aquel viaje en avión no durará mucho, durante las últimas semanas habían estado muy ocupados, Rin con sus estudios y su graduación,  él con montones de trabajo que tenía que dejar resueltos antes de poder irse de viaje y tomarse semanas de vacaciones, pero ahora finalmente podrían descansar, estar juntos, hacer todo lo que les viniera en gana sin nadie que los molestara.
Luego de unas horas por fin llegaron a su destino, Rin tuvo que cambiarse de ropa en el aeropuerto pues el clima estaba un poco frío, soltó una leve risita cuando Sesshoumaru le dijo al oído su descontento por ya no poder recrear su vista viéndole las piernas, tomaron un taxi y se dirigieron a un hotel en una de las montañas el cual constaba de algunas cabañas, ella se deleitaba con el paisaje aunque en las montañas se podía apreciar nieve el área en el que se encontraban se veía totalmente verde, sonreía y tomaba fotos para empezar a juntar falsa evidencia para calmar a Inuyasha.
Al parecer al no ser temporada de vacaciones las cabañas contaban con pocos huéspedes, eso significaba más privacidad para los recién casados y la oportunidad de disfrutar más los alrededores en caso de que quisieran salir a pasear.
Rin: Sesshoumaru! Amo Suiza! Todo es genial! Jamás había visto montañas tan grandes en mi vida, ni un paisaje tan hermoso como este, es como ver una pintura!
Sesshoumaru: Me alegra que te guste. *La abrazó por la cintura y le besó el cuello* Ven, quiero que veas la cabaña por dentro.
Rin: Si!
Finalmente abrió la puerta y ambos entraron, el lugar se veía sumamente acogedor, una gran chimenea, la cama amplia y con un cobertor que parecía de piel, ventanas que permitían contemplar la maravillosa vista, muchos muebles de madera fina y algunos adornos muy alegres.
Rin: Es hermosa! Sesshoumaru, todo aquí es magnífico, pensé que esto solo existía en las películas…
Sesshoumaru: No se me ocurrió mejor lugar para que pasáramos nuestra luna de miel.
Rin: Muchas gracias, amor! *Lo jaló a la cama y le rodeó el cuello con los brazos* Y bien, que quieres hacer primero?
Sesshoumaru: Quieres ponerme a decidir? Siquiera tienes que preguntar? *Preguntó con cinismo*r09;
Rin: Ya sé, que te parece si primero vamos a comer algo? Porque la verdad no soy muy fanática de la comida en avión y tengo algo de hambre, tomamos algunas fotos y después podremos encerrarnos todo el tiempo que queramos.
Sesshoumaru: Me parece muy bien.
Ambos acomodaron su equipaje, salieron rumbo a la cabaña principal la cual era enorme, contaba con un lujoso y acogedor lobby, Rin encontró un itinerario de actividades, resulta que en ese lugar  contaban con un relajante spa, clases para esquiar en la nieve entre otros servicios que ella encontraba fascinantes.
Rin: Sesshoumaru! Debemos ir a esquiar a las montañas!
Sesshoumaru: No sé si sea muy seguro, recuerda que puede ser riesgoso que llegases a caerte.
Rin: Mmm… Creo que tienes razón…
El peli-plata solo negó con una sonrisa, la mayoría del tiempo Rin parecía olvidar por completo que estaba embarazada, quería seguir haciendo las cosas que más le gustaban sin recordar que tenía que tomar sus precauciones, la tomó de la mano y la guió al restaurant, era espacioso, con una enorme chimenea que se veía hermosa a pesar de no estar en uso en ese momento, había muchos cuadros, algunos eran replicas de obras famosas mientras que otros eran originales, seguramente de algún artista local pues tenían varias frases en ese idioma, se sentaron en una mesa y un mesero inmediatamente se acercó para tomar su orden, mientras Sesshoumaru pedía la comida ella solo lo miraba sonriendo.
Sesshoumaru: Qué es lo que te sucede?
Rin: No sé, siempre que vamos a un restaurante recuerdo la primera vez que fuimos juntos a uno, creo que es un buen recuerdo, aunque debes de admitir que me veía muy informal.
