Capítulo 16

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Tragó saliva nerviosa al estar sola con su prometido en el reducido espacio del carruaje. Su pequeña y esperaba última aventura por la cara oculta de Londres oficialmente había terminado, ahora su mayor preocupación consistía en entrar a su casa sin ser vista y claro que su padres no hubiesen llegado de la velada, el problema radicaba en que sin la ayuda de Lucie entrar le sería muy difícil y menos llevando ese vestido, que esta por demás decir, no sería capaz de quitárselo sola, sin embargo tampoco pediría la ayuda de su prometido, o eso esperaba.

-¿Qué hacía en ese lugar?- escuchó la voz varonil de su futuro esposo, que a pesar del esfuerzo fácilmente podía notar la aspereza provocada por la molestia, haciendo que sus nerviosismo aflorara como rosas en primavera.

-Yo... Verá...- no sabía cómo explicar la situación, mentir no se le daba demasiado bien, pero si era honesta consigo misma hablar con él sin que sus pies o manos comenzaran a moverse autónomos tampoco se le daba demasiado bien.

-Espero mi explicación- presionó con los brazos cruzados y el entrecejo fruncido.

-Estaba buscando algo...- dijo no muy convencida, empleando la primera excusa viable que llego a su mente un tanto aturdida.

-¿Qué buscaba en un lugar de esa categoría? Usted está comprometida, no necesita buscar a nadie, menos en un lugar como ese, ninguna dama respetable lo haría- continuó presionando mientras elevaba más su tono de voz, enervándola en sobremanera, él estaba en el mismo lugar aunque sabía que las consecuencias para un caballero no eran las mismas, la falta era igual.

-Podría preguntar lo mismo- rebatió sosteniéndole la mirada con firmeza mermando su nerviosismo anterior por el creciente enojo.

-Ese no es el tema a discusión- evadió su comentario sin apartar la mirada de ella, como si intentara leer sus pensamientos y a la vez transmitirle los suyos propios.

-Claro, se me olvida que los hombres pueden hacer lo que quieran con su vida y las mujeres debemos ser fieles y siempre íntegras, mientras ustedes son partidarios activos de la degeneración- se atrevió a decir abiertamente. Jamás había expresado sus ideas de manera tan férrea e incluso juraba sentir su pecho arder en una sensación desconocida.

-Yo no me refería a eso precisamente- por primera vez los papeles se invertían ella se sentía poderosa y el parecía bastante... ¿Incomodo? y eso le gustaba.

-Espero mi explicación fuese suficiente para esclarecer sus dudas y si no fue de esa manera, es una verdadera pena- se lamentó sin sentirlo en realidad, Sophia y su hermana estarían orgullosas de ella ¿Era eso bueno?

-De hecho aún tengo varias pero me las reservaré por ahora futura esposa- su voz era una mezcla de molestia e ironía, más la primera.

Ella sólo atinó a asentir, mientras dirigía su mirada acaramelada a la pequeña ventana en donde la luna brillante y redonda resplandecía de manera equitativa para todos los habitantes de la gran Londres, tanto para las mujeres y los hombres, para los ricos y pobres, para ancianos y niños...

-No me gusta que se exponga de esa forma- escuchó a su prometido hablar, más no lo miró sabiendo que su reciente fortaleza se había debilitado dándole paso nuevamente a la preocupación y angustia -Es difícil imaginar cómo va hasta un lugar como ese por un caballero que estoy seguro no vale la pena- terminó de decir haciendo que su estómago se contrajera y su corazón latiera ante el sentimiento de culpa que le provocaba su mentira.

Deseó en ese momento deseo decirle que no existía nadie a quien deseara buscar y que sus pensamientos le rendían pleitesía día y noche, pero eso no sería posible, no se expondría de esa forma, sería como lanzarse de un carruaje en movimiento y ella no correría semejante riesgo.

Complicando al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora