Dominik salió de la mansión de los condes acompañado de James, su mejor amigo con sus ideas inusualmente revueltas, él era un hombre bastante práctico y efectivo, atendía sus negocios, mantenía el buen nombre de la familia y amaba con locura a una mujer que claramente no estaba dentro de los estandares, pero incluso mientras se salía del libreto mantenía sus ideas clarasclaras y sus emociones perfectamente ordenadas.
Esa noche al igual que muchas, ambos sabían al lugar que se dirigían incluso el cochero lo hacía, siempre después de cada velada asistían al mismo sitio, que si bien no era un bar de mala muerte, tampoco estaba a la altura de dos jóvenes de su posición.
-Dominik, esto es una locura debes alejarte de esa mujer...- James estaba desesperado, su siempre sensato amigo parecía hechizado por esa sirena al igual que todo los que ingresaban a ese lugar, ella era bella de eso no cabía ni la menor duda, pero podía ver el brillo perverso en sus ojos azules, sus sensuales movimientos eran la carnada perfecta y su voz tan dulce y seductora era la mejor representación del canto de sirenas descrito por Homero.
-Yo sé que no puedo desposarla, pero tampoco pienso dejarla, me casare, pero eso no significa que deje de lado a la dueña de mi corazón- manifestó Dominik con verdadera devoción, mientras observaba el collar de diamantes que le obsequiaría esa noche.
Se suponía que debería dárselo a la futura marquesa pero su corazón le decía que la dueña legítima era Amber, su abuelo le había encomendado cuidarlo con mucho ímpetu incluso llegó asustarlo por el tono confidente y matiz serio en voz algo muy poco habitual en él.
-Tu juraste nunca ser de esos libertinos, creo que el amor si es capaz de cambiarnos y para tu desgracia este no es un cambio para bien– James suspiro por tener que decirle lo siguiente a su amigo pero sabía que era necesario –ella no te ama Dominik, te lo he dicho antes pero ahora estoy seguro, no quiso fugarse contigo porque no te ama, no es porque tenga miedo o por el rechazo de tu familia.
El coche se detuvo frente a su destino y ambos nobles se apresuraron a bajar uno con más parsimonia que el otro y uno más decidido que el otro
El lugar estaba bastante concurrido, pero su mesa habitual estaba vacía esperado que ellos la ocupasen, era prácticamente suya, todos los días estaban ahí relativamente a la misma hora y siempre la rubia mesera se desentendía de su trabajo para llevar a su amigo a la parte trasera del local y permanecían ahí por horas haciendo sabrá Dios qué cosas.
-Hoy está muy bella- suspiró Dominik a su lado. Debía admitir que la mujer era encandiladora, su mirada, su rostro y sus curvas bastante expuestas al público, eran totalmente devastadoras
-No solo tú tienes los ojos en ella Domi- dijo empleando el diminutivo que solo Amber usaba y sonriendo con picardía, tocando la sensible vena de los celos de su amigo.
Dominik se tensó al escuchar esas simples palabras que podían significar nada y quiso estallar cuando comprobó que eran totalmente ciertas, ni siquiera las beldades que había dentro de los salones de baile podían competir con ella, era tan arrebatadoramente bella que se sentía indigno de tenerla.
-Domi, mi amor ¿Cómo estás?- su voz dulce y melodiosa gobernó todos sus sentidos y por un instante sintió que solo eran ellos dos, ella era capaz de hacer eso, absorber sus sentidos, era la obra más bonita que alguna hubiese tenido la suerte de apreciar, Miguel Ángel, sin duda hubiese dado gracias al cielo de haber tenido la posibilidad de tener una musa tan exquisitamente perfecta e inspiradora.
-Te espero en el carruaje, tienes una hora y media, recuerda que quedamos con Browing para ponerlo al tanto de tu... situación- dijo James antes de salir, a lo que solo pudo atinar a asentir como un poseso, tener a Amber cerca, era sumergirse en el oceano durante la tomerta más feroz, sin perder el aire ni la calma, era volverse loco, teniendo la mente siempre en perfecto orden, era tenerlo todo y a la vez nada.
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Complicando al amor
Historical FictionCharlotte Lowelace, hija menor de Lord y Lady Beaufort. Es casi la personificación de lo que una joven inglesa debe ser, desde su cándida apariencia hasta sus delicados modales, con un pequeño detalle en su actitud no siempre dócil y complaciente. E...