Sesshoumaru: Yo te recuerdo hermosa.
Rin: Dijiste que me sacarían por la puerta de servicio. *Hizo un puchero*
Sesshoumaru: No, solo leí tu mente porque veías a los meseros con miedo de que fueran a decirte algo.
Rin: Ah, sí, olvidaba que mi esposo tiene poderes psíquicos, por cierto, quiero ponerlos a prueba.
Sesshoumaru: Puedo decirte de qué color es tu ropa interior. *Dijo con una mirada maliciosa*
Rin: Poderes psíquicos, Sesshoumaru, no visión de rayos X. *Soltó una risita* Dime, crees que sean niños, niñas o uno y uno? *Se llevó la mano al vientre*
Sesshoumaru: Mmm… Creo que serán un niño y una niña.
Rin: Tú crees? *Su voz estaba cargada de entusiasmo* Me encantaría tanto, así cuando lleguen a la edad correcta yo tendré con mi nena la plática de mujeres y tú tendrás que explicarle a nuestro niño todo sobre las cosas de hombres.
Sesshoumaru: Pensándolo bien, puede que sean dos niñas.
Rin: Sesshoumaru! *Sonrió* No se vale cambiar tus predicciones! Es eso o dejar que la plática se la dé Inuyasha.
Sesshoumaru: No… Eso no sucederá nunca…
Siguieron platicando amenamente, les encantaba estar solos pero sobre todo les daba gracia que cada vez que pensaban en hacer algo malo en su mente recordaban la voz de Inuyasha regañándolos, exploraron todo el lugar, tomaron fotos e inmediatamente le mandaron unas cuantas para que no pensará lo peor, o al menos no sospechara lo que tenían planeado.
Regresaron a su cabaña cuando comenzó a oscurecer, la noche trajo consigo el frio así que encendieron la chimenea, Rin sonrió cuando sintió a Sesshoumaru acercarse a ella por la espalda y comenzando  a besarle el cuello, “Te amo, preciosa” le dijo al oído con una voz ronca que la hizo suspirar, el peli-plata comenzó a quitarle la ropa sin prisas, esta vez no habría nadie que los interrumpiera y podrían hacer lo que quisieran sin sentirse incómodos por quien pudiese escucharlos.
Rin: Al menos ya no dejaremos traumados a los vecinos. *Comentó mientras acariciaba de una manera traviesa la entrepierna de su ahora marido por encima del pantalón*
Sesshoumaru: Pues nunca llamaron a la policía, tal vez les servía de inspiración. *Comentó con gracia haciéndola reír*
Rin: Tal vez…
Cuando ella estuvo completamente desnuda se giró y sus labios se encontraron, Sesshoumaru la llevó a la cama mientras se deshacía de su camisa, Rin se sentó comenzando a quitarle los pantalones, la mirada llena de deseo de su marido se volvía cada vez más irresistible, el mayor la recostó y se acomodó sobre ella sin dejar caer todo su peso, permitiendo que su calor la envolviera viéndola esbozar aquella hermosa sonrisa que siempre le confirmaba que se sentía cómoda con él como siempre.
Rin le acarició las piernas con las suyas dándole a entender que deseaba que estuviera dentro de ella, el mayor obedeció aquella petición que no necesitó de palabra alguna, la penetró despacio, con cuidado y sin prisas, su mujer gimió con gusto, aferrándose a su espalda con sus manos, besándole el cuello haciéndolo jadear gustoso, a ella le emocionaba que Sesshoumaru la hiciera experimentar miles de sensaciones, pero cuando la trataba como si fuera la primera vez que hacían el amor cada fibra de su ser llegaba al éxtasis puro, “Sesshoumaru… Cada día te necesito más” dijo con una voz llena de placer, “Y yo a ti, amor mío” respondió con ese tono que la hacía vibrar justo antes de morderle la oreja provocando que la excitación en ella aumentara aún más.
