Dominik despertó sintiendo un terrible dolor de cabeza martillándole las sienes a causa de la ingesta desmedida de alcohol la noche pasada (con el fin de sacar a cierta castaña de sus pensamientos) y con el brazo entumecido a causa de la rubia cabeza que descansaba sobre él mismo.
-Amber, despierta- dijo moviéndola suavemente, mientras ella se removía incomoda sin abrir los ojos.
Recuerdos comenzaron a arremolinarse en su mente, desde el momento que fue en busca de Amber con varias copas encima, luego como continuo ingiriendo cognac, vino y brandy, la manera tan poco delicada en la que le hablo de su prometida a Amber, para luego decirle que la amaba y posteriormente dejarse convencer de continuar el interludio amoroso en sus aposentos nunca antes mancillados de esa manera.
-Domi, buenos días- dijo con su habitual tono melodioso que ese día en particular le pareció molesto y solo logró aumentar el dolor de cabeza.
-Necesitas salir de aquí, nadie puede verte- dijo tomando la camisa que había utilizado la noche anterior del suelo para cubrirse el torso -deberías vestirte tu también Amber- concluyó al ver que ella no se movía de su sitio.
-¿Porque me hablas así mi amor?- preguntó con tono ofendido y vista empañada.
Dominik la observo detenidamente tratando de olvidar ese fuerte dolor de cabeza. Sus lágrimas lo estaban desesperando, nunca supo cómo lidiar con el llanto de una dama, necesitaba tenerla fuera de su casa antes que su padre se enterara y que ella estuviera sollozando no ayudaba mucho en agilizar la tarea.
-Aún es muy temprano podré sacarte sin que nadie te vea- le dijo limpiando sus lágrimas.
Amber asintió y colocó lo mejor que pudo su vestido para luego salir de la mansión de manera discreta ayudada por su compañero de cama.
Charlotte despertó temprano, cosa que no era tan habitual, como tampoco la visita de una rubia a primera hora de la mañana, sin ser avisada, que para colmo llevaba pantalón y camisa y que le arrebatara las mantas en un intento de obtener la información deseada.
-Sophia ¿No podías esperar un poco más para venir a preguntar sobre el compromiso?- preguntó Charlotte intentando espabilarse.
-No, sale el aviso de tu compromiso y yo no estaba enterada, ayer que bailaron dos veces con ese marqués, supuestamente muy íntegro y honesto, se despertaron rumores, y el hecho que te viera tanto, me puso en sobre aviso. Pero que se anunciará el compromiso hoy, simplemente es una locura- exclamó la rubia sentándose en una de las orillas de la cama con su habitual máscara de tranquilidad imperturbable.
-No tuve ocasión de compartirte la información, yo misma me enteré solo ayer y hablar del tema en el salón hubiese sido demasiado arriesgado, tomando en cuenta los oídos indiscretos- Charlotte sentía sus ojos cerrarse por el sueño interrumpido, a diferencia de su amiga que lucía muy despierta.
-¿Y lo aceptas así sin más?- interrogó con cierto deje de molestia.
-Si, tu no entiendes si no es él, será cualquiera desde el inicio de la temporada mi padre me ha dado veladas amenazas sobre elegirme un esposo, el año entrante debe debutar Paige y ha expresado su deseo de no tener a dos jovencitas que cuidar- respondió con el semblante repentinamente entristecido.
-Comprendo, aunque yo en tu lugar ya hubiera tomado un carruaje que me llevara lejos de mi prometido a menos que claro, que te interese- respondió alzando las cejas repetidas veces.
Charlotte frunció el ceño y se dispuso a relatarle lo sucedido el día anterior entre su prometido y ella, y que además él era quien la ayudo en el baile de los condes de Devon.
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Complicando al amor
Historical FictionCharlotte Lowelace, hija menor de Lord y Lady Beaufort. Es casi la personificación de lo que una joven inglesa debe ser, desde su cándida apariencia hasta sus delicados modales, con un pequeño detalle en su actitud no siempre dócil y complaciente. E...