El peli-plata la hizo recostarse por completo, la besó manteniendo sus torsos separados y cuando sus labios se separaban finalmente podían admirarse mutuamente, ya no necesitaban guardar silencio o mantener la luz apagada, esa noche y las que le seguían durante esa luna de miel Sesshoumaru planeaba repasar cada centímetro en la piel de su mujer aunque estaba muy seguro de ya saber cada detalle de su cuerpo de memoria.
El cuerpo de Rin se arqueó con la primera embestida, se aferró a las almohadas y disfrutó de la sensación de hacerlo sobre aquel suave cobertor que tanto le había gustado, sus caderas comenzaron a seguir el ritmo que marcaba su amante, paseaba sus manos por los brazos de Sesshoumaru, mientras éste le besaba por debajo de la oreja, “Nhhh… Amor… Se siente tan bien” decía ella en un hilo de voz, desviviéndose cada vez más en aquel apasionado vaivén, el peli-plata comenzó a acariciar sus pechos viendo como aquello ocasionaba que su adorada mujer se mordiera los labios, como le encantaba esa expresión en ella, prácticamente era la forma en que sus labios gritaban por los suyos, pero esta vez éstos se resistieron y en vez de besarla éstos se apoderaron de su otro pecho, lo cual provocó nuevos gemidos y un escalofrío que recorrió totalmente el cuerpo de ella.
Con movimientos cada vez más fuertes la hizo llegar al primer orgasmo, Rin elevó el rostro dejando su cuello expuesto a más besos de parte del mayor, quien disminuyó la velocidad en sus embestidas mientras disfrutaba las contracciones dentro de ella, “Cómo me encanta tu cuerpo” dijo Sesshoumaru abrazándola de una manera posesiva sintiendo que las piernas de Rin lo sujetaban a ella como si de esto dependiera su vida, cuando las contracciones terminaron el peli-plata le quitó algunos mechones de cabello a su mujer que ya se pegaban a su piel a causa del sudor, “Quieres ir arriba?” Le preguntó tranquilamente, aunque le gustaba mucho hacer el amor así le preocupaba ser algo rudo y terminar lastimándola sobre todo estando ella embarazada, la vio recuperar el aliento y luego asentir con una sonrisa.
Sesshoumaru se sentó en la cama, ella se montó sobre él, con una mano la sostuvo de la cadera y con la otra del cuello, Rin comenzó a moverse aferrándose al cuello de él cuando éste comenzó a probar nuevamente sus pechos, escuchar solamente aquellos gemidos y jadeos en toda la habitación era el paraíso para esos dos amantes, “Eres la única que me ha puesto el mundo de cabeza, deseo tenerte así toda la vida” le dijo el mayor mirándola a los ojos antes de devorar sus labios, ella lo abrazó y él correspondió aquello apresándola en sus brazos también, sin lastimarla le jaló levemente el cabello, paseando sus labios por todo su cuello hasta que la hizo llegar de nuevo al clímax, esta vez terminando ambos al mismo tiempo, Sesshoumaru se corrió dentro de su cuerpo terminando con leves embestidas, se quedaron abrazados en esa posición.
“Sesshoumaru… Amor…” La voz de su mujer sonaba algo apenada, se separó de ella y le levantó el mentón mirándola a los ojos buscando una explicación, “Vas a pensar que soy una aguafiestas… Pero tengo mucho sueño” él solo sonrió y la besó.
Sesshoumaru: No hemos dormido más que un poco en el avión, es obvio que estés cansada.
Rin: No te molesta?
Sesshoumaru: No, mucho menos después de hacer el amor así. *Sonrió y volvió a besarla* De cualquier manera tendremos toda una semana para repetirlo las veces que queramos.
Ella le respondió con otra sonrisa, se acomodaron debajo de las sabanas y no pasaron ni 5 minutos para que Rin cayera en un profundo sueño, Sesshoumaru la admiró en silencio, pensando que finalmente cuando sus bebés nacieran todo lo que había querido en la vida e incluso lo que no había contemplado había llegado de una manera inesperada y que muchos años antes tal vez no hubiese creído posible.